Columna de opinión: Ricky Martin, A medio vivir
Esta semana el cantante puertorriqueño reconoció públicamente su homosexualidad.<br><br>
Freddie Mercury no tuvo otra que aceptarlo en una entrevista con la revista N.M.E., Elton John lo admitió a medias cuando en 1976 le dijo a la Rolling Stone que era "bisexual" y a Rob Halford, el rockero cantante de Judas Priest, lo pillaron volando bajo sentado antes de un concierto en Nueva York y terminó diciendo que sí, que era gay y que ya no le importaba nada lo que pensara la gente.
El mundo pareció estremecerse esta semana con la declaración del puertorriqueño Ricky Martin, con esa carta virtual que difundió el lunes y en la que admitió de puño y letra que es homosexual y lo frustrante que fue andar a medio vivir y pasar un montón de años vistiendo el traje de galán y de "devora chicas" cuando su naturaleza era otra.
Y más allá del morbo inicial (práctica común por estos lados con temas de este tipo) y de los juicios cavernícolas que abundaron en foros, blogs e incluso medios "oficiales", no fueron pocos los que tuvieron serias dudas sobre el futuro de la carrera del hombre de Livin' la vida loca. Más aún: una de sus publicistas se apresuró en declarar que "ojalá" que esto no cambiara la popularidad de un cantante al que, en cambio, debía admirársele por su honestidad y franqueza.
Pero lo cierto es que no ha pasado nada de eso y quizás nunca pase, porque la historia está llena de casos como el de Martin. El mismo Freddie Mercury sólo ganó más admiración cuando le contó al mundo y Elton John terminó siendo un orgulloso icono del movimiento gay sin hipotecar un pelo de su popularidad, salvo los patinazos propios de un grande que puede tener discos malos como todos.
Y quizás el caso más significativo de todos fue el de Halford, un tipo que iba de rudo por la vida, vistiendo cuero y montando motos de alta cilindrada, y al que nadie fue capaz de decirle nada. Un mérito mayor para un público metalero particularmente proclive al cliché y a asociar la música de alto volumen con la virilidad, como si ese fuera un asunto "de hombres". Difícilmente Ricky Martin va a perder en esta pasada, al contrario: es muy probable que gane.
Porque también queda la idea en el aire de que "pobre tipo", que la "ha pasado tan mal" y qué diablos si igual tiene un par de canciones que están estupendas.
Lo que sí despierta algo de duda es el sentido de la oportunidad. De saber si efectivamente este tipo de declaraciones son fruto de una catarsis personal o, simplemente, porque ya estabas acorralado y no te quedó otra que admitirlo públicamente. O, incluso, porque nunca viene mal algo de publicidad cuando tu carrera no está en el mejor momento, que es el caso de Martin.
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