El Papa llama a la convivencia entre los cristianos y los seguidores de otras "legítimas opciones"

En su primer día en Madrid, Benedicto XVI habló a una multitud de jóvenes, les pidió reivindicar la moral tradicional cristiana y no ceder "a las tentaciones", en el marco de la Jornada Mundial.




El Papa Benedicto XVI llegó hoy a Madrid para presidir la XXVI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) con un mensaje claro: Reivindicar la moral tradicional cristiana frente a aquellos que reniegan de la religión católica y que, "creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos".

En una clara alusión al creciente número de agnósticos y ateos que se cuentan en España, el pontífice fue severo y atacó el relativismo moral que azota a Europa. "Desearían decidir por si solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quien es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias", manifestó y pidió a la vez a los jóvenes no ceder "a las tentaciones".

Esto lo dijo ante decenas de miles de peregrinos reunidos en la Plaza de Cibeles y sus alrededores, en medio de altas temperaturas.

Previamente a su llegada al aeropuerto de Barajas, donde fue recibido por los reyes Juan Carlos y Sofía y el jefe del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, condenó al materialismo, el egoísmo y la violencia.

Los jóvenes "ven la superficialidad, el consumismo y el hedonismo imperantes, tanta banalidad a la hora de vivir la sexualidad, tanta insolidaridad y tanta corrupción", aseguró. También llamó a la convivencia entre los cristianos y los seguidores de otras "legítimas opciones".

Joseph Ratzinger, de 84 años, expresó su preocupación por los problemas y peligros que acosan a muchos jóvenes, como el desempleo, la drogadicción y la discriminación. Hay otros jóvenes que "precisan de prevención para no caer en la red de la droga, o de ayuda eficaz, si por desgracia ya cayeron en ella", dijo. "Que la llama del amor de Cristo no se apague nunca en vuestros corazones", les dijo en la Plaza de Cibeles. "Recemos también para que su mensaje de amor resuene también en los corazones de quienes no creen", apuntó.

El Papa no hizo en su primer día referencia expresa a las tensiones y desencuentros que han marcado en los últimos años las relaciones entre el Vaticano y el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, que ha impulsado leyes como la del matrimonio homosexual, la despenalización del aborto y la agilización del divorcio. Pero esas palabras se pueden entender como una crítica velada. Aunque ésta es la tercera visita a España de Benedicto XVI, se trata de la primera ocasión que el pontífice viaja a Madrid.

Decenas de miles de personas lo esperaron hoy en las calles de la capital. Primero, durante su entrada en papamóvil desde el aeropuerto y por la tarde, en las calles que atravesó para llegar desde la nunciatura a la Puerta de Alcalá, donde recibió las llaves de Madrid de manos de su alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, antes de subirse al escenario de una colmada Plaza de Cibeles que se quedó pequeña para albergar a las decenas de miles de jóvenes peregrinos.

Para algunos analistas, la frecuencia de los viajes de Ratzinger a España (tres en cinco años) refleja la preocupación del pontífice por el avance del laicismo y anticlericalismo en un país de larga tradición católica.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.