Alejandro Navarro: "La nueva Constitución no es una prioridad ciudadana"
Pese a ser uno de los principales impulsores de este cambio, senador sostiene que modificación a Carta Fundamental no está dentro de las demandas inmediatas de la gente.
Cada vez que el senador y presidente del MAS, Alejandro Navarro, interviene en el hemiciclo de la Cámara Alta, su alocución la remata con una suerte de mantra ideológico: "Patagonia sin Represas, nueva Constitución ahora, no más AFP".
Pese a ello, el parlamentario señala en esta entrevista que ese tema no está dentro de los asuntos prioritarios de las personas y advierte sobre la dificultad de iniciar el debate por una modificación a la Carta Fundamental el próximo año, tiempo definido por el gobierno en el cónclave oficialista del lunes 1 de diciembre. "No puede asumirse como un objetivo político de este gobierno el terminar con una nueva Constitución. Eso sería un autogol y un tremendo error político", dice.
El gobierno anunció el inicio del debate constitucional para marzo del próximo año. ¿Qué le parece?
La agenda legislativa de la reforma educacional para el próximo año hay que contrastarla con lo que pasó el 2014 con un sólo proyecto: la eliminación del lucro, copago y selección ha demorado un año en su tramitación. El 2015 la agenda va a estar concentrada en los proyectos educativos, las reformas laborales, la reforma al sistema de salud y la reforma al sistema previsional. En este escenario de reformas profundas y estructurales, el espacio legislativo y los tiempos políticos no coinciden. Es decir, todo indica que será el escenario presidencial del 2017 en donde los candidatos presidenciales asuman ese tema como una culminación política de los cambios institucionales.
¿Volver a presidencializar la nueva Constitución?
Soy partidario de que los candidatos presidenciales de la Nueva Mayoría lo incorporen en su agenda y soliciten una mayoría para la asamblea constituyente. Es decir, que el programa de esa candidatura presidencial incluya la demanda ciudadana de otorgarle un Parlamento para la asamblea constituyente y la nueva Constitución. Y en esto hay quienes creemos que esto debería hacerse mediante una asamblea constituyente, pero para eso se requieren 25 senadores. El escenario de debate del mecanismo y de su aprobación sólo dan cuenta de una tramitación restringida, vía votación negociada. Y ahora no hay mayoría en el Senado para acordar una nueva Constitución con cambios profundos.
¿Evitar una nueva cocina para una nueva Constitución?
La verdad es que la legitimidad de una nueva Constitución no la da una negociación con la derecha, sino que la da una amplia discusión ciudadana y, particularmente, la ratificación de que tiene que ser mediante plebiscito. No se sostiene una nueva Constitución aprobada sólo en el Congreso. Pero, insisto, hay quienes han planteado como una cuestión de vida o muerte el debate de la nueva Constitución, y estamos haciendo un número impresionante de reformas. Y no sólo hay que tener tiempo para las reformas, también hay que tener tiempo para gobernar. Por tanto, coincido con la Presidenta de que vamos a iniciar el debate, pero no puede asumirse como un objetivo político de este gobierno el terminar con una nueva Constitución. Eso sería un autogol, un tremendo error político auto asignarse esa tarea cuyas complejidades están a la vista.
¿Comete un error estratégico el gobierno al plantear la nueva Constitución desde el próximo año con una agenda tan recargada?
Los problemas por los cuales la gente me para en las calles de Concepción son salud, empleo, incluso por la continuidad de sus hijos en el colegio con la reforma educacional. La nueva Constitución no está entre las prioridades ciudadanas ni está siendo exigida como una prioridad para el gobierno desde la ciudadanía. La nueva Constitución hay que comenzarla a discutir, y yo diría que el primer debate es el mecanismo. Pero advierto que ya en el mecanismo tenemos una diferencia, y comenzar a discutir el mecanismo sólo va a profundizar las diferencias al interior de la Nueva Mayoría.
¿Trasladar esta discusión a la próxima elección no pone en tela de juicio una de las principales promesas de campaña de Michelle Bachelet?
La Presidenta y el ministro del Interior han sido claros y enfáticos. Va a comenzar el debate, pero, la verdad, seamos francos, una cosa es la voluntad y otra cosa son los porfiados hechos. Va a comenzar el debate, pero corremos el riesgo de que el debate se desarrolle en círculos demasiado estrechos, de elite. Y no va haber "ciudadanización", dado que la ciudadanía va a estar concentrada en reformas vitales, como las que ya he señalado. Por lo tanto, no es la Presidenta ni el gobierno los que están renunciando al proceso, pero sería un autogol decir que vamos a culminar una nueva Constitución en este gobierno. Porque, reitero, ni los tiempos legislativos ni los tiempos políticos parecen indicar el espacio suficiente para ello.
Entonces, ¿fue un error haber incluido este tema en el programa? ¿No se leyeron bien las prioridades de la ciudadanía?
No, yo creo que era insalvable, era absolutamente impostergable el hecho de establecer en el programa la nueva Constitución. Pero cabe reconocer un hecho de la realidad: las reformas estructurales han encontrado más dificultades que lo esperado.
¿No es complejo para Bachelet pasar a la historia como una Presidenta que no fue capaz de terminar el gobierno con una nueva Constitución?
El gobierno de la Presidenta Bachelet va a ser valorado por la reforma histórica más importante de Chile, que va a ser la reforma educacional. No creo que sea un fracaso hacer la posta. Hay que generar el inicio del proceso de debate de la nueva Constitución y buscar las mayorías parlamentarias para su aprobación, sin recurrir a una negociación con la derecha.
¿Por qué excluir a la derecha? Cambios de envergadura como una Nueva Constitución requieren de consensos amplios, dicen...
No hay ni un milímetro de espacio de consenso con la derecha en la nueva Constitución. La UDI va a defender el legado de la Constitución del 80, porque ahí están los principios ideológicos, políticos y sociales que fundamentan su fe. El episodio del financiamiento privado y secreto a las grandes empresas los enfrenta a un escenario electoral muy complejo. Por lo tanto, creo posible que la próxima elección presidencial, con las nuevas condiciones electorales, brinde a la Nueva Mayoría la mayoría senatorial necesaria para los cambios. Pero acuerdo político yo creo que no va a exisitir y no debiera perderse tiempo ni esfuerzo en ese camino.
Esta semana usted advertía que algunas autoridades de gobierno no daban el ancho y que deberían irse del Ejecutivo, ¿A quiénes se refería?
Sería impropio notificar a la Presidenta Bachelet sobre los cambios que tiene que hacer, pero hay un conjunto de autoridades en todos los niveles que no han dado el ancho. En este diagnóstico nadie puede quedar excluido ni negarse a ser evaluado, ni siquiera los ministros políticos.
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