Chefchaouen: El secreto mejor guardado de Marruecos
<img style="padding: 0px; margin: 0px;" alt="" src="https://static-latercera-qa.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/sites/7/200910/550385.jpg" width="81" height="13"> Vecina al sur de España, pero escondida entre cordones montañosos imposibles, esta pequeña ciudad desarrolló una personalidad única.<br>
Amir se parece bastante al Señor Barriga de El Chavo del Ocho. Tiene un abdomen abultado y es una buena persona con sonrisa fácil. Y aunque no es dueño de ninguna vecindad, ni nadie lo recibe nunca con un golpe, sí es el mandamás de un hostal que acoge a cientos de jóvenes huéspedes, que llegan en masa durante todo el año a su refugio en Chefchouen, pequeña localidad escondida entre los montes Tisouka y Megou de la cordillera del Rif, al norte de Marruecos.
Como a Amir le va bastante bien, se da el lujo de contratar a toda su parentela para que trabaje para él y para que sean ellos los que limpien y mantengan su Hotel Souika impecable, mientras se dedica a lo que más le gusta y que más dividendos le trae: vender a los abundantes turistas su famoso "chocolate marroquí", que orgulloso, asegura, es por lejos el mejor de la zona.
Sin vergüenza, Amir vende y vende su chocolate, que está lejos de ser cacao, sino que es ni más ni menos que hachís. Así se le dice aquí a esta droga de intenso color café, que en las montañas aledañas del pequeño y encantador Chefchaouen se produce por toneladas y que, al parecer, no es delito vender.
AZUL Y BLANCO
Aunque nadie sería capaz de quitarle el cetro de souvenir estrella al chocolate marroquí, Chefchaouen tiene mucho más que ofrecer. Con sólo 40 mil habitantes, esta localidad es uno de los lugares más atractivos de todo el norte de Africa. Su singular Medina fue diseñada por refugiados musulmanes y judíos exiliados desde Granada a fines del siglo XV, su idea fue pintarla completamente de azul y blanco y no sólo en sus laberínticos pasillos, sino también en sus suelos, escaleras, muros y marcos de ventana, entregándole hasta el día de hoy una atmósfera de irrealidad insuperable, de la que es posible despertar sólo gracias a la inagotable insistencia de vendedores de artesanía, dulces árabes, alfombras, o cualquier otro producto que pueda ser negociable con el turista.
Porque si bien es cierto que "Xaouen" -como también se conoce este lugar- es lejos de los pueblos más tranquilos de Marruecos, en donde el aire fresco abunda y es posible arrancarse para hacer un trekking improvisado por los alrededores, la actividad jamás se detiene por completo. Y si no es por las incesantes llamadas a rezar que expulsan como un horrible ruido gutural los parlantes de la Gran Mezquita, será porque un burro de carga se desbocó y corre por las estrechas calles dejando innumerables destrozos a su alrededor. Y si no es por eso, tampoco existirá igual alguna razón para que la calma nunca sea total, al menos bajo la luz del día.
En la noche la cosa cambia radicalmente y el pueblo se vuelve tranquilo como una foto. Se puede respirar el increíble aire puro de este lugar desde las azoteas de los hoteles, que son utilizados también como campamento para los turistas de menos recursos, quienes no dudan en pagar por un colchón con techo estrellado, en vez de una pieza por la cual seguro le van a cobrar el doble o el triple.
BATIDO CULTURAL
Geográficamente, Chefchaouen está bastante más cerca del sur de España que del icónico Marrakech, y la traducción en distancias desde las principales ciudades de Marruecos aquí se hace obvia. Por lo menos la gastronomía y arquitectura así lo demuestran. Aunque a la hora de comer siempre habrá opción de probar platos marroquíes clásicos, como el tajine (una especie de cazuela chilena pero en seco) y cous cous con pollo o carne, el aceite de oliva, los calamares apanados y las aceitunas de mesa nunca fallarán como un buen aperitivo.
Pero en Chefchaouen no sólo los españoles se han dado el lujo de poner su propia firma. Aunque este pueblo históricamente siempre estuvo dominado por la Madre Patria, fue también colonia francesa hasta 1956.
Eso sí, de los galos se aprendió sólo el idioma y alguna que otra maña hedonista, como el gusto por el trago, que aunque por cultura y religión les esté prohibido, los locales son capaces de hacer lo que sea por una botella. Incluso cambiarlo por una buena cantidad de "chocolate" o por una artesanía de considerable valor.
Ojo sí, siempre a escondidas.
DORMIR
Hotel Souika: Rue Souika Dpb Kadi Alami, f. 212-039986862 souikka@hotmail.com US$ 20 hab. doble.
Hotel Parador: Place El- Majsen, f. 212-039986136 parador@iam.net US$ 60 hab. doble.
Dato útil: en materia tecnológica Marruecos está bastante atrasado y Chefchaouen aún más. Un celular con cámara fotográfica o un reproductor MP4 vale oro y puede ser perfectamente trocado por artesanías, alojamiento o comida, así que no dude en dar rienda suelta a su faceta de negociante.
COMO LLEGAR
Vía Ryan Air desde Barcelona, Marsella y París se pueden encontrar vuelos diarios a Fez y Tangier desde 15 euros si se reserva con anticipación. www.ryanair.com. Buses desde Fez hacia Chefchaouen salen en diversos horarios. Se recomienda la compañía de buses CTM (Compañía de Transportes de Marruecos), que cobra 70 dirham (US$ 12)
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