Belén Gopegui: "Todos nos preguntamos si el adulto que somos nos traicionó"
Deseo de ser punk es la séptima novela de la aplaudida novelista y guionista española, autora de La escala de los mapas y Lo real.
Muere el jefe indio Toro Sentado, y el poeta español Leopoldo María Panero escribe: "No hay tambores que anuncien su llegada a las grandes praderas. Deseo de ser piel roja". Este hermoso verso sirve de epígrafe y referencia en Deseo de ser punk, el último libro de Belén Gopegui (Madrid, 1963). La novela habla sobre la difícil juventud y toma la forma de una larga carta escrita por Martina, una joven de 16 años. Ella se enfrenta de golpe a la necesidad de superar la soledad, el sin sentido de vivir y de morir.
Considerada en España una autora ineludible y la mejor de su generación, Gopegui es autora de Lo real, que ahora llega en edición de bolsillo y que el 2001 fue finalista en el premio Rómulo Gallegos. Aquí también hay una narradora que se enfrenta al mundo, esta vez para forjar una ética que desarticule la falsedad personal en la aún más falsa esfera pública: se trata de periodistas y gente de televisión.
Más interesada en hablar de lo actual que en reconstruir la historia, Gopegui escribió en El lado frío de la almohada sobre otro tema candente: la vida política en la Cuba, en una intriga de diplomáticos y agentes que polemizó por su vindicación a la para muchos decrépita Revolución Cubana. En El padre de blancanieves, en tanto, se hizo cargo de la difusa relación entre lo privado y lo público de la mano de una profesora que perjudica seriamente a un inmigrante ecuatoriano.
Desde Madrid, Belén Gopegui se refiere a Deseo de ser punk, donde el inconformismo se sostiene en el rock como lo único inviolablemente cierto. El relato le debe a El guardián en el centeno de J.D. Sallinger y a las canciones de Iggy Pop, y transcurre entre la incomprensión de leer El extranjero de Camus a los 15 años y la falta de espacios íntimos y compañía real.
Esta novela habla del desajuste de lo personal con el mundo ¿De ahí sale este deseo de ser punk?
A veces, al fondo de la voz que escribe, oía la canción de los Clash que dice "Londres llamando a las ciudades lejanas, ahora que se ha declarado la guerra y viene la batalla". De la conciencia de que algunas palabras están ya demasiado gastadas para la batalla nace, quizá, el deseo.
¿Cómo lograste sacar la voz de una chica de 16 años?
"Todos nosotros somos niños muertos, clavados en la balaustra como por encanto", escribe Leopoldo María Panero, y también somos adolescentes y se diría que estamos ahí, mirando a nadie, preguntando si el adulto que somos nos traicionó.
Los jóvenes parecen muy indiferentes a lo que pasa. ¿No piensan que lo político, por ejemplo, les da bastante igual?
No creo que les dé igual. Pero los cauces son difíciles. Nuestra generación ha dificultado esos cauces. Al menos en España, apenas hay espacios comunes que no estén ligados al consumo.
El punk se resumía en la sensación de que no hay futuro. Pero Martina no parece tan contestaria.
Martina está en una espiral hacia lo social que es también una espiral hacia una de las formas de entender el punk. Recordemos que el punk, como cualquier movimiento contracultural, fue asimilado y reconvertido en música comercial a principios de los 80. Pero hay algo que ha permanecido libre, que va más allá del estilo musical: el punk como estado de ánimo, un estallido que puede quedar en nada o generar una espiral hacia la rabia organizada.
La música articula la novela, pero no hay mucho punk: no están los Clash, ni los Sex Pistols, ni Buzzcocks.
Los Clash han estado muy presente durante la escritura de la novela. Algunas de sus letras se adaptaban muy bien al impulso del texto ("me ofrecieron la oficina, me ofrecieron la tienda, las oportunidades de verdad son las que no te ofrecen"). No obstante, Iggy Pop es, en sí mismo, una metáfora que apenas necesita ser explicada: la furia de los Ramones, la clarividencia de los Clash, el no future de los Sex Pistols, están presentes en el gemido desafiante de Iggy en sus primeros discos. No es un gemido en busca de consuelo, no; es un desafío. Martina intenta convertir la expresión en acción, que la vida interior desemboque en la exterior, aunque no sea fácil.
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