Diseñadores españoles buscan inspiración en sus viajes para la temporada estival




En el marco de la Cibeles Madrid Fashion Week, los diseñadores españoles aseguraron haberse inspirado en sus viajes para la temporada Primavera-Verano 2010.

Así Javier Larrainzar dio comienzo a la jornada con una colección muy femenina con una apuesta clara por los vestidos y por el color verde pistacho. Luego le siguió Alma Aguilar quién presentó una línea con un predominio de vestidos de aires románticos y bohemios, inspirada en un viaje a la India.

Por su parte, Duyos quiso trasladar al público a la América de los 40 y 50, inspirado en el exotismo de la Polinesia.

Para su desfile, el diseñador subió más de un metro la pasarela en la que presentó una colección muy coherente cuyo hilo conductor fue un bonito estampado en prendas en las que dio una importancia especial a las pequeñas mangas, algunas de inspiración japonesa.

Duyos mezcló tendencias y las personalizó en delicados vestidos, en faldas asimétricas, en su interpretación especial de las prendas globo o en los pantalones en los que deja suelta una pierna. Y todo ello para lograr una silueta muy femenina y delicada que calza altos tacones que simulan caracoles.

Al mismo tiempo, la propuesta de Antonio Miró fue un viaje introspectivo buscando la esencia de uno mismo. "Me he inspirado en la soledad de las pinturas de Edward Hopper, en su paleta de colores, para vestir personajes solitarios".

En una cuidada puesta en escena, con música en directo de un curioso instrumento musical denominado "hang" a cargo del brasileño Pedro Collares, y en la que los cuatro primeros modelos se han vestido en la pasarela, Miró quiso vestir a un hombre muy cómodo, con prendas amplias, como sus grandes camisetas, con tejidos frescos de algodón, colores naturales y pantalones short. Y en los pies, zapatillas personalizadas.

Roberto Torreta, en cambio viajó en el tiempo. El diseñador argentino ha vuelto su mirada a los años ochenta, en los que comenzó su participación en la Pasarela Cibeles, "pero en unos ochenta bonitos", comentó Torretta al que interesa presentar una mujer arreglada, pero sin exceso.

Esto lo consigue con los anteojos, diseñados por él, las altas sandalias también de su colección, marcando sutilmente los hombros o con su estampado de leopardo en gris y negro.

Torretta apuesta claramente por el vestido, que rompe con masculinos pantalones, y por los tonos blancos combinados con beige, gris y azul en diversidad de tejidos, e introduce también toques de los cincuenta, sobre todo en los drapeados.

Por último, el experimentado Andrés Sardá quiso llevar a los espectadores a la Riviera Francesa de los años 70.

Esta es una excusa para que Sardá vista a la mujer para cada una de las ocasiones que se produce a lo largo del día. Para eso usó colores luminosos, rayas y complementos ceñidos al cuerpo femenino, además de unos elegantes trajes de baños de cristales de Swaroski.

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