Arder, el libro que reúne la obra visual de Pedro Lemebel
El volumen saldrá en enero, a dos años de la muerte del artista que hizo crítica social en su creación literaria y en sus performances.
Estando en silla de ruedas, en las últimas semanas de su vida, frente a un grupo de amigos, Pedro Lemebel hizo una performance final en la clínica. A una amiga le pidió el delineador de ojos, a otra un collar, a otra un cintillo y con una manta cubrió sus piernas.
"Tómenme fotos", dijo el cronista ante el inédito registro, donde quiso mostrar la vejez de Frida Kahlo. "La comodidad me pone triste. Mi vida es la urgencia", había señalado hace una década Pedro Lemebel haciendo verídicas sus palabras días antes de su fallecimiento ocurrido el 23 de enero de 2015, producto de un cáncer, a los 62 años.
Su rostro travestido como la pintora mexicana Frida Kahlo forma parte de una de las imágenes más emblemáticas de su producción visual. La fotografía tomada por Pedro Marinello fue parte de la inauguración de la exposición Museo abierto, realizada en el Museo de Bellas Artes, en 1990. Luego la foto ilustró la portada de su libro Adiós mariquita linda, en 2004. Seis años después la banda argentina de rock alternativo, Boom Boom Kid, promocionó uno de sus conciertos con la imagen de Lemebel como Frida, empapelando la ciudad de Buenos Aires.
Esa imagen intervenida por la urbanidad es ahora la portada de Arder, el volumen en edición bilingüe (español-inglés), que reúne su trabajo visual en base a performance, creadas a lo largo de casi 30 años, como Pisagua, Araña de rincón, Alacranes en la marcha y Desnudo bajando la escalera.
"Pedro fue, en la historia reciente del arte chileno, un manifiesto. No un militante, sino un partido. Una individualidad sin tranza que hizo suyas las causas de las minorías, y de las mayorías tratadas como minorías", apunta el escritor Patricio Fernández al inicio de Arder. Además, se incluyen ensayos de Fernanda Carvajal, Diego Zúñiga y Nelly Richard.
"Arder es la edición que hace Lemebel de su propia obra visual, su fina selección", dice Pedro Montes, dueño de galería D21. Allí, a fines de 2014, se montó por primera vez la muestra del mismo nombre, que luego se exhibió en Metales Pesados Visual y este año en el Museo de la Memoria.
"El diálogo de su trabajo escrito con el visual es total. Pasa de la escritura a la performance y a la fotografía de manera natural. Lo que no expresa con palabras lo hace con actitud, con movimiento, con luz, con fuego, es lo mismo, no hay distinción alguna", dice Montes, quien trabaja en la producción final del libro Arder, donde además colaboró el poeta Sergio Parra y Jorge Mardones, hermano del escritor.
"Las Yeguas del Apocalipsis nunca tuvieron cercanía -ni intelectual ni afectiva- con los referentes de la Escena de Avanzada: Leppe, Dittborn, Altamirano, Rosenfeld o el grupo CADA, para sólo mencionar a algunos. Vivían como pesantez el rigor analítico de esas prácticas neovanguardistas cargadas de autorreflexividad crítica", anota Nelly Richard, refiriéndose a los antecedentes de Lemebel en la performance con Las Yeguas del Apocalipsis, la dupla que formó con Francisco Casas.
Pero la labor en solitario del autor de Loco afán se remonta a 1987. Una fotografía de Luis Navarro lo inmortalizó en una marcha pública. Lemebel con un corsé oscuro, maquillado, de rostro albo, con alas de paloma lleva en sus manos la bandera del Partido Comunista. Ya en los 90 volverá sobre el símbolo del PC. Esta vez tatúa su rostro con la hoz y el martillo en una acción denominada Manifiesto, imagen que luego acompañó la publicación de su escrito Hablo por mi diferencia.
"Eligió adornar con esta ideografía sólo una mitad de su cara, dejando que la otra mitad del rostro al descubierto pudiese arrepentirse en libertad de cualquier sujeción programática", señala Nelly Richard en Arder.
También están las fotografías del cronista con una corona de jeringas, marchando en Nueva York en una performance llamada Alacranes en la marcha. Es 1994 y se conmemora el 25 aniversario de los Disturbios de Stonewall. Lemebel lleva una bandera con el mensaje: "Chile return aids".
Corazón molotov
El inédito volumen, que llevará la leyenda de Boom Boom Kid, conserva trabajos fundamentales de Lemebel asociado a su compromiso con los derechos humanos. Como Pisagua, donde el artista camina por una tela blanca y sus huellas van dejando la marca de color rojo. Un tributo a los detenidos desaparecidos. Performance que quedó grabada en el documental Corazón en fuga, de Verónica Qüense.
El libro recoge tres producciones de 2014. Un año agitado para Lemebel, quien fue presentado al Premio Nacional de Literatura, expuso en la Bienal de Sao Paulo, en Brasil, y además ejecutó tres de sus obras.
Araña de rincón (o salmo del camello y la aguja) es una de ellas y transcurre en el Cementerio General de la capital y alude a la diferencia de clases. Entre los muros de un mausoleo se cuela la luz. Un espacio reducido al que el artista le da la espalda. "Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios", señala el citado evangelio de San Mateo.
En un día de madrugada Lemebel, desnudo al interior de un saco marinero, rodó envuelto en llamas por las escalinatas del Museo de Arte Contemporáneo del Parque Forestal. La acción se llamó Desnudo bajando la escalera, un homenaje a la figura de Sebastián Acevedo, quien desesperado por la detención de sus hijos por agentes de la dictadura, se inmoló en la Plaza de Concepción, en 1983.
En el último invierno de su vida, Lemebel realizó Abecedario, en la pasarela peatonal del Cementerio Metropolitano. Dibujó las letras del abecedario con neoprén, para después encender cada letra manuscrita. "Siempre he usado fuego y neoprén, por toda la carga simbólica que tiene ese pegamento inflamable desde la dictadura; la droga del tolueno para el hambre, los jóvenes cesantes, la barricada, el corazón molotov", explicó el autor sobre sus materiales.
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