El caso de Venezuela renueva el protagonismo de la OEA

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Las discusiones sobre la situación en el país petrolero han dividido a los países del organismo en dos bandos irreconciliables.




Cuando el ex canciller uruguayo Luis Almagro asumió como secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), en marzo de 2015, prometió renovar y recuperar el protagonismo del ente regional. Y hasta ahora, ha ejercido un liderazgo bastante diferente al de José Miguel Insulza.

Dos años después, no se puede hablar de renovación, pero la organización sin duda ha ganado protagonismo. Eso especialmente en las últimas semanas por el informe y las propuestas de Almagro sobre la situación de Venezuela, incluida la aplicación de la Carta Democrática que podría llevar a la suspensión de ese país de la OEA, y por el cruce entre los embajadores para tratar el caso venezolano tras la decisión de Tribunal Supremo de Justicia (que luego fue retirada) de suspender los poderes de la Asamblea Nacional, controlada por la oposición al gobierno de Nicolás Maduro.

Durante décadas la OEA fue un club de países caracterizado por la inercia política, donde la voz de Estados Unidos sonaba muy fuerte, y un foro sin mayores debates y controversias, salvo la expulsión de Cuba, en 1962. Sin embargo, con el ascenso de gobiernos de izquierda en la década pasada en parte del hemisferio, como Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, Lula da Silva en Brasil o Evo Morales en Bolivia, aunque no se rompió el mecanismo burocrático y la lógica soñolienta que había imperado hasta entonces en la organización, si se tuvieron que buscar candidatos consensuados para ocupar la secretaria general.

Por eso tras la década del ex Presidente colombiano César Gaviria al frente de la OEA (1994-2004) y el lapso de la titularidad del costarricense Miguel Angel Rodríguez (quien renunció un mes después de asumir para enfrentar un proceso judicial en su país) y el interinato del estadounidense Luigi Einaudi, fueron medianamente pactadas la elecciones de dos políticos de izquierda como secretarios generales. Eso sí, de una izquierda moderada, que poco tiene que ver con la línea chavista. Ese es el caso de Insulza (2005-2015) y del uruguayo Almagro. Durante su gestión Insulza fue, por un lado, duramente atacado por Hugo Chávez y, por otro, cuestionado por negarse a intervenir en Venezuela.

Pero también Insulza fue cuestionado en su momento tras la destitución de Fernando Lugo en Paraguay, en 2012. En ese entonces, Moisés Naím afirmó: "Insulza dice que él es simplemente el coordinador de las intenciones y deseos de la OEA y que él no puede hacer nada sin que los países miembros digan qué hacer, tiene razón en ese sentido, pero también es cierto que el secretario general de un organismo como este tiene espacios de iniciativa y los críticos de Insulza dicen que él no lo ha hecho".

Pese a haber sido el ex canciller de José Mujica (muy amigo de los gobiernos bolivarianos) Almagro decidió entrar de lleno en la crisis venezolana. Y en su informe del 14 de marzo pidió suspender a Venezuela del organismo como última medida de presión para que el "desnaturalizado gobierno" de Maduro convoque elecciones.

El caso venezolano parece haber abierto una zanja en la misma sede de la OEA en Washington, que divide los países miembros en dos bandos irreconciliables: los que apoyan el informe crítico de Almagro y cuestionan abiertamente el gobierno de Maduro, y los que defienden al Ejecutivo chavista y que sostienen que lo que pretende hacer el secretario general de la OEA y los países que lo secundan es un abierto intervencionismo en un estado soberano.

Así se dio la inédita disputa por la presidencia del consejo permanente. Eso porque aunque había sido citado para una reunión de esa instancia para el lunes , el embajador boliviano Diego Pary Rodríguez, que asumió la presidencia temporal del consejo el sábado, decidió suspenderla unilateralmente. Sin embargo, algunos países lograron el quórum, se reunieron y, en ausencia del embajador boliviano, asumió el embajador hondureño, como decano de ese cuerpo, en ese momento. Fue así como el representante del gobierno de Evo Morales, acusó de "golpe institucional".

De esta forma la OEA se ha convertido en el foro internacional y regional más destacado y ardiente para tratar el caso de Venezuela, con enfrentamientos verbales y controversias de por medio. Un protagonismo que ha logrado opacar incluso a las anteriormente activas Unasur y la Celac.

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