Children of Nowhere, el montaje que revive a la oficina de Chacabuco
El director belga Fabrice Murgia rescata el pasado minero y político del pueblo fantasma.
Se obsesionó con el hallazgo de lugares inhóspitos, enmudecidos y donde la historia aún levanta polvo por los rincones. Es agosto de 2010, y el actor y director Fabrice Murgia, cabecilla de la compañía belga Artara, recorre a pie la mítica Ruta 66, que conecta Chicago con Los Angeles, en Estados Unidos. Hasta hace algunas décadas, el día y la noche marcaban apenas el relevo de los comerciantes y turistas en calles que jamás dormían. Sin embargo, cuando Murgia se vio ante las ruinas de un pueblo fantasma apoderado por una luminosa corrida de moteles baratos y una que otra prostituta descalza sobre la berma, supo que debía traerla su historia de vuelta al presente.
"En la última parte del viaje, sentí la necesidad de entrar en esos paisajes. Una búsqueda del silencio me condujo hacia una decena de pueblos fantasmas, en Texas, Arizona, Nuevo México y California", recuerda. Convencido de reflotar días pasados en esas y otras postales del abandono, tomó notas, imágenes y hasta se entrevistó con antiguos habitantes que se resistían a la modernización del entorno y el paso del tiempo. Así escribió Ghost road, montaje que estrenó en 2012 en el Rotterdamse Schouw-burg, y que desde hoy lo tendrá en el GAM, invitado por el Festival Santiago a Mil.
Para crear el montaje que aterrizará en Chile, Murgia estuvo en una residencia artística durante el 2014 y que lo introdujo por semanas en la extinta oficina salitrera de Chacabuco, en el Desierto de Atacama. Sediento y bajo el sol inclemente, comenzó a escribir Children of nowhere (Ghost road 2), un retrato íntimo del fantasmagórico norte chileno, protagonizado por la actriz Viviane de Muynck, narradora del montaje, y quien será acompañada por el cuarteto de cellos Aton' & Armide.
La historia es la de un hombre que vive solo con sus dos perros en medio de la nada. Su misión, además de recibir turistas, es vigilar sin pausa el antiguo poblado donde el salitre tuvo sus años dorados.
"Después de la depresión económica, y con el Golpe de Estado de 1973, Pinochet transformó la mina en un campo de concentración, donde hubo 1.800 prisioneros políticos, la mayoría médicos, abogados, artistas, profesores y trabajadores", anotó el director.
Su estadía lo acercó además a Juan Fuentes Botto, ex preso político en dictadura y quien lo acompañó en su silenciosa cruzada por el desierto. "El nos dejó sus confidencias, fuertes y comprometidas", cuenta Murgia. "Mi propuesta asocia bitácora de viaje, música, video y tratará de llevarnos al borde de la historias de Juan, a los poemas de Neruda y la voz de Violeta Parra", dice.
"Sueño con una serie de Ghost roads, con hombres y mujeres de orígenes distintos, queriendo afrontar el pasado, descosiendo su historia, la historia de un pueblo", cuenta.
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