El complejo rearme de una centroizquierda fragmentada

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Tras la derrota de Guillier, los partidos iniciarán un duro proceso de reflexión para renovar sus liderazgos y definir cómo logran rearticularse, desde la oposición, con un conglomerado prácticamente disuelto y con la incógnita del papel que jugarán la DC y el Frente Amplio.




"Desde el Congreso vamos a reunir fuerzas, vamos a formar un sólido bloque unitario por los cambios para defender los logros del pueblo chileno y avanzar en las reformas que el país aún nos exige". El mensaje entregado ayer en la tarde por Alejandro Guillier durante el discurso en el que asumió su derrota es el gran problema que deberá enfrentar la hoy Nueva Mayoría cuando se convierta, a partir del 11 de marzo, en oposición: cómo rearmar a un bloque cuya coalición estará prácticamente disuelta, con la incertidumbre de si la DC continuará con sus aliados o emprenderá un camino propio; y con el relevante rol que jugará el Frente Amplio en el nuevo Congreso, cuya relación con los partidos que apoyaron a Guillier a partir del próximo período legislativo es un misterio.

Los elementos vislumbran una compleja articulación de las fuerzas de la centroizquierda para enfrentar al menos los dos primeros años de la administración de Chile Vamos y, más aún, para llegar a las próximas elecciones presidenciales.

El proceso, además, se iniciará con las recriminaciones cruzadas al interior del sector, algo que ya comenzó ayer y que será parte de una serie de reuniones y eventos partidarios durante los próximos días. Ayer en la tarde, de hecho, los presidentes de los partidos del oficialismo se reunieron en el Hotel Plaza San Francisco para comenzar el análisis del resultado y de los pasos que se deberán dar desde ahora.

Para varios en el bloque, además, otra de las mayores necesidades será renovar a los rostros y liderazgos del sector progresista. Así lo hizo ver ayer, al menos, el ex ministro Sergio Bitar. "Aquí el gran desafío es la renovación de la política chilena", dijo.

El rol clave del Partido Socialista

Pese a haber dejado caer la candidatura presidencial de Ricardo Lagos y a que su actual directiva -encabezada por el ex ministro Álvaro Elizalde- fue una de los principales artífices de la fallida carrera de Alejandro Guillier a La Moneda, con el consiguiente quiebre del eje histórico con la DC, el PS no debería perder su ascendencia al interior del oficialismo. Al contrario, apuestan en el bloque, debería asumir un rol preponderante en la reorganización de la centroizquierda como fuerza opositora al nuevo gobierno de Sebastián Piñera.

Dentro de la Nueva Mayoría, el PS fue el partido que quedó en mejor pie en el Congreso -con 19 escaños en la Cámara y siete en el Senado-, y su actual timonel -quien logró salir electo senador- seguirá al mando de la tienda hasta abril de 2019. Esto, a diferencia de los remezones internos que se preparan en otras colectividades, como el PPD.

Sin embargo, el PS estará tensionado y deberá tomar posiciones sobre la disyuntiva que enfrentará el bloque entre retomar la resquebrajada relación con el "centro político" representado por la DC o explorar la opción de forjar alianzas -con miras al trabajo legislativo a partir de marzo de 2018, pero no descartando un pacto electoral en 2021- con otras fuerzas de izquierda como el Frente Amplio y el PRO de Marco Enríquez-Ominami. Detrás de todo ese trabajo surgirán figuras: no sólo Elizalde, sino que la del senador electo José Miguel Insulza -a quien varios mencionan como eventual carta para presidir el Senado y forjar contactos con la derecha- y la del abogado constitucionalista Fernando Atria, un puente natural en el socialismo con personeros del Frente Amplio.

"Las fuerzas de la centroizquierda tenemos la tarea de rearticular nuestro trabajo para impedir la desnaturalización de las reformas", dijo ayer el senador socialista Rabindranath Quinteros, mientras que el vicepresidente del PS, Gonzalo Durán, sostuvo que el partido "debe abrirse a un proceso de evaluación y autocrítica a partir del resultado electoral reciente", junto con señalar que "tendremos reunión de mesa, comisión política y comité central, y a partir de estos debates hay que revisar nuestra manera de hacer política, el tipo de partido que queremos construir y que se ubique en un rol de diálogo y articulación de las fuerzas de izquierda".

