El largo trabajo para un fin de semana de carrera en el Rally Mobil

El equipo de la R3 Entel Sony Xperia cuenta la preparación del staff para el Rally de Rancagua. Ensayos de reparaciones y besos como cábala resaltan en la camaradería de la estructura.




Para el Entel Sony Xperia by Citroën, el Rally de Rancagua no comenzó el jueves, cuando el equipo llegó a la ciudad. Fue mucho antes, el primer lunes después de Pucón, en medio de las Fiestas Patrias. Ese día, los tres estamentos que forman el team inician su labor: los mecánicos rearmando el auto, los administrativos gestionando alojamiento y pasajes y las tripulaciones revisando los caminos de la próxima detención.

Así parte una fecha tipo para el equipo, uno de los de mayor estructura del campeonato y que tiene como figura destacada a Tomás Etcheverry, quien pelea el título de la categoría R3.

"La semana previa me pongo en modo rally. Reviso videos de las carreras anteriores, conversamos con mi navegante Ricardo Rojas, analizamos las debilidades y fortalezas de la etapa y trato de salirme del trabajo para no desconcentrarme", narra el piloto, que no sale del parque de asistencia sin su cábala: "El mecánico Walter Falco me besa el capó del auto".

La conexión con el copiloto es clave. Mientras uno se dedica completamente a manejar, el otro no pierde detalle. "Estoy todo el mes metido. Trato de no dejar nada al azar", asegura Rojas, navegante de Etcheverry desde este año.

Y mientras los mecánicos no se detienen en la mantención de los Citroën DS3 R3, con el armado y los entrenamientos en pisos similares a la próxima carrera días antes de partir, las tripulaciones reconocen la ruta el jueves. "Pasamos dos veces en auto de calle y anotamos todo", enfatiza Rojas.

El viernes se prueban los autos en el shakedown y el sábado es el momento de salir a correr. "Llegamos a las siete de la mañana y dejamos todo listo", cuenta Rodrigo Díaz, uno de los cuatro mecánicos del equipo. La labor del staff tiene una presión extra: en media hora se debe arreglar un auto completo. Y eso se ensaya. "Pasamos horas arreglando piezas y nos controlamos los tiempos. Una suspensión, por ejemplo, debemos cambiarla en 10 minutos", explica.

Paralelamente, los encargados de la logística, que se preocupa de mover a 22 personas y asignar un buen uso al presupuesto de unos 15 millones de pesos por carrera, hacen pasar a los invitados de uno de los auspiciadores a una carpa, donde había una tallarinata, sandwiches y jugos.

"No paramos antes del rally. Yo, por ejemplo, soy casi un relacionador público y trato de tener la carpa limpia, para que vean que se trabaja con seriedad", dice el jefe del equipo Martín Etcheverry.

Todo funciona como reloj para que los tres binomios anden sin problemas en ruta. Si se consigue el triunfo, mejor. El retorno a la capital es con alegrías, todos juntos y hasta puede llegar a un bono para los trabajadores. Es la forma de mantener incentivada a lo que, entre ellos, califican como familia.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.