Andrea Bocelli viene al Nacional y consolida el lazo de lo clásico y lo popular

El tenor italiano agendó uno de los mayores shows de 2013 y pretende juntar a más de 40 mil personas.




Cualquier auditor local promedio emparenta la voz de Andrea Bocelli (54) con una figura de casi nulo vínculo con la ópera: la española Marta Sánchez, con quien interpretó a fines de los 90 el hit Vivo por ella, canción que rotó hasta más allá de todo límite en las FM consagradas para adultos. Y cualquiera que mire los créditos de su último álbum, Pasión (2013), advertirá que aparecen los nombres de Jennifer Lopez y Nelly Furtado en los duetos más importantes del trabajo.

Está claro que el italiano siempre tiene buena compañía. Pero sus aliadas también certifican algo más: en toda su carrera, desde que hace 20 años irrumpió como un crédito multiventas hasta hoy, el cantante ha liderado ese rentable matrimonio artístico que juntó lo docto con lo popular (ver columna). Un hombre que fraguó su prestigio en la ópera, pero que hizo su negocio en las grandes masas. El más comercial de los tenores, el más refinado de los intérpretes pop.

Con esos antecedentes, Bocelli cerró su presentación más masiva en Chile y uno de los espectáculos más ambiciosos de la cartelera local durante esta temporada: el intérprete se presentará el miércoles 25 de septiembre en el Estadio Nacional, según confirman sus organizadores, Samuel Benavente y Patricio O'Ryan. El show es parte del tour mundial Una pasión por la vida y, en su capítulo continental, también pasará por México y Perú.

En el caso local, Bocelli saltará a escena con la Orquesta Sinfónica y el Coro de la Universidad de Chile, integrados por 69 músicos y 60 coristas, y bajo la dirección del reputado pianista y director estadounidense Eugene Kohn (María Callas, Luciano Pavarotti). Además, su venida detonará un amplio plan de promoción que buscará reponer en radios su cancionero más reconocido, el que incluye desde clásicos de Navidad hasta versiones de himnos de la música latina.

Según sus encargados, el plan es juntar a más de 40 mil personas, lo que, de concretarse, lo situaría entre los megaeventos más convocantes del año, al lado de The Cure (50 mil fanáticos en el mismo lugar); André Rieu (40 mil en sus cuatro conciertos consecutivos en el Movistar Arena); y los venideros recitales de Black Sabbath, Iron Maiden y Bon Jovi, todos en estadios de amplia capacidad. Y de nuevo Bocelli lo logra. Su nombre aparece mano a mano con ilustres planetarios del rock y el pop.

Por eso mismo, la confianza de los productores locales tiene una justificación que remite a sus días de mayor gloria: el también productor ha vendido 80 millones de copias en toda su carrera, con un éxito focalizado en su álbum más popular, Romanza (1997), el que sólo en Chile despachó 120 mi ejemplares, alzándose como uno de los discos más vendidos durante la segunda mitad de los 90 en la escena local.

Pero también hay otro motivo más contingente: la propia experiencia de Rieu hace pocas semanas, entre fines de mayo y principios de junio -y en shows donde saltaban los "¡te amo!" y las ovaciones constantes- confirmó que el público chileno aún aplaude con fidelidad a los artistas que empujaron los sonidos de etiqueta hacia los estadios de fútbol y los canales de videoclip. Un ejercicio presente en los últimos 15 años y en que, aparte de Bocelli, nombres como la violinista oriental Vanessa Mae, la cantante francesa Emma Shapplin, el cuarteto vocal Il Divo y la soprano británica Sarah Brightman han escalado como parte de las figuras más rentables en el mercado chileno.

Los productores del show del tenor concuerdan: "Creemos que este espectáculo será un gran aporte cultural, porque precisamente hace más amigable y familiar la música clásica y la acerca a una audiencia mucho más transversal". En lo concreto, el concierto promedia las 20 composiciones y, según lo mostrado en EE.UU., están presentes todas sus versiones para los grandes éxitos del repertorio más comercial, como Can't help falling in love, Somos novios o New York, New York. Será su segunda vez en el país, luego de pasar en 1998 por el estadio San Carlos de Apoquindo y juntar a poco más de 15 mil personas.

"Siento que este estilo nació para quedarse y no me importa lo que digan los críticos. El tiempo pondrá las cosas en su lugar", dijo esa vez, olfateando una fórmula que, a la luz de su debut en el mayor recinto para shows en el país, parece no darse por vencida.

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