Consejos de familia: estudio muestra baja presencia en empresas en Chile

Aunque permiten proyectar la sucesión en el tiempo, pocas familias empresarias utilizan esta herramienta, según un trabajo realizado por el ESE Business School entre 170 compañías locales, entre julio y septiembre.




Tres cuartos de las compañías en Chile están en manos de familias empresarias. Pero en la mayoría de ellas, el foco de preocupación está más centrado en el día a día de los negocios que en la organización de los intereses propios de su clan. Un reciente estudio del ESE Business School de la Universidad de los Andes exploró el tema a través de encuestas electrónicas a 170 grandes, medianas y pequeñas empresas a nivel nacional. Y llegó a una conclusión muy clara: apenas un 23% de las firmas consultadas tiene constituido un Consejo de Familia, donde se discuten y analizan problemáticas como la incorporación de las nuevas generaciones y, de ese universo, pocas lo utilizan de forma correcta, o bien, emparentan su rol con el de los directorios, que son parte del gobierno corporativo, donde se toman decisiones estratégicas, como aumentos de capital, dividendos, compras o inversiones.

El resultado del trabajo, realizado entre julio y septiembre de este año, tiene sorprendidos a sus realizadores, María José Bosch y Jon Martínez, ambos académicos del ESE. "Y también nos tiene preocupados", agrega este último. La razón: los Consejos de Familia, dice, son esenciales para trascender con una empresa. "Permiten comprometer y organizar a las familias empresarias. Les otorgan, además, una ventaja competitiva en el largo plazo, les permiten alinear los intereses comunes y agregar -y no destruir- valor en el tiempo", explica el experto.

La baja utilización de esta herramienta, cree Martínez, se explica por una mezcla de poco conocimiento y de bajo interés por tenerla. La encuesta -cuyos resultados se presentarán esta semana, en un foro organizado junto al Credit Suisse- da luces sobre el tema. De las 170 firmas consultadas, sólo un 12% afirma que quiere tener "pronto" un Consejo de Familia, mientras que 40% sí lo tiene entre sus objetivos, pero sin un horizonte claro para formarlo; 35% responde que no ha pensado tenerlo, y 13%, que no le parece necesario.

El 70% de las empresas familiares del estudio fueron creadas entre 1960 y 1999. Eso quiere decir que la presencia de hijos y nietos en ellas ya es un hecho. Por algo, si no, la segunda generación tiene, en promedio, 64% de la propiedad, mientras que la tercera ya accede al 38%, según el estudio. En ese contexto, la figura del Consejo de Familia toma preponderancia, afirman los académicos, porque permite tomar decisiones relacionadas con la formación y preparación de los hijos para el futuro de la empresa familiar, reglamentar las políticas de entrada, y definir los valores y principios que la rigen.

Su existencia, sin embargo, es un fenómeno más bien reciente. Entre quienes sí tienen esta organización, 43% declara haberla creado hace tres o cinco años apenas, y 38%, hace menos de tres años.

Uno de los principales problemas que presentan los consejos tiene que ver con su funcionamiento. En este caso, si bien lo recomendable es generar reuniones entre una y tres veces al año, fuera de la oficina, no todos siguen esa directriz: un 30,7% se junta en más de seis ocasiones anualmente, lo que hace pensar, afirma María José Bosch, en que utilizan esta instancia para discutir también sobre la marcha de los negocios, un tema que no forma parte del ADN de estos consejos, cuya función, más bien, es prevenir conflictos familiares, reglar la sucesión y normar el "rayado de cancha" sobre lo que se puede hacer en relación con el patrimonio común.

En general, las familias empresarias suelen dedicar entre dos y tres horas, incluso medio día, a este tipo de reuniones. Y, en promedio, 56% elabora una agenda o tabla previa con temas a tratar; 60% se junta en una sala especialmente preparada y el 40% establece un calendario anual. Quien encabeza los encuentros, en un 43%, es el presidente del consejo, y en un 17%, una persona distinta cada vez. En cuanto a los integrantes de este grupo, en un 64% de los casos se trata de miembros de la familia, que tienen propiedad. El tercio restante se reparte entre miembros de la familia política, otras personas que no son ni familiares consanguíneos ni políticos, o parientes sin participación accionaria.

Entre algunas de las fallas más comunes detectadas por el estudio está el hecho de que en los consejos se discuten temas extra consejo, que los integrantes no llegan a acuerdos y que cuando éstos se producen, no se respetan.

AUTORES DEL ESTUDIO
Jon Martínez: Profesor titular de la cátedra de Empresas de Familia Jorge Yarur Banna en el ESE Business School. Consultor y director de empresas.

María José Bosch: Profesora del ESE Business School en el área de Dirección de Empresas. Especialista en temas de desarrollo de competencias.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.