Andrés Allamand: "El principal responsable del fracaso electoral es Piñera"
A casi una semana de la derrota de Evelyn Matthei, el senador electo de RN hace un duro análisis de las causas del resultado. De cara a los próximos cuatro años, dice que apostará por ganar el debate de las ideas y que desde el Congreso defenderá los fundamentos de la centroderecha. Descarta, además, presidir Renovación Nacional.
"Lo primero que se evalúa en una elección es la continuidad o el cambio del gobierno en ejercicio". Andrés Allamand lanza la premisa y luego la conclusión: "Es evidente que el principal responsable del fracaso electoral es el Presidente Piñera y su gobierno". A casi una semana de la derrota presidencial de Evelyn Matthei frente a Michelle Bachelet, el senador electo por Santiago Poniente hace un lapidario análisis de las causas del resultado y las más severas apuntan al principal inquilino de La Moneda.
Evelyn Matthei dijo que ella era la responsable de la derrota. ¿Está de acuerdo?
A ver, tal frase habla bien de ella, sin embargo, mi convicción es que cuando se sufre una derrota tan grande, en la que se pierde un millón y medio de votos en cuatro años, el fenómeno se desata mucho antes. Estoy convencido de que empezamos como centroderecha y como gobierno a perder adhesión el 11 de marzo del 2010 y, en consecuencia, lo que corresponde en esta etapa no es fijar la mirada en los últimos 90 días o, si se quiere, 180 días, sino tener una mirada más larga y reflexiva para aquilatar bien las causas de esta derrota y poder sacar las lecciones que corresponden.
¿Cuáles serían esas causas?
Hay consenso en que las razones profundas de esta derrota deben buscarse en el déficit político y graves errores comunicacionales. Y tras ellos hay, a lo menos, cuatro razones que explican esta derrota.
Primero: la desatención del debate de ideas en la sociedad. El gobierno asumió que simplemente atiborrando a la ciudadanía con cifras de buen desempeño económico iba a mantener su confianza y no observó la profundidad de los debates ideológicos que surgieron en la ciudadanía y luego no reaccionó adecuadamente ante ellos. Por ejemplo: hace cuatro años, plantear la ilegitimidad de la Constitución era apenas el planteamiento de una minoría radicalizada. El alza de los impuestos como panacea universal para combatir la desigualdad no aparecía ni siquiera en el programa de Eduardo Frei. En estos ejes, que fueron fundamentales durante la campaña, la centroderecha sufrió graves derrotas. Sus posiciones retrocedieron, no se defendieron adecuadamente y no se transmitió el mensaje que correspondía.
La segunda razón tiene que ver con el menosprecio al rol de los partidos en una democracia, y aquí no hay que utilizar eufemismos: el gobierno de Piñera menospreció a los partidos desde el día uno, y para reafirmar tal concepto, basta simplemente recordar la conformación del primer gabinete, donde prevalecieron los técnicos y se despreció la experiencia política.
Tercero: la nueva forma de gobernar se desprestigió muy rápido producto de dos fenómenos: la grandilocuencia con que se abordaron las políticas públicas y la efectividad de la llamada letra chica. De la letra chica se ha dicho suficiente, pero en la grandilocuencia todavía hay que insistir. Todos los presidentes cargan con el peso de declaraciones desafortunadas; la del Presidente Piñera es "en 20 días hemos hecho más que la Concertación en 20 años". Pero no sólo eso: qué razón había para señalar que el censo era el mejor de la historia, o que el Gane, Gran Acuerdo Nacional para la Educación, del cual nadie tiene memoria, era la forma de rotular una reforma que no se hacía cargo ni por asomo de los problemas de la educación. Por lo tanto, creo que la arrogancia y la letra chica nos pasaron la cuenta.
Y cuarto: desde el día uno hubo expectativas que no se pudieron satisfacer, sobre todo en el ámbito de la lucha contra la delincuencia, que había sido una de las promesas fundamentales del actual Presidente.
Desde La Moneda, el ministro Andrés Chadwick, primero, y la vocera Cecilia Pérez, después, dijeron que el gobierno estaba para gobernar y los partidos para las elecciones.
Esa es una afirmación absurda. En una elección presidencial, por supuesto que se analiza el perfil de los candidatos, las propuestas programáticas, pero no nos engañemos, no nos hagamos trampa al solitario: lo primero que se evalúa en una elección es la continuidad o el cambio del gobierno en ejercicio, por lo tanto, que los voceros de La Moneda no pretendan realizar en esto acrobacia intelectual, no hay ninguna duda de que una elección presidencial juzga el desempeño del gobierno en funciones. ¡Quién lo puede negar! Hacerlo es absurdo. Entonces, es evidente que el principal responsable del fracaso electoral es el Presidente Piñera y su gobierno.
Usted fue parte de ese gobierno. Algo de culpa tendrá...
Fui parte del gobierno y después fui candidato presidencial y, en consecuencia, no me excluyo de las responsabilidades que me pueden competer, pero, insisto, aquí nadie se puede lavar las manos, mucho menos el gobierno.
