Claudio Bravo: Una vida en 12 pasos
Aunque Claudio Bravo ha sido decisivo atajando penales en la Selección, esto no siempre fue así. En su paso por España, de 23 penales solo pudo atajar tres, los mismos que pudo detener en forma consecutiva en la semifinal del miércoles pasado contra Portugal. Aquí, compañeros y mentores analizan el recorrido de Bravo desde las series menores de Colo Colo hasta la cita en Rusia. La vida de un portero en 12 pasos.
Lo primero que le escuchó Claudio Bravo sobre penales a su preparador, Julio Rodríguez, fue que existían tres tipos de pateadores: aquel que le pega fuerte a la pelota sin preocuparse adónde va, aquel que sabe de antemano la dirección que le dará al balón y, finalmente, aquel que espera el movimiento del portero para rematar al otro lado.
Por esa época, a fines de los 90, cuando Bravo todavía era un niño que iba a entrenar desde Viluco al Estadio Monumental, practicar penales no era más que un juego. A Rodríguez le importaba reforzar otras cualidades en sus arqueros, aquellos aspectos que, a su vez, le habían sido transmitidos a él por su mentor como preparador de porteros, el holandés Frans Hoek. Esas características que realmente importaban eran un buen juego con los pies y la habilidad para interceptar balones aéreos, dos facetas que Rodríguez también estaba potenciando en otros jóvenes arqueros colocolinos mayores que Bravo, como Felipe Núñez y Eduardo Lobos. Atajar penales no era algo prioritario en el proceso formativo. "A Claudio no le gustaba particularmente entrenar penales. No le obsesionaba ese tema", recuerda Rodríguez, desde Estados Unidos.
Después de pasar momentos difíciles en las diferentes categorías de las inferiores de Colo Colo -donde muchas veces fue cuestionado por errores puntuales y su baja estatura-, Bravo comenzó a entrenar con el primer equipo en el año 2000, con apenas 17 años. Felipe Núñez, arquero histórico de Palestino y otro de los discípulos de Julio Rodríguez, tenía 21 años y fue su primer compañero de pieza en una concentración. Ambos admiraban al arquero holandés Edwin van der Saar, un portero sobrio que jugaba como hombre libre cuando su equipo tenía la pelota.
Núñez recuerda que desde mucho antes conversaba con su mentor sobre la proyección de Bravo, cuando este tenía apenas 12 o 13 años. "A esa edad es difícil saber si un jugador con condiciones va a poder llegar alto", recuerda Núñez. "Ser muy bueno no te asegura nada, porque muchos se quedan en el camino. Claudio rompió todo eso".
De ese verano de pretemporada, Núñez recuerda que Bravo, a pesar de venir de una zona rural como Viluco, "nunca fue ahuasado, aunque siempre fue tranquilo y respetuoso".
Al año siguiente, en 2001, Bravo siguió entrenando con el primer equipo, pero jugaba los fines de semana con la Sub 19 que dirigía Hugo González. Era el capitán de una buena generación de jugadores, en la que destacaban Jorge Valdivia, Gonzalo Fierro y Miguel Aceval, pero que terminó perdiendo la final contra Universidad de Chile. "Se vislumbraba a un arquero innato. Tenía un gran juego de pies. Le pegaba de sobrepique y no de voleo, que era lo más común en esa época. También cortaba muy bien los centros, que es lo que más recuerdo de su juego. Si cometía errores eran cosas menores, nada garrafal", dice González.
La redención de ese equipo llegó en una gira a Japón, donde fueron campeones tras derrotar a selecciones como Irlanda yal propio Japón. En una de las llaves decisivas, Bravo atajó un penal para darle el paso a la final al Cacique.
A partir de 2004, Bravo se apoderó de la portería del equipo profesional de Colo Colo.
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En 2005, la dirigencia de Colo Colo llevó a Alex Varas como suplente para que "empujara" a Bravo y ayudara a hacerlo un arquero aún más competitivo. La idea era concretar una venta al extranjero. Del tiempo que entrenaron juntos, Varas recuerda que Bravo mostraba grandes condiciones, pero que "todavía le faltaba algo de madurez, no perder el equilibrio". Hasta entonces, tampoco lo veía como un especialista en penales, pese a que ambos eran preparados por Marcelo "Rambo" Ramírez, conocido en los 90 por su talento para parar lanzamientos desde los 12 pasos. "Por esos años veía mejor a Johnny Herrera en ese aspecto", dice Varas, hoy representante de futbolistas.
La primera gran actuación de Bravo conteniendo disparos desde los 12 pasos llegaría al año siguiente, en la final del Apertura 2006, entre Colo Colo y Universidad de Chile. Ahí atajaría el recordado penal del colombiano Mayer Candelo, cuyo pique al balón fue frustrado por la rápida reacción de Bravo, que alcanzó a levantarse desde el suelo.
El fallo que no quedó tan firme en la memoria de los hinchas fue el del lateral volante izquierdo Hugo Droguett, apenas algunos momentos antes que el de Candelo: un disparo bajo, pero suave, que el portero colocolino capturó sin dar rebote. El zurdo se acuerda que Bravo se aprovechó de su frágil estado mental antes del disparo.
"Me puteó y así me puso nervioso. Me dijo 'se te va a ir, malo c...'. Yo creo que si no me ponía nervioso, no fallo el penal", revela Droguett, después de una década.
Para Julio Rodríguez, aquella temprana versión de Bravo todavía no mostraba el equilibrio y la paciencia para esperar el remate que el capitán de la "Roja" exhibe hoy, pero sí mostraba otro aspecto clave que lo convirtió en un atajador de penales: la fortaleza emocional.
