Cómo es Raqqa, la "capital" del califato del Estado Islámico
En esta ciudad siria los yihadistas desarrollan su visión fundamentalista del Islam.
En marzo de 2013, Raqqa, capital de la provincia homónima del noreste de Siria, fue la primera gran ciudad en ser tomada completamente por los hetero- géneos opositores al Presidente sirio Bashar Assad. Así, la coalición rebelde asumió la tarea de gobernar una urbe que por años careció de la atención de Damasco. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que dentro del grupo opositor estallaran tensiones con el ala radical y, tras una cruenta lucha interna, desde enero la ciudad y sus alrededores están en manos del Estado Islámico (EI), grupo yihadista que ya se ha extendido en la vecina Irak y que hoy es considerado más peligroso que la red Al Qaeda.
Ya instalado a sus anchas en Raqqa, el grupo fundamentalista la declaró capital de facto del califato que unilateralmente impuso en las zonas bajo su dominio en Siria e Irak (ver infografía), y en ella comenzó a implementar un régimen según su visión fundamentalista del islam, mezclado con aspectos prácticos de gobernabilidad, según señala el diario The New York Times.
Las mujeres de Raqqa deben ahora usar ropa negra suelta con un niqab (velo que cubre el rostro), mientras que los hombres no pueden cortarse el pelo al "estilo occidental". Fumar, escuchar música, beber y vender alcohol están prohibidos; el comercio cierra en la tarde y al caer la noche las calles están desiertas (las cortinas de los locales, no obstante, deben cerrarse durante las oraciones diarias).
Asimismo, y según indica la agencia Reuters, la comunicación con el mundo exterior, incluso con localidades cercanas, sólo está permitida a través del centro de medios del EI. Además, universidades y colegios -sean públicos o privados- están cerrados a la espera de que se elabore un nuevo programas educacional que reemplace los antiguos, considerados por los yihadistas "contrarios al islam", según el sitio online Al Monitor.
Para que todo funcione según lo estipulado, las leyes del EI se aplican con mano de hierro. Contingentes de hombres especializados monitorean a las personas y detectan cualquier quebrantamiento de las nuevas normas y el cumplimiento de la sharia (ley islámica), señala Al Monitor. El no cumplir se paga caro. Los castigos van desde la amputación de manos (en caso de robo, por ejemplo) a sentencias de muerte inmediatas, las que generalmente se ejecutan públicamente y por medio de decapitación, fusilamiento o apedreo.
Sin embargo, a la hora de edificar el prototipo de califato, estas acciones se yuxtaponen con el pragmatismo para gobernar. En Raqqa los islamistas controlan todas las instituciones, sostiene Reuters, señalando, además, que la violencia no ha sido del todo indiscriminada, dado que el grupo ha negociado con comerciantes leales a Assad cuando le ha convenido a sus intereses.
Así es que un ex funcionario de Damasco ahora está a cargo de los molinos y la distribución de harina en las panaderías de la ciudad, al tiempo que empleados de la represa local, que le entrega electricidad y agua a Raqqa, mantienen sus trabajos, según dijo a Reuters un miembro del EI. El líder de los islamistas, Abu Bakr al Baghdadi, también ha dejado en manos de civiles la administración de las instituciones y el desarrollo de los sectores de las que éstas se encargan. Tanto combatientes como empleados "públicos" reciben un salario (entre US$ 400 y US$ 600 mensuales), pagados por la Cámara Financiera Musulmana, que cumple la función de Ministerio de Finanzas y banco para reducir la pobreza.
Adicionalmente, los precios se controlan para que permanezcan bajos y quienes los manipulan reciben castigo (reincidencia equivale a muerte) y en las calles no hay hombres armados, a excepción de los militantes del EI. "Los civiles que no tienen filiación política alguna se han adecuado a la presencia del Estado Islámico, porque la gente está cansada y exhausta y, también, para ser honestos, porque ellos realizan trabajo institucional en Raqqa", dijo a Reuters un residente que se opone a los islamistas.
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