Bolt, Gutiérrez y Cabañas: Los resucitados del deporte
Enfermedades y accidentes no pudieron detener sus carreras. Jonás Gutiérrez es el último de una lista de nombres que se ganaron el respeto del mundo, por el coraje exhibido para superar sus males.
"Te gané, cabrón". Ésa era la portada que una publicación digital española hizo, hace días, por el retorno del volante argentino Jonás Gutiérrez al fútbol activo. Al jugador del Newcastle United inglés le encontraron un tumor en un testículo en 2013, que lo obligó a retirarse de la práctica activa para seguir un tratamiento, extirpación mediante. "Cuando me confirmaron que tenía cáncer, me fui a casa llorando", dijo, el año pasado, a TyC Sports.
Recién a principios de marzo, el Galgo, como le dicen, volvió a jugar. El St. James' Park del Newcastle lo recibió con una ovación, y hasta recibió la jineta de capitán al entrar al terreno de juego. El resultado del partido fue lo de menos (perdió por la mínima ante el Manchester United). Gutiérrez había ganado el que considera "el partido más difícil que me tocó jugar".
No es el único. De hecho, Gutiérrez, que cuando niño sufrió parálisis en una mitad de su cuerpo y que llegó al fútbol para ejercitarlo, se inscribe en una larga lista de deportistas que, ya sean enfermedades o accidentes, han tenido que detener su carrera momentáneamente o han seguido en la actividad, conviviendo con su mal, y ganándose el respeto y la admiración de todos.
Usain Bolt es uno de ellos. El hombre más rápido del mundo tiene escoliosis y, aunque no se retiró por esto, debe lidiar con esa condición, que le tiene la columna desviada. El jamaiquino, incluso, posee una pierna, la derecha, un par de centímetros más corta. No fue fácil. Bolt sufría con los dolores lumbares, que combatió con intensos trabajos en la zona abdominal, para endurecer la musculatura de esa zona. Así, ha limitado el dolor y le ha permitido dominar el atletismo de velocidad.
Otro atleta, Dai Greene, sufre de epilepsia. El británico de 28 años, especialista en los 400 metros vallas, fue diagnosticado con esta enfermedad cuando tenía 17, tras años de insomnio y alcohol. Además de seguir un tratamiento adecuado, Greene comenzó a hacer atletismo, y su nombre es uno de los más reconocidos en Gran Bretaña. En Londres 2012 no ganó medallas, pero sí la admiración de sus pares, siendo nombrado capitán del equipo británico.
Hay otros que se ganan la admiración, pero que después la convierten en repudio. Lance Armstrong le demostró al mundo que sí se podía superar todo cuando, en 1996, le encontraron cáncer testicular con metástasis en un pulmón y el cerebro. Los doctores, pesimistas, le dieron un 40 por ciento de sobrevivencia. Pero el texano, siguiendo un tratamiento de quimioterapia que no dañara su capacidad pulmonar, volvió dos años después al ciclismo, y conmocionó al mundo cuando venció siete veces consecutivas en el Tour de Francia. Su mito, finalmente, se destruyó cuando reconoció públicamente que se dopó en las siete victorias. La Unión Ciclista Internacional lo castigó de por vida, quitándole sus trofeos, el Comité Olímpico Internacional lo despojó del bronce en la contrarreloj de Sydney 2000, y sus auspiciadores se esfumaron.
También hubo casos en que los accidentes suspendieron brillantes carreras. En la Fórmula Uno, el riesgo va incluido siempre, y Niki Lauda lo sabe. El piloto austríaco, campeón del mundo en 1975, se encaminaba a defender con éxito su corona, pero en agosto de 1976, en el Gran Premio de Alemania, su Ferrari se fue contra un muro de la pista de Nürburgring y se incendió. Ayudado por tres competidores, Lauda salió con graves quemaduras en su rostro, cicatrices que aún persisten. Pese a la gravedad del hecho, Lauda volvió a las pistas el 12 de septiembre. No pudo revalidar el título ese año, pero fue campeón en 1977 y 1984.
Igual de dramático fue lo de Salvador Cabañas. El delantero, que tuvo un paso por Audax Italiano y que era ídolo en el América de México, se vio envuelto en un confuso incidente en un club nocturno, en enero de 2010. Un balazo en la cabeza detuvo la brillante carrera del paraguayo, y lo tuvo al borde de la muerte. Tras 36 días hospitalizado, Cabañas recibió el alta, pero quedó con permanente secuelas cognitivas, lo que no le impidió volver al fútbol, defendiendo a clubes locales como el 12 de Octubre y el General Caballero. En 2014, se retiró definitivamente, debido al esfuerzo que le significaba entenderse con sus compañeros. El autor del disparo, el narcotraficante José Balderas Garza, fue detenido por el hecho.
En Chile, también hay casos de deportistas que han vencido a enfermedades. Al velocista Cristián Reyes le detectaron cáncer testicular el año pasado y, tras varias sesiones de quimioterapia, volvió a la competencia tras meses de tratamiento. "La vida me ha enseñado a levantarme y salir adelante", decía a La Tercera en mayo pasado. Otros conviven con males, como la atleta María Ignacia Montt, que tiene diabetes, y el tenista Gonzalo Lama, que posee el Mal de Crohn.
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