Bellow de cuerpo entero: llegan los cuentos de un auténtico clásico
Cuentos reunidos recoge lo mejor del Ganador del Nobel 1976. Su estilo: el humor, el sentido de la historia y los retratos de vidas marcadas por el siglo XX americano.
"Me gustaría olvidar todo sobre el recordar", dice calculadamente el narrador del cuento El contacto Bella Rosa. Viejo, cansado, "en los años del crepúsculo", decide volver al pasado una vez más para contar la historia de Harry Fonstein, un judío que se salvó del nazismo en la II Guerra Mundial gracias a la intervención de Billy Rose, una celebridad de Broadway. Pasan los años y Fonstein, ya convertido en un próspero hombre de negocios, quiere darle las gracias a Rose. Pero este nunca lo recibe, porque hacerlo implica volver al pasado.
Considerada una joya del cuento americano, la historia fue firmada en 1989 por Saul Bellow cuando se empinaba en los 75 años. Tenía sus años, pero ni se le ocurría dejar de recordar.
Alabado por Harold Bloom, Philip Roth y J.M. Coetzee, entre muchos otros, Bellow (1915-2005) ha terminado de instalarse como uno de los narradores decisivos del siglo XX estadounidense. Nadie mejor que él y William Faulkner, según anota el crítico James Wood en el prólogo de Cuentos reunidos, volumen que recoge los mejores relatos del premio Nobel de 1976. Disponible en Chile como una novedad de la Feria del Libro de Santiago, el título da cuenta de una zona de su obra ensombrecida por sus novelas. Bellow empezó tarde en el cuento: tenía 53 años cuando publicó su primer libro de relatos, Memorias de Mosby. Ya había escrito un par de clásicos contemporáneos: Las aventuras de Augie March y Herzog.
POSTALES DEL PASADO
Publicado originalmente en 2001, Cuentos reunidos fue preparado por un Bellow de 86 años que aspiraba a una síntesis general en el modelo del escritor y la escritura. "Ya lo hemos oído todo. El tiempo escasea", anota en el epílogo, donde propone a un autor ideal, a alguien que haya experimentado todo: "Un escritor así no molestará a nadie con sus propias vanidades, no hará gestos innecesarios, no se permitirá ningún manierismo, no perderá el tiempo del lector. Escribirá con la mayor brevedad posible", dice.
Aunque nada de breve (13 cuentos en 600 páginas), Bellow destila experiencia en este volumen. Nacido en Canadá, se mudó a los nueve años a Chicago, la gran ciudad de su obra. Cronista de la vida judía en América, se casó cinco veces, fue de izquierda, pero terminó ligado al conservadurismo, rabiando contra posmodernos y multiculturalistas. Murió en 2005, en un tiempo que no era el suyo. Venía mirando al pasado y sus cuentos lo atestiguan.
En Algo por lo que recordarme, un viejo narrador recuerda su vida en un día de febrero de 1933: el Chicago de la ley seca y la depresión marcan su solitaria adolescencia. Una sinopsis del siglo XX atraviesa Memorias de Mosby, cuento en que William Mosby busca un poco de humor para escribir su vida. En Primos, los lazos de sangre acorralan a Ijah, abogado estrella de televisión, que se ve obligado a ayudar a un primo que sólo conoció de niño. Una y otra vez, Bellow repasa las vidas de sus contemporáneos: en Zetland, impresiones de un testigo, narra la historia de Isaac Rosenfeld, su mejor amigo de juventud, un marxista genial, que murió prematuramente. "La memoria es la vida", dice el narrador de El contacto Bella Rosa, y pareciera que fuera el propio Bellow el que hablara, revelando el sistema de sus cuentos: con humor oscuro, sin miedo al drama y mucho sentido de la historia, construye postales del siglo XX americano que permanecen inmortales.
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