El Principito en Cannes: una bella cinta para una ciudad sin niños
Se estrenó el filme basado en el libro de Antoine de Saint-Exupéry, que mezcla stop motion con animación digital. Dirige el realizador de Kung Fu Panda, Mark Osborne.
Concebida como una mezcla curiosa de animación digital y stop motion, El Principito se mostró hoy en la mañana en el Festival de Cannes. Probablemente en la película aparecen más niños que en todo este balneario de lujo, donde los autos deportivos, los trajes de alta costura y los rostros famosos son inversamente proporcionales a los niños. En Cannes simplemente no existen personas bajo los 10 años o si alguien los ve parecen una especie en extinción. Por eso quizás la cinta resultó una experiencia tan cálida para quienes la vieron: el largometraje es la adaptación de Mark Osborne, director de Kung Fu Panda, de este cásico de Antoine de Saint-Exupéry.
Producida por Paramount Pictures, El Principito propone una realidad alternativa a la historia original. En un