El primer diez
Nadie, hasta Nadal ayer, había logrado llegar al doble dígito de títulos en un mismo Grand Slam.
4 de junio de 2005. El argentino Mariano Puerta enfrenta en la final de Roland Garros a un chico español de 19 años. Lleva cintillo en su melenuda cabeza. Usa short hasta debajo de la rodilla y una polera sin mangas. Corre y corre de lado a lado. Parece un atleta. Lucha cada pelota como si fuese la última y su mejor virtud es la mentalidad. Aguantar las situaciones límite y sacar provecho. El drive del rival se va ancho y Rafa cae tumbado en la arcilla. Debut en París y con título.
Así se escribió el primer Roland Garros de Rafael Nadal. La misma actitud, ganas e intensidad que el primer día repitió 12 años después para conquistar su décimo título en París. Un hecho que tiene carácter épico si se tiene en cuenta que para algunos tenistas ver su nombre en el cuadro principal ya es una gesta, una hazaña. Lo de Rafael Nadal es brutal. Nunca un jugador en la historia había ganado 10 veces un mismo Grand Slam (ver infografía). Roger Federer y el pasto de Wimbledon persiguen la marca del español con siete coronas.
Muchos tenistas sólo logran un torneo grande por la dificultad que esto tiene: mantener una intensidad, ritmo y concentración durante 14 días y siete partidos al máximo de sets. Allí es donde la distinción entre un gran jugador y una leyenda aparece. Un tenista puede estar inspirado durante un Grand Slam, dos, tres... Pero 10 y en el mismo, es algo histórico. Único. Más que hegemónico.
Durante el torneo se habló de si Nadal sería capaz de alcanzar el récord. Porque apenas salió el cuadro principal, aparecían los nombres de Djokovic o Thiem, dos de los mejores en tierra batida de la actualidad, como candidatos. También porque no levantaba la Copa de los Mosqueteros desde 2014 y en las últimas dos ediciones, Wawrinka y Djokovic se hicieron con el título. Pero a medida que fue avanzando, el mismo Rafa fue despejando dudas con sus tremendas actuaciones. Y lo increíble ocurrió. Lo que parecía realmente imposible para un tenista, Rafa lo hizo posible: ganar Roland Garros 10 veces. Sí, 10 veces.
Para dimensionar lo que realizó ayer Nadal cabe decir que sólo Roger Federer había pisado 10 veces una final de un mismo Grand Slam. En Wimbledon. Y de esas diez, sólo pudo ganar siete. Nadie más ha llegado a alcanzar diez finales de un mismo Grand Slam. Roy Emerson, que los sigue, pisó en ocho oportunidades la final del Open de Australia, con seis títulos. Rafa, en 13 apariciones, suma 10 finales. Todas con corona.
En la actual edición, los rivales fueron pasando uno a uno sin siquiera estar cerca de arrebatarle un set. Nadal consiguió mantener la agresividad e intensidad sin importar el oponente. Y en la final, donde más presión se tiene, no defraudó. La volea a mitad de cancha de Wawrinka se quedaba en la red y Nadal se desplomaba en la arcilla. La misma emoción que lo hizo caer las diez veces anteriores. Luego se para, se acerca al rival y lo abraza. Saluda al público. Se sienta y se pone una toalla que tapa sus ojos de emoción. Ha conseguido algo inédito y su rostro lo expresa. Un récord que perdurará en la historia del tenis se escribió a través de las cuerdas de Nadal.
Durante la premiación, la organización proyectó un vídeo donde se mostraban las 10 finales de Roland Garros. Fueron desfilando los rivales: Puerta, Federer (cuatro veces), Soderling, Djokovic (2), Ferrer y para terminar Wawrinka. Y el campeón en todas ellas fue siempre el mismo. Rafa Nadal.
Nadal alza por primera vez el trofeo en Roland Garros (2005).
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