El difícil arranque del reinado de Felipe VI frente a la exigencia de una nueva república

El reclamo público de una Tercera República va ganando fuerza en el país, hasta el punto de que el republicanismo se ha convertido en España en una opción real.




Cuando el Parlamento español proclame rey a Felipe de Borbón dentro de dos semanas, el segundo monarca de la España democrática iniciará una travesía llena de dificultades, al menos en los primeros momentos.

Felipe VI comenzará a reinar con la Corona española sumida en una crisis sin precedentes, con su valoración hundida en las encuestas. 

El reclamo público de una Tercera República va ganando una intensidad inusitada en el país, hasta el punto de que el republicanismo se ha convertido en España en una opción real.

No solo hay un repunte entre los ciudadanos de a pie, a tenor de las concentraciones antimonárquicas del lunes en medio centenar de ciudades, pocas horas después de la abdicación de Juan Carlos.

También ganan fuerza las opciones políticas que lo defienden. En las elecciones europeas del 25 de mayo crecieron formaciones republicanas críticas con el sistema. Los comicios, además, dieron entrada en la vida política a un nuevo partido, Podemos, que exige un referéndum con la vista puesta en el final de la monarquía. 

Incluso en el Partido Socialista (PSOE) están surgiendo voces que reclaman el referéndum. 

La mayor fuerza de la oposición tiene raíces republicanas, pero hasta ahora mantuvo el pacto constitucional del que formó parte en la transición a la democracia pilotada por el rey Juan Carlos. Su líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha cerrado filas en torno a la Corona, pero estos días se enfrenta a voces críticas en este tema provenientes de las jueventudes del partido así como de los líderes regionales como los de Valencia, Baleares y Galicia.

Si bien el líder de los socialistas se comprometió con la corona, su palabra tiene fecha de caducidad ya que el próximo 13 de julio será elegida una nueva directiva del partido por voto directo, luego que Pérez Rubalcaba diera un paso al costado tras la debacle en las elecciones europeas.

El inicio del reinado de Felipe VI coincidirá además con la reactivación judicial del caso de corrupción que se sitúa en el origen de la crisis de imagen de la Corona. El juez que lo instruye tiene que decidir en pocas semanas la suerte procesal de Iñaki Urdangarin y de la infanta Cristina, ambos imputados. 

Pocos dudan de que el cuñado del nuevo rey tendrá que sentarse en el banquillo de los acusados en el marco del mayor escándalo que ha sacudido a la familia real española, pero el destino judicial de la hermana del nuevo monarca está menos claro.

En cualquier caso, aunque la infanta Cristina no sea procesada finalmente, la reactivación del caso y el propio juicio colocarán a la Corona española en una etapa de gran exposición pública. 

Felipe y la aún princesa Letizia se cuidaron hasta ahora mucho en este caso, evitando toda fotografía junto a Urdangarin y Cristina y rompiendo la relación con ellos. Pero seguramente no podrán evitar que repercuta en la imagen de la Corona.

"La circunstancia de Felipe es difícil, pero más lo era la de su padre", decía esta semana el ex presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, recordando los tiempos de la transición de la dictadura a la democracia en los que Juan Carlos subió al trono.

En lo que se refiere a la situación del país en el que va a reinar, Felipe VI se enfrenta también a un momento de turbulencias.

Aunque hay ya señales de recuperación tímida, la crisis económica que vive el país desde hace seis años continúa. Y el desempleo, una de sus peores caras, se mantiene en torno al 26 por ciento. 

"La larga y profunda crisis económica que padecemos ha dejado serias cicatrices en el tejido social pero también nos está señalando un camino de futuro cargado de esperanza", dijo el rey Juan Carlos el lunes, al explicar por televisión su renuncia.

Los partidos políticos viven su propia crisis, cercenados por la corrupción y por la mala gestión de sus dirigentes. La hegemonía de los dos grandes se ve por primera vez amenazada, como demostraron las elecciones europeas en las que el PP de Rajoy y el PSOE cayeron estrepitosamente pese a conservar la primera y la segunda posición.

Los ciudadanos están retirando el voto a quienes gobernaron en la crisis económica para dárselo a formaciones más pequeñas que prometen luchar por cambios en el sistema. 

La corrupción se mantiene como segunda preocupación de los españoles, tras el desempleo y por delante de los problemas económicos. Salpica también a los sindicatos.

En el plano territorial, el país sufre la amenaza de la secesión en Cataluña, en el noreste, con la convocatoria de un referéndum independentista sin el permiso de Rajoy el 9 de noviembre.

"Estos difíciles años nos han permitido hacer un balance autocrítico de nuestros errores y de nuestras limitaciones como sociedad", decía Juan Carlos el lunes.

Con su abdicación le toca a Felipe enfrentarse a esa situación. "Si Don Juan Carlos tuvo que inventarse una monarquía parlamentaria moderna en España en 1975, Don Felipe tendrá que reinventarla", escribía esta semana el diario El Mundo en un editorial.

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