¿Desde cuándo tiene este juicio tan crítico del gobierno? Se lo pregunto porque cuando fue candidato presidencial en las primarias, usted decía que el gobierno ha hecho la pega y la ha hecho bien.
Lo reafirmo hoy día. Varios de estos argumentos me valieron las más duras críticas de varios personeros de la centroderecha. Creo haber sido el primero en advertir que el menosprecio a los partidos le iba a pasar la cuenta al gobierno. Dije que no se podía pretender ganar las elecciones con los partidos y gobernar con un grupo de ejecutivos de empresas. Y en cuanto a haber hecho la pega y haberla hecho bien, también lo reafirmo.
¿Pero no le parece contradictorio?
Para nada, porque al aludir al hacer la pega, fundamentalmente yo me refería a los aspectos de desempeño económico, de crecimiento, de mejorías en la competitividad, de generación de empleos.
Dice que uno de los errores es la desatención del debate de las ideas, sobre todo con las reformas a la Constitución y tributaria. ¿Eso quiere decir que su sector debería defender esas iniciativas?
Uno no resuelve los debates que emergen de la sociedad y pretender clausurarlos es completamente absurdo. Me sigue sorprendiendo la miopía de la centroderecha, que yo la anclo en reminiscencias del cosismo, al negarle toda importancia al debate constitucional, como si éste simplemente no existiera. No sé de dónde nuestros dirigentes sacan la idea de que a la gente no le importan aspectos políticos de esta envergadura. Como lo asumen falsamente, hacen una u otra cosa: o ignoran el tema porque no lo consideran importante, o hacen algo peor, incurren en una suerte de descalificación que muchas veces es fronteriza de la campaña del terror. Por eso el resonante triunfo electoral que tuvieron Karol Cariola, Giorgio Jackson, Camila Vallejo y Gabriel Boric, porque para ellos sí fue importante la reforma constitucional, la gratuidad en la educación.
Le insisto: ¿ahora va a defender esas ideas?
No, no es eso. El punto es la falta de humildad de nuestros dirigentes para captar lo que la ciudadanía considera relevante o no. Me explico: muchos de mis amigos ministros, y espero que no se enojen con esta afirmación, cuando parten en la mañana rumbo a sus oficinas, leyendo los diarios, simplemente se sorprenden porque los ciudadanos no adviertan el extraordinario gobierno que han hecho. Y llegan a sus oficinas y dicen: "Qué mal informados, qué malagradecidos son los chilenos, que no se dan cuenta de lo bien que lo hemos hecho". Estoy seguro de que si hubieran hecho una semana de trabajo electoral en la calle, si hubieran ido a una feria, conversado con la gente, tendrían unapercepción diferente.
Pero al parecer sus ideas son minoría en su sector, porque por algo perdió la primaria.
Yo en la primaria dije que la forma de ganar la elección presidencial era hacerlo en el terreno del debate de las ideas y, claro, perdí por una mínima ventaja esa primaria. Y la perdí, todo el mundo sabe dónde, en tres comunas: Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea. Y quiero decir, claramente, que es en ese sector donde peor se entienden los fenómenos de cambio, de ideologización, politización de la sociedad. Hay sectores de la centroderecha que asumen que la sociedad actual es desideologizada y que únicamente le importa su ingreso directo, y que temas abstractos como la desigualdad, la distribución del ingreso y la solidaridad no están en su menú mental. Eso es un tremendo error. El cosismo fue una respuesta de los 90, el énfasis en la gestión tuvo su pequeño auge junto al fin de los gobiernos de la Concertación, que precisamente mostraron una gran debilidad en la gestión. Pero hoy lo fundamental es el debate de las ideas.
¿Dijo esto al interior del gobierno?
Si se revisan mis argumentos en los últimos años, se va a encontrar que gran parte de estas ideas yo las he expuesto, pero admito que lo debí haber hecho con mucha mayor fuerza, especialmente cuando estuve en el gobierno. Claro, la autocrítica que me hago es que debí desplegarme con mayor intensidad, pero, ojo, que para nadie en el gobierno estas ideas que expongo son novedad.
Se le nota con un grado alto de desafección al gobierno.
Yo estoy aún asimilando la gran derrota que como centroderecha hemos sufrido. Trabajamos arduamente por 20 años para alcanzar el gobierno y darle al país un horizonte de progreso importante, y siento que esa oportunidad se frustró y, en consecuencia, mi estado de ánimo no es de resignación, sino que de rebeldía, porque estoy convencido de que las cosas se debieron hacer de otra manera.
Culpa al Presidente, pero usted, pese a ser un dirigente histórico de la Alianza, casi no se apareció en la campaña de Matthei. De hecho, se fue de vacaciones después de la primera vuelta.
A ver, mi aporte fue significativo y así lo reconoció la propia candidata. De partida, si no me juego a fondo, Renovación Nacional jamás la habría proclamado como su candidata, ya que hasta hoy muchos dirigentes de RN consideran que fue una candidatura impuesta por la UDI. Posteriormente, participé en la campaña en primera vuelta, entregué mis propuestas programáticas, hice mi mayor aporte, precisamente compitiendo en la circunscripción más compleja del país, como es Santiago Poniente, donde junto a Pablo Zalaquett obtuvimos la más alta votación para la centroderecha. El mismo 17 de noviembre señalé mi plena disposición a colaborar en la segunda vuelta...
