El dolor de cabeza de Cristina K

El juez Claudio Bonadio está a cargo del caso por la venta de dólar futuro que obligó a la ex mandataria a viajar a Buenos Aires.<br><br>




Durante los últimos años el juez argentino Claudio Bonadio se convirtió en uno de los principales dolores del kirchnerismo en el poder, y este miércoles –tras lograr mantenerse al frente del caso por la venta de dólar futuro- ratificó ese rol al interrogar a la mismísima ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Bonadio también tienen abierta una investigación contra la ex mandataria y sus hijos, Máximo y Florencia, por supuestas anomalías en los registros y la falta de presentación de balances en una empresa hotelera de la que son propietarios, y dirige una causa por enriquecimiento ilícito del matrimonio Kirchner y de otros ex funcionarios K.

Claudio Bonadio tiene orígenes humildes, italianos y peronistas. Fue militante de la Juventud Secundaria Peronista -cercana a la organización justicialista de derecha Guardia de Hierro, donde según algunas versiones habría conocido a Jorge Bergoglio- y no dudó en enfrentarse a palos con los Montoneros, cuando, durante un acto en 1974, el ala izquierdista se distanció de Juan Domingo Perón. En la dictadura congeló su militancia, pero la volvió a desempolvar al regreso de la democracia y se sumó en el Frente de Unidad Peronista.

Antes de estudiar leyes fue seminarista y ya en los 80 se arrimó a un buen árbol: Carlos Corach quien llegaría a ser ministro del Interior durante la gestión de Carlos Menem. Gracias a Corach, Bonadio fue nombrado número dos de la influyente Secretaría Legal y Técnica, y en 1994 fue designado juez federal de la Capital.

Desde esos años mostró su personalidad: apasionado con su trabajo, eficiente, obsesivo, riguroso, arbitrario, arriesgado y con modales impulsivos. Tomó la causa por irregularidades en el caso por el atentado contra la Amia (1994). En 2001 se enfrentó a tiros a dos hombres, a uno de los cuales mató, cuando intentaron entrar a su casa a robarle. Investigó a la ex cúpula de los Montoneros, asumió el caso de la represión que llevó a la renuncia de Fernando de la Rúa en diciembre de 2001, abrió una causa contra Hugo Moyano cuando el líder sindicalista era aliado de los Kirchner, investigó la tragedia ferroviaria de Once y fue quien ordenó la captura del ex secretario de Transportes, Ricardo Jaime.

Entre sus amigos se cuenta el integrante de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni, a quien considera su maestro (un amigo importante a la hora de intentar preservar su carrera judicial), y antes de que se convirtiese en Papa Francisco no era extraño que Bonadio se tomara un café con el cardenal Bergoglio.

De carácter fuerte, al punto que sus colegas le reconocen audacia en sus decisiones pese a la polémica que puede conllevar, y fiel a su estilo, el juez no anda con custodia, maneja su auto  y siempre lleva con él y no le pierde la vista a su computador portátil.

Analistas, políticos y empresarios se preguntan la razón de su empeño por enfrentarse al poder K. Una hipótesis es que tiene aspiraciones políticas futuras, pero otra es su desprecio incontenible con la forma como el kirchnerismo pretendió intervenir en la Justicia con la aprobación de los nuevos códigos Civil y Procesal Penal.

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