"Claudio es muy fuerte mentalmente, no rehúye esas situaciones, le gustan", comenta su formador.
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A partir del partido con Colombia del 31 de octubre de 2005 en Barranquilla -que terminó 1-1-, Claudio Bravo se ganó el puesto de arquero titular de la Selección, como sucesor de Nelson Tapia. Mantendría esa posición en la Copa América 2007 y en el equipo de Marcelo Bielsa que clasificó al Mundial de Sudáfrica 2010, ya como capitán de la "Roja". Su liderazgo no se podía discutir. Luis Marín, uno de los dos arqueros suplentes para esa Copa del Mundo, lo grafica en un episodio ocurrido en mayo de 2010, antes de un amistoso contra México que terminó 0-1:
"Yo estaba nervioso por ser el Estadio Azteca y por el marco de público. Claudio se encargó de distender el ambiente, de tirarme algunas tallas para que me relajara un poco. Llegado el momento de elegir camiseta para salir a la cancha, me mostró la número 1 y la número 12. Me dijo que eligiera entre las dos, como probándome. Y yo elegí la 12, le dije que la 1 era de él, que yo jugaba por algo circunstancial. Nos reímos y me puse la 12".
Hasta entonces, Bravo no había vuelto a enfrentar definiciones a penales decisivas, como la del Superclásico de 2006, pero había vuelto a esbozar su habilidad para los penales en septiembre de 2008, cuando le desvió un remate a Ronaldinho en el Estadio Nacional. Chile igualmente perdió ese partido por 3-0.
En España, sus estadísticas de penales tampoco eran impresionantes. Después de 10 temporadas en La Liga, entre 2006 y 2016, Bravo atajó tres de los 23 penales que le tocó enfrentar: dos como arquero de la Real Sociedad -a Málaga en 2010 y a Valladolid en 2013- y uno en Barcelona -a Valencia en 2015-.
Ha sido gracias a sus actuaciones con Chile que su efectividad sube exponencialmente: ocho de 19 penales en torneos de clubes y selecciones. De esas ocho salvadas, seis fueron en los más importantes torneos de selecciones, como la Copa América, el Mundial y la Copa Confederaciones que se disputa en Rusia, donde Bravo atajó tres penales esta semana ante Portugal. Solo arqueros como el italiano Gianluigi Buffon y el argentino Sergio Goycochea tienen el mismo registro en torneos de ese nivel.
"No se puede enseñar a atajar penales, no hay una fórmula. Nadie puede decir algo así", opina Rodríguez, quien cree que Bravo se ha creado su reputación a punta de experiencia y estudio.
En los octavos de final del Mundial de Brasil 2014, Chile terminó los 120 minutos empatado 1-1 con el anfitrión y definió a penales. David Luiz, Marcelo y Neymar le anotaron; Willian la envió ancha, pero Bravo atajó con las piernas el remate de Hulk. En cada uno de los penales, el capitán se jugó a su izquierda, en una decisión que tomó con el cuerpo técnico de Jorge Sampaoli. Chile perdió esa definición 3-2 y quedó fuera.
Tiempo después, Julio Rodríguez le criticó esta estrategia. "Es la más simple, no necesitas estudiar nada", le dijo.
A partir de entonces, Bravo ha optado por estudiar más a los tiradores y esperar el remate hasta el último minuto. El análisis lo hace con los preparadores de arqueros de la "Roja" y también cuando está solo, usando programas especiales o viendo videos en YouTube.
Para la fase decisiva de la Copa América Centenario 2016, en Estados Unidos, Bravo quería reforzar lo estudiado junto a los dos preparadores de arqueros que tiene el equipo de Juan Antonio Pizzi, José Ovalle y Alex Witheley. Para eso le pidió a Rodríguez que le enviara algunos compactos de penales de las selecciones de Colombia y Argentina, los rivales de Chile en la semifinal y en la final, respectivamente. En el primer caso, el partido se decidió en los 90 minutos; en el segundo, fue necesario llegar a la serie de penales para definir al campeón. Varios de los ejecutantes estaban en los videos enviados por Rodríguez, incluidos Lionel Messi y Lucas Biglia, los dos que fallaron.
"Me sirvieron los videos. Gracias", le respondió Bravo a Rodríguez, tras adjudicarse su segunda Copa América consecutiva por penales.
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Este miércoles, en Kazán, poco antes de realizar su publicitada arenga, Bravo revisó junto a Alex Witheley unos papeles que le indicaban las tendencias de los pateadores portugueses. El equipo se veía tranquilo, a pesar del cansancio; el capitán lucía confiado, a pesar de estar recién saliendo de una lesión en el gemelo izquierdo y de haber vivido la temporada más difícil de su carrera a su arribo a Manchester City.
La infidencia revelada por Arturo Vidal después del partido, respecto de que Bravo les había asegurado a sus compañeros que atajaría "dos o tres penales", también la había escuchado Rodríguez en otras ocasiones. "Eso irradia confianza y se transmite a sus compañeros", dice.
Bravo se situó tres veces bajo los tres palos y atajó tres remates que le dieron a Chile la clasificación a la final de esta tarde. En el último de los remates, de Nani, el capitán chileno movió su mano derecha en el aire, bailó sobre la línea de gol, esperó y se arrojó a su izquierda para rechazar la pelota. Desde Portland, Rodríguez se acordó de uno de los dos penales que le atajó en 1982 a Miguel Angel Neira, de la UC, jugando por Audax Italiano. Dice que él y Bravo hicieron los mismos movimientos sobre la línea con 35 años de diferencia. Ese partido lo ganaron 2-1. Rodríguez terminaría ese campeonato con seis penales contenidos, la misma cantidad que Bravo acumula por la "Roja" en instancias decisivas.
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