El mundo de obsesiones y supersticiones que Roberto Carlos trae al Festival
El brasileño sufre de trastorno obsesivo-compulsivo, que lo hizo sacar palabras de sus temas y que explica su vestimenta azul y blanca.
Para comprender un tramo de la historia de Roberto Carlos (69), un referente puede ser Jack Nicholson: Melvin Udall, su personaje en la cinta Mejor... imposible, es un novelista maniático que lleva sus propios cubiertos a los restaurantes, que siempre exige ser atendido por la misma garzona y que se empecina en detalles minúsculos. En parte, se trata del mismo perfil que por décadas ha perseguido al mayor cantante popular nacido en Brasil: el artista sufre de trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), que ha atiborrado de manías su carrera y que desde 2004 lo ha obligado a someterse a un tratamiento. El mismo lo reveló en una entrevista que dio por esa misma fecha a la revista Veja: "En 2000 supe que sufría de esto. Al principio pensé que podía curarme solo, pero luego me di cuenta de que este problema era algo serio, que también estaba influyendo mi labor como artista", describió.
El trastorno obsesivo explica su predilección por los colores azul y blanco, tanto en la vestimenta como en su entorno. Detesta el marrón, el rojo y el morado. Siempre entra y sale por la misma puerta. No inicia temporadas en vivo o la grabación de algún disco en agosto, mes considerado de mala suerte en algunas localidades brasileñas. Evita firmar contratos durante luna menguante y elude todo lo que guarde relación con el número 13. Se niega a pronunciar palabras como "azar" o "mentira", y ha extirpado de sus temas términos como "infierno" y "maldad". Siempre se preocupa de que los sitios que usará en sus giras tengan el máximo cuidado, lo que a veces lo ha obligado a traer sus implementos.
Un puñado de inclinaciones que también se verán en su paso por el Festival de Viña, que inaugura mañana: toda la ambientación de su camarín es blanca y lo que ocupará se trajo desde Brasil: muebles, sillas, mesas, percheros, tablas de planchar, sillones, el lavamanos y el WC. Además, pidió tres docenas de rosas blancas. Como camarín, los organizadores le habilitaron una pequeña pieza situada en el lado superior del escenario y que es utilizada para cambios de vestuario rápidos en medio de los shows (se le llama quick changes). Es el único invitado que la ocupará durante la cita.
Aunque muchas reseñas califican al TOC como una enfermedad, en el caso del cantante del millón de amigos, su origen radica en una mezcla de creencias religiosas y arranques supersticiosos que con el tiempo fueron configurando un síndrome siquiátrico. "En su caso, todo se debe a una combinación de factores: una personalidad que siempre fue supersticiosa; una fuerte formación cristiana; una serie de hechos que definieron su vida; y un éxito gigante que allanó el camino para que buscara refugio en lo místico", dice a La Tercera Paulo César de Araújo, periodista que en 2007 editó la biografía Roberto Carlos: em detalhes, considerado el texto más completo en torno al intérprete, pero que fue retirado de las librerías tras una orden judicial impulsada por el propio Roberto Carlos.
Nacido en la localidad de Cachoeiro de Itapemirim, el cantante creció con una madre de profunda fe católica y un padre relojero y catequista. Pero De Araújo dice que el hecho clave que detonó su misticismo fue un accidente que sufrió a los seis años, cuando un tren le arrolló parte de su pierna derecha y lo obligó hasta hoy a usar una prótesis. Es la parte más traumática de su vida y la única que evita tocar en sus entrevistas. "Siempre ha creído que hay fuerzas que han definido su existencia", establece el periodista. Eso sí, 20 años después recorrió todo Brasil para encontrar al anónimo bancario que ese día lo llevó hasta un médico.
A nivel público, sus giros están fechados en 1970. Ese año, el cantante es invitado por la red O Globo a inaugurar el ciclo de uno de sus estelares musicales más exitosos. A última hora se niega: el programa iba en agosto, el mes maldito. La maniobra obliga a la estación a variar toda su parrilla y a realizar el espacio en septiembre. "Los 70 coinciden con su época más religiosa", apunta De Araújo. Por esos días dejó de cantar para siempre Quiero que todo vaya al infierno, el hit que lo lanzó a la fama y que, según ha reconocido, sólo podría volver a interpretar con la ayuda de su tratamiento.
También comienza a explotar su clásico look azul y blanco. Jorge Saint Jean, mánager de Myriam Hernández, es uno de los chilenos que más conoce a "O Rei", lazo nacido desde una visita que el artista hizo en los 80 a Santiago: "Fui a su oficina en Sao Paulo y es lo más hermoso que he visto: todo blanco y con una gran alfombra azul".
Su aversión por el número 13 también es habitual. La primera audiencia que enfrentó a De Araújo con la voz de Detalles estaba fechada para un 13 de abril de 2007, a las 13 horas. Obvio: el cantante logró mover el trámite para el 27. En 2008, una presentación en Uruguay pactada para las 23 horas de un viernes 13 la comenzó con una hora y 10 minutos de retraso, cuando ya era 14. Otros hechos esenciales, como un glaucoma del que su hijo nunca pudo sanarse o un cáncer que mató a su última esposa, también los ha intentado explicar en base a causas extraterrenales.
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