Dear White People: del cine independiente a la pantalla chica

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La nueva serie de Netflix aborda el mundo del racismo y los prejuicios a través de una sátira juvenil.




Su paso por la pantalla grande fue relativamente silencioso. En 2014, la película Dear white people se llenó de elogios, siendo nombrada en buena parte de los listados de las mejores cintas de ese año, y recibiendo premios en el festival de Sundance y posteriormente en los Independent Spirit Awards. Pero el público general tuvo poca oportunidad de verla: sólo fue estrenada en poco menos de 400 salas en Estados Unidos -donde de todas formas recaudó respetables US $ 4 millones- y no fue distribuida a nivel internacional.

Por eso, el estreno de la serie del mismo nombre en Netflix será probablemente la primera vez que muchos conozcan la aclamada historia del realizador Justin Simien, quien dirigió la película, y es creador y guionista de la adaptación televisiva.

Al igual que la película, la versión televisiva explora a través de la sátira las relaciones raciales en la actualidad de Estados Unidos. La trama sigue a un grupo de estudiantes afroamericanos en una universidad predominantemente blanca; principalmente a Samantha White (Logan Browning), una joven que utiliza un programa de radio, cuyo nombre es el título de la historia -"Querida gente blanca"-, para denunciar las actitudes racistas que ella y sus compañeros viven el campus. A través de exageradas situaciones la serie explora desde los estereotipos hasta la sexualidad en la era millenial -y como la raza juega un papel importante en las experiencias de cada persona-, en donde hasta los más liberales pueden caer accidentalmente en conductas discriminatorias.

Incluso antes de su estreno, la historia causó polémica: cuando debutó su primer avance en febrero, grupos conservadores llamaron a boicotear tanto la serie como a Netflix, al sentir que la trama incitaba el racismo hacia los blancos. Sin importar la controversia, la serie -cuyos diez capítulos están disponibles desde hoy- llega precedida de buenas críticas: "la mezcla de la historia entre lo personal y lo político termina ofreciendo lo mejor de ambos mundos", opinó el periódico Los Angeles Times.

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