Pero se fue de vacaciones...
Me tomé exactamente tres días de vacaciones, que de verdad los necesitaba, pero más allá de eso, me pareció adecuado el diseño de recambio general que resolvieron Joaquín Lavín y la candidata, y lo apoyé desde el primer día. Posteriormente, mantuve todos mis equipos en el terreno. Y, por último, ahí están los resultados. En mi circunscripción, Evelyn Matthei creció más que en el promedio de todo el país.
Sin embargo, hay quienes dicen que a la candidata se la dejó sola.
Yo no creo eso. En lo que a RN respecta, hizo lo que correspondía, y muchas de las figuras más relevantes del partido tuvieron roles en el comando de la candidata desde la primera vuelta y en la segunda. Yo apuntaría en otra dirección; recordemos que en septiembre hubo declaraciones que complicaron mucho a la candidata.
¿Se refiere al Presidente, cuando habló de los cómplices pasivos?
Yo no he logrado calibrar cuál es el impacto que los discursos y las declaraciones del Presidente Piñera tuvieron en la candidatura de Evelyn Matthei. Lo que yo sí he manifestado es que esas declaraciones, y me estoy refiriendo particularmente a cuando el Presidente habló de cómplices pasivos, me parecieron parciales y muy autocomplacientes. ¿Por qué parciales? Porque en el fondo de esas palabras quedó la siguiente conclusión: durante el gobierno militar sólo existieron los que votaron por el No y los cómplices pasivos. Y eso es particularmente injusto para RN, porque RN y yo mismo, que encabecé el partido durante ese período, jamás fuimos cómplices pasivos de la violación de los derechos humanos bajo ninguna circunstancia. Y digo que fue autocomplaciente porque cuando uno formula un juicio tan crítico respecto de quienes lo apoyaron durante 20 años para asumir la presidencia y que formaron el núcleo duro de su propio gabinete, uno debe preguntarse qué hizo durante ese período, y la verdad es que durante la dictadura el Presidente Piñera hizo poco y nada; fue un empresario activo.
Dice que no fueron cómplices pasivos de la violación de los derechos humanos, pero votaron por el Sí, para que Pinochet siguiera en el poder.
Siempre voy a asumir las consecuencias de mis acciones y no voy a entrar en el oportunismo en que entran ahora muchos que, no obstante que eran fanáticos del Sí, ahora se dan vuelta la chaqueta. Yo sabía que el Sí no era la mejor opción, pero consideré, siguiendo la opinión casi unánime en RN, que era un camino mejor que el No. Pero, más que eso, al asumir esa decisión, siempre tuve claro que íbamos a tener un rol fundamental que desempeñar en RN. Sin nosotros, sin haber gatillado junto a la DC el proceso de reformas constitucionales, sin el rol que me tocó desempeñar la noche del 5 de octubre, la historia de nuestro país se habría escrito de otra manera. Por lo tanto, cada vez que me preguntan, digo lo mismo: asumo que voté que Sí, y reafirmo que hice por la democracia en Chile mucho más que quien se ufana por simplemente haber votado que No.
¿No cree injusto decir que el Presidente hizo poco y nada durante la dictadura, dado que él manifestó que votaba por el No y participó de actos en contra de Pinochet?
Para alguien con tantas capacidades, recursos personales y de los otros, haber participado de un par de manifestaciones es poco y nada.
Decía que no siente desafección al gobierno, pero parece que sí la tiene respecto del Presidente...
No, no es así. No tengo ninguna desafección, porque siempre separo los aspectos personales de los políticos. No hay duda que tengo diferencias marcadas con el Presidente, pero no las llevo a lo personal. Nos conocemos hace 30 años y siempre hemos separado lo político de lo personal.
Es inevitable pensar que con sus críticas al Presidente se está proyectando una disputa por el liderazgo del sector de cara al 2018.
Yo estoy convencido de que el Presidente Piñera ha optado por iniciar la pavimentación de un camino que pueda conducirlo a una segunda candidatura presidencial. Negarlo es tapar el sol con un dedo; él está en su derecho de hacerlo y está en su derecho de escoger el camino de la fundación como instrumento. Pretender negar que el Presidente Piñera va a tener una gravitación importante en la centroderecha en el futuro es tan absurdo como no admitir que, en la práctica, en esa fundación está el embrión de una nueva candidatura presidencial.
¿También es de los que se arrepienten de haber votado por Piñera?
No, no me arrepiento de haber votado por el Presidente Piñera, al revés. Sigo convencido de que en 2009 era la única figura de la centroderecha que podía ganar la elección presidencial, y por eso lo apoyé con mucha fuerza. Y tampoco descarto apoyarlo si en cuatro años más es la mejor carta para nuestro sector. La experiencia enseña que muchas veces en política uno no siempre vota por el que más le gusta, sino que por el que la responsabilidad dice que hay que apoyar.
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