El desafío del Frente Amplio

El rol articulador que podría asumir el PS, sin embargo, tendrá obstáculos no sólo dentro del propio sector, sino que especialmente en el Frente Amplio. El escenario que varios en ese bloque veían como ideal era un gobierno de Guillier.

Así, según dicen dirigentes de la coalición, eso les habría permitido resaltar su identidad propia, remarcando las diferencias con La Moneda y los partidos que respaldan al senador independiente. Todo, a través de un discurso de izquierda.

Justamente, uno de los temores instalados en el Frente Amplio previo a la elección era no sólo que los culparan a ellos de un eventual triunfo de Piñera, sino que con la derecha en el gobierno la coalición que impulsó la candidatura presidencial de Beatriz Sánchez terminara confundiéndose, ante la opinión pública y sus electores, con la Nueva Mayoría, dificultándose el objetivo de potenciar el sello y la marca del FA.

Ese será ahora uno de los principales desafíos del bloque, lo que les permitiría proyectarse en buenas condiciones para la próxima elección presidencial y, de paso, dificultaría la posibilidad de una articulación en el Congreso con partidos como el PS y el PPD que vaya más allá de votaciones alineadas para proyectos puntuales.

"Desde el Frente Amplio vamos a liderar una oposición que sea constructiva, muy firme, responsable, que también esté concentrada y trabajando codo a codo con los movimientos sociales y sin perder de vista que tenemos una derecha que no cree en derechos sociales", dijo ayer el diputado Gabriel Boric. En tanto, el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, sostuvo que "en los próximos cuatro años el Frente Amplio tendrá la doble tarea de articular por todo el país esa fuerza transformadora y democrática, defender las conquistas que la ciudadanía y los movimientos sociales han instalado, y avanzar con mucha fuerza la necesidad de levantar un nuevo proyecto de sociedad para Chile". Además, dando cuenta de la posibilidad de articular esfuerzos con la Nueva Mayoría, señaló que "debemos articular las alianzas que sean necesarias de forma transversal para hacer avanzar las demandas de la ciudadanía".

La postura de algunos como Sharp podría chocar con otras visiones en el Frente Amplio que defienden -desde una posición más de izquierda- mantenerse completamente al margen de la Nueva Mayoría y que, incluso, apuestan a la extinción de ese bloque. Esto, para hegemonizar el sitial del grupo opositor principal a Piñera.

PPD no logra sumergir su crisis

Gonzalo Navarrete no ocultaba ayer el golpe que significó la derrota de Guillier. El timonel del PPD se paseaba inquieto por el salón del Hotel San Francisco, a eso de las 19.00, cuando, con menos del 50% de las mesas escrutadas la diferencia con Piñera ya era irremontable. "Estamos asimilando la derrota, ha sido muy dura. Perdimos en todas las regiones", señaló, sin poder dar una explicación por la baja votación obtenida por el abanderado oficialista, mucho menor de la esperada.

En la directiva del PPD apostaban a mantener el gobierno como una forma de mitigar la crisis que atraviesa la colectividad. En las últimas semanas, cuando renacía en el sector la esperanza de ganar la presidencial, representantes de las distintas corrientes del PPD habían acordado postergar un cambio de directiva y el debate sobre el futuro del PPD, como se había planteado al interior de la colectividad luego de los malos resultados obtenidos por el partido en las elecciones parlamentarias del 19 de noviembre, en las que el PPD bajó su representación en la Cámara a ocho diputados, reduciendo su participación de 12,5% a 5,2%. Ayer, con la derrota de Guillier, algunos dirigentes volvieron a pedir que la directiva que encabeza Navarrete dé un paso al costado en enero, en un consejo nacional que iniciará, además, el debate para una reestructuración completa del partido. Se habla, incluso, de cambiar el nombre de la colectividad y su domicilio político al interior del progresismo. Y no descartan que en este proceso el PPD sufra una diáspora de parte de sus cuadros juveniles, mucho de los cuales podrían verse tentados por migrar al Frente Amplio.

