Cómo llegan Merkel y Fernández a la "final"

Mientras la canciller germana es la mujer más poderosa del mundo, según Forbes, y su país la locomotora de Europa, su par argentina lucha con el riesgo al default y los líos de su vicepresidente.




Al menos 10 jefes de Estado presenciarán la final hoy entre Argentina y Alemania en el estadio Maracaná de Río de Janeiro. De las líderes de los dos países protagonistas, sin embargo, sólo una ocupará un lugar en el palco: la canciller germana Angela Merkel, reconocida apasionada del fútbol. La Mandataria argentina, Cristina Fernández, explicó a través de una carta  a su homóloga brasileña, Dilma Rousseff, las razones de su ausencia: una faringolaringitis severa que padece desde hace días, así como el cumpleaños de su único nieto, que será un día después de la final.

Merkel estará acompañada por el Presidente germano, Joachim Gauck, con la expectativa de que Alemania se convierta en la primera selección europea en conquistar un Mundial en territorio americano. "Hay que intentar ganar y mi pronóstico es que es factible", subrayó la canciller. Para Merkel, es la segunda visita en este Mundial, ya que asistió al debut de la selección de Joachim Löw ante Portugal, que terminó con victoria alemana por 4-0. La mujer más poderosa del mundo, según la revista Forbes,  mantiene una estrecha relación con el capitán del equipo Phillip Lahm y con Bastian Schweinsteiger. Con Löw intercambia regularmente impresiones sobre el estado de la selección, vía SMS o teléfono. Y ya estuvo presente en los Mundiales de 2006 y 2010.

Para el analista del diario carioca O Globo, Ancelmo Gois, la ausencia de Fernández tendría otra explicación.  "La argentina se mostró reacia por la superstición. Es que en (la inauguración de) Italia 90 (Carlos) Menem fue testigo de la derrota de la favorita Argentina ante Camerún por 1 a 0. Quedó la idea de que ir a ver a la selección trae mala suerte", escribió Gois. Fuentes oficiales comentaron algo similar al diario argentino Clarín en mayo, al señalar que Fernández declinaría una invitación para asistir al Mundial.

Al margen de las anécdotas, las líderes de los países finalistas del Mundial viven en la actualidad dispares realidades al mando de sus gobiernos. A nivel económico, la agencia Ansa lo grafica así: "Si la final de la Copa del Mundo se jugara bajo las arbitrarias notas de las calificadoras de riesgo de deuda pública Fitch o Moody, tendría un destino seguro, pues se enfrentaría una potente triple AAA, como lo es Alemania, contra una CAA1, casi el llamado nivel 'basura' con el que carga Argentina en estos días".

"Hace 10 años, Alemania y Argentina eran dos países en crisis -recuerda el economista James Vaciago- pero los alemanes han puesto mayor empeño y se descomprimieron. Los argentinos, en tanto, se complican cada día más". Con el rigor que impone a las cuentas propias, y también a las ajenas, Merkel transforma a su país en la "locomotora" avasallante de una Europa que intenta salir de la recesión. "A nivel europeo, el gobierno de la Gran Coalición (de la CDU con el SPD) sigue con la opción básica de una política de austeridad, dando más énfasis ahora en que ésta sea acompañada de una política de crecimiento", explica a La Tercera Dieter Nohlen, cientista político de la Universidad de Heidelberg. A nivel interno, subraya el académico, "el gobierno de la Gran Coalición está políticamente bien, realizando la parte socialdemócrata del programa de gobierno, por ejemplo, el salario mínimo de 8,5 euros por hora. Merkel sigue por lejos como la figura política más valorada". Aunque dentro de Europa no sea muy querida debido a su rigurosidad para imponer la austeridad. Quizás la única preocupación de Merkel por estos días es el escándalo de espionaje que involucra a dos alemanes que vendían información a EE.UU. y que motivó la expulsión del jefe de la CIA en Berlín.

En cambio, el gobierno de Fernández enfrenta el riesgo de que el país quede al borde de la suspensión de pagos de acatar el fallo del juez de Nueva York, Thomas Griesa, quien sentenció que Argentina debe abonar US$ 1.330 millones en efectivo y en un solo pago a los "fondos buitre" que no ingresaron a los canjes de la deuda que el país realizó en 2005 y 2010. A menos de un año y medio de las elecciones presidenciales, Fernández también debe lidiar con el escándalo de su vicepresidente Amado Boudou, procesado por supuesto cohecho y negociaciones incompatibles con el cargo. "Es un fuerte desgaste para el gobierno defenderlo", dice a La Tercera  el analista José Angel Di Mauro.

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