Cómo han cambiado las enfermedades de los chilenos en las últimas cuatro décadas
En el escenario actual, el estilo de vida vuelve relevante patologías como la diabetes, el estrés y el cáncer de pulmón.
En la década de los 70, las probabilidades de morir de una neumonía o sarampión alcanzaban el 30%. De fiebre tifoidea, por ejemplo, morían 56 personas por cada 100 mil. Algo inédito hoy en día. Eran tiempos en que la esperanza de vida promediaba los 63 años.
Cuatro décadas más tarde, el panorama es diferente. El 26% de los adultos tiene hipertensión, obesidad, exceso de azúcar en la sangre y colesterol elevado. Y vivirán hasta los 78 años.
Estos no son cambios de un día para otro. Como explica Paula Bedregal, epidemióloga del Departamento de Salud Pública de la U. Católica y que ha estuvo a cargo del último estudio de Carga de Enfermedad del Ministerio de Salud, en Chile ha habido una transición epidemiológica.
En los 70 se experimentó una transformación en el perfil de las enfermedades, principalmente por modificaciones en el estilo de vida. Esto se explica, primero, por una dieta que contempla un 50% más de grasas en los últimos 20 años. Luego, si en los 70 había un auto por cada 30 personas, hoy hay un auto cada seis personas, lo que repercute en que el sedentarismo de hoy sea de 90%.
Además, hoy vivimos más y por ello se presentan patologías asociadas a la vejez. Por último, dicen los especialistas, nuestro sistema inmune reacciona de manera diferente.
LA TRANSFORMACION
Hace 40 años, las principales causas de muerte eran las enfermedades infecciosas (30% de las muertes) y las respiratorias. Ariel Castro Lara, químico farmacéutico y epidemiólogo de la U. de Chile, explica que enfermedades como neumonía, infecciones del recién nacido, enterocolitis, entre otras, disminuyen hasta representar el 3% en el 2000.
Como país en vías de desarrollo, hoy, en cambio, estamos en la etapa de postransición: abundan las enfermedades no transmisibles y crónicas, como las cardiovasculares y los cánceres. Factores ambientales como la obesidad, presente en el 65% de los chilenos, y el estrés (37%), son las que sostienen tales patologías, aclara Bedregal.
NUEVAS DEFENSAS
La respuesta de nuestro sistema inmune también ha cambiado. Las patologías transmisibles -las que se contagian- están bastante controladas, a menos que aparezcan nuevos agentes, como el caso del hanta y la influenza humana. Ello, porque nuestras defensas se han acostumbrado a los males y porque se han creado nuevas tecnologías médicas, como por ejemplo, las vacunas.
Otro factor es el "exceso" de higiene, que reduce el contacto con sustancias que provocan alergia, como el polvo. Dice Bedregal que esto repercute en que los niños hoy no tengan defensas hacia ellos. Ese cambio hace que aumenten enfermedades alérgicas, como el asma bronquial, y lo demuestra la prevalencia actual de síntomas respiratorios crónicos, que alcanza un 21% en la población general.
La desnutrición infantil en 1970 afectaba al 19,3% de los menores de seis años. Era una preocupación de Estado y para combatirla se distribuía leche entera en postas y hospitales, y se crearon programas de almuerzos y desayunos escolares en todas las escuelas del país. Hoy, esa cifra dio un vuelco: el 19,4% de los niños que ingresan a primero básico son obesos y los esfuerzos se enfocan a disminuir esas cifras.
La principal causa de muerte de los chilenos de hoy son las enfermedades cardiovasculares (23%). El aumento en las expectativas de vida lo explica, dice Castro. Lo mismo sucede en el caso del síndrome de Down, que entre 1972 a 2005 pasó de una tasa de 1,03 a 5,2 por cada mil nacidos, asociado al retraso de la maternidad.
LO QUE VIENE
Factores ambientales como el tabaquismo, la obesidad y el exceso de sal -si se sostienen- harán que se mantenga la prevalencia de hipertensión y que aumenten la diabetes y el síndrome metabólico. En términos de salud, hay ciertas variables que desencadenan las enfermedades mentales y que caracterizan a nuestra sociedad, como la violencia, la desigualdad económica y el alto nivel de estrés. Estos, si no cambian, seguirán manteniendo las altas prevalencias de depresión, por ejemplo.
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