Partido Comunista: empujar hacia el FA

La reflexión que tendrá el PC tras la derrota de Guillier considerará su participación en el gobierno de Michelle Bachelet -que representó su regreso a La Moneda desde 1970- y cuál va a ser su postura en el debate que se abrirá respecto del futuro de la Nueva Mayoría, ahora como bloque opositor.

Aunque el pacto le permitió al Partido Comunista no sólo posicionar temas en la agenda de gobierno, sino también volver a tener representación en el Congreso con seis diputados en 2014 y aumentar a ocho sus escaños a partir de marzo, varios sectores internos -especialmente las nuevas generaciones- han puesto en entredicho la conveniencia de persistir en el bloque tal cual está compuesto en la actualidad.

Han planteado, de hecho, la necesidad de darlo por superado y, en su lugar, buscar alianzas entre las fuerzas progresistas de la actual Nueva Mayoría y el Frente Amplio. ¿Razones? Además de una mayor sintonía programática para la construcción de un nuevo proyecto, apuestan a que el buen desempeño electoral del FA -tanto a nivel presidencial como parlamentario- alcance su nivel de maduración en 2021.

Sin embargo, esa visión -en la que varios identifican a las diputadas Karol Cariola y Camila Vallejo, además del alcalde de Recoleta, Daniel Jadue- podría verse enfrentada a la postura del actual timonel del PC, Guillermo Teillier, quien fue uno de los impulsores de la tesis de institucionalizar el trabajo de esa colectividad dentro de la Nueva Mayoría.

La pugna en la DC

La falta de unidad de la centroizquierda era la principal razón que se esgrimía en los pasillos del Hotel Plaza San Francisco para explicar la derrota. Pero algunos, como la diputada comunista Karol Cariola, fueron un poco más allá, al responsabilizar a la Democracia Cristiana "que en algún momento tomó la decisión de quebrar la coalición".

La parlamentaria, además, cuestionó a todos aquellos que "incentivaron la división" de la centroizquierda, "no permitieron la unidad" y "fortalecieron sus visiones caprichosas sobre el bien del país", apuntando a la DC por marginarse de una primaria presidencial oficialista. Todo esto, ante la mirada incómoda de los pocos dirigentes falangistas que habían llegado a acompañar a Guillier, entre otros, la presidenta interina de la DC, Myriam Verdugo, de los vicepresidentes Osvaldo Badenier y Cristina Orellana, y de los parlamentarios Yasna Provoste, Andrés Zaldívar, Roberto León, Gabriel Silber y Víctor Torres.

La escasa presencia falangista acrecentó al interior de la Nueva Mayoría la incertidumbre sobre el futuro rearme de la coalición y el papel que podría buscar jugar la DC desde la oposición. "El rol de la Democracia Cristina es de un partido de oposición y ejerceremos la defensa de nuestro programa", afirmó ayer el diputado Silber, miembro de la llamada disidencia, sector que hasta anoche parecía haber tomado el control de la colectividad, asegurando así una mayor cercanía con el mundo progresista.

Sin embargo, con la derrota de Guillier en la presidencial, la pugna al interior de la DC se reavivó. Apenas el abanderado reconoció el triunfo de Piñera, la mesa directiva de la DC se reunió en Alameda 1460, en el segundo piso del edificio que alberga a la sede nacional. El objetivo era coordinar la propuesta que sería llevada al consejo nacional convocado para hoy en la tarde. La DC espera que en este consejo se defina la fecha en que la junta nacional elija una nueva mesa directiva, tras las renuncias de Carolina Goic y Matías Walker producto de los malos resultados electorales obtenidos por el partido el 19 de noviembre.

Desde el ala conservadora de la DC aseguran que exigirán que la directiva sea escogida en elecciones internas y que competirán por la presidencia del partido, algo que no estaba originalmente en el libreto de ninguno de sus dirigentes.

En la falange se daba por descontado que si ganaba Guillier, la mayoría de la junta nacional se inclinaría por mantener al partido dentro de la coalición de gobierno. Ahora, eso queda en suspenso y se fortalece la tesis planteada por algunos dirigentes como Gutenberg Martínez de que la DC, en la oposición desde el Congreso, mantenga su independencia y acreciente su mermada influencia desde el Parlamento como partido dirimente, negociando de manera autónoma los apoyos frente a cada proyecto, sin ser parte de una colación junto al Partido Comunista.

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