Dinero y dinero: las prioridades de un materialista

Hasta la familia es un obstáculo para aquellos que tienen una exacerbada necesidad de dinero y posesiones materiales.




Reconocerlos no es tan difícil. Son aquellos que en su casa se preocupan de que los muebles siempre sean los mejores, que en las reuniones sociales prejuzgan a todo el mundo por cómo se visten, y que jamás llegarían desarreglados a la oficina. Son los materialistas, los que prefieren mil veces ocupar su tiempo en trabajar para conseguir más dinero, que en relacionarse emocionalmente con otras personas.

Por supuesto, no se trata de ser un asceta. Todos vivimos con una cuota más o menos razonable de preocupación por lo material, por tener una casa donde vivir, ropa que usar y dinero ahorrado para afrontar una emergencia. Pero cuando alguien está más preocupado de la marca del auto que conduce, que de los beneficios que le pueda prestar, o tiene problemas con sus cercanos debido a su ansia de uno u otro objeto, estamos hablando de un materialista. Y si bien ellos disfrutan de las cosas que el dinero les permite conseguir, son, a la larga, infelices, y viven llenos de conflictos con su entorno.

Una de las últimas investigaciones sobre este tema, de los estadounidenses Mark Promislo, John Deckop, Robert Giacalone y Caroline Jurkiewicz, llegó a la conclusión de que para este tipo de personas, incluso la familia es un obstáculo a la hora de alcanzar el éxito que creen imprescindible.

Y esto, cómo no, los hace vivir en medio de constantes discusiones e incomodidad, en un fenómeno que los investigadores llaman "conflicto casa-trabajo", es decir, tener problemas en el trabajo por los asuntos sin resolver que se traen desde la casa y enfrentar conflictos en el hogar por el tiempo que se pasa en el trabajo.

Este estudio demostró también que estas personas viven sometidas a presión, ya que su perfil trabajólico no les permite escapar de la sensación de tener muchas cosas que hacer y no contar con el suficiente tiempo para realizarlas.

Pero ser materialista también tiene un lado bueno, señala el sicólogo de la UDD Sergio Landaeta, porque son muy entusiastas y, por esto, suelen ser los preferidos del jefe. Algo que no compensa la larga lista de hallazgos que hablan de las consecuencias negativas de este comportamiento. La necesidad exacerbada de artículos materiales que evidencien estatus y que construyan una imagen atractiva para los demás es lo que causa problemas a quienes poseen este rasgo y quienes los rodean.

En primer lugar, su vida no es todo lo cómoda que quisieran demostrar, porque los materialistas tienen baja autoestima. Así lo confirma una investigación que probó que una pobre visión de uno mismo incrementa el materialismo y éste, a su vez, puede generar una caída en la autopercepción de las personas. Este estudio, dirigido por los investigadores Lan Nguyen Chaplin, de la U. de Illinois Urbana-Champaign, y Deborah Roedder John, de la U. de Minnesota, se centró en los adolescentes y descubrió que cuando ellos son más proclives al consumismo, debido a que se dejan llevar por la opinión de los pares o la publicidad, empeoran sus niveles de autoestima. Este es uno de los rasgos, asegura el sicólogo Marco Antonio Campos, director de la Fundación Vínculos, que hace que no lleguen a ser completamente felices, puesto que "su bienestar depende de ganar 50 mil pesos más que el del lado y eso siempre es relativo. Su autoestima depende de lo que ganen y siempre depende del contexto".

Y por el lado de quienes están a su alrededor, el sicólogo  asegura que la familia puede tener que pagar un gran costo emocional al vivir con un materialista, ya que se trata de personas "dispuestas a comprarse un auto de cincuenta millones de pesos sin que les importe que eso signifique que su familia pase por premuras económicas".

Incluso en el trabajo resulta complicado relacionarse con ellos, ya que según afirma a La Tercera el especialista estadounidense de la U. de Temple, John Deckop, las personas con un marcado interés por los artículos materiales tienden a ser menos éticos y menos responsables socialmente de sus actos en el trabajo.

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