El frustrado proyecto de Niemeyer en Valparaíso

En 2007, el arquitecto diseñó un centro cultural para la ex cárcel porteña. Nunca se hizo. La comunidad lo rechazó, por no respetar el patrimonio del lugar.




El gobierno de la época lo anunció con bombos y platillos. En noviembre de 2007, el arquitecto Oscar Niemeyer hizo un regalo histórico a Chile: el diseño de un centro cultural para remodelar el edificio de la ex cárcel de Valparaíso que llevaría su sello moderno y de sinuosas curvas.

Sin embargo, a poco andar estalló la polémica y el proyecto quedó entrampado. La comunidad porteña alegaba que la arquitectura futurista de Niemeyer iba en contra del patrimonio histórico del lugar, que en 1890 partió siendo un almacén de pólvora para luego transformarse en centro de reclusión. En el 2000, los internos fueron trasladados aun nuevo recinto en el sector de Camino La Pólvora, mientras el edificio abandonado se convirtió en sede de obras de teatro, circo, pichangas y tocatas organizadas por la población aledaña.

Según Niemeyer, el recuerdo de su amistad con Neruda y Salvador Allende motivaban su proyecto, que contemplaba tres edificios ovalados sobre un espejo de agua, que estarían conectados por una pasarela. En su interior se emplazarían salas de estudio, de exposiciones y talleres para artistas. La construcción costaría $ 5 mil millones y aunque la dirección de Obras Públicas de la ciudad quería poner en marcha el proyecto, el debate público fue más fuerte. "Lo que se está valorando es la firma de Niemeyer, pero como propuesta arquitectónica está totalmente fuera de contexto: es un implante a Valparaíso", decía Cristián Romo, artista y miembro de la Corporación Parque Cultural ex Cárcel. La opinión era compartida por arquitectos como Mathias Klotz, quien lo tachó como "un mal proyecto, dañino para Valparaíso". Y agregó: "Si el Congreso de Valparaíso fue el monumento a la estupidez del gobierno militar, este sería el ícono de la estupidez de la Concertación".

En noviembre de 2008 la obra se desechó definitivamente, tras pedirle a Niemeyer modificar sus bocetos en tres oportunidades, con el fin de preservar el polvorín histórico del recinto y la galería de reos. La última vez, Niemeyer rechazó la petición y el proyecto quedó en nada.

No era primera vez que Chile se negaba a acoger en sus tierras los diseños de un modernista. Al igual que Niemeyer, el suizo-francés Le Corbusier ofreció realizar gratuitamente los planos urbanos para la reconstrucción de Chillán, tras el terremoto de 1939. Malos entendidos, desconfianzas de los arquitectos locales y negociaciones a espaldas de las autoridades frustraron el proyecto, dejando de paso a Le Corbusier ofendido y confuso: por siete meses el arquitecto pensó que su viaje estaba definido, pero nunca recibió una invitación formal. Al final, no vino a Chile.

Sin posibilidad de tener tampoco un Niemeyer en el país, en 2009 el gobierno realizó un concurso público para remodelar la ex cárcel. Ganaron los arquitectos Jonathan Holmes, Martín Labbe, Carolina Portugueis y Osvaldo Spichiger con un proyecto de 10 mil metros cuadrados y un costo sobre los $ 9 mil millones. Fue inaugurado a inicios de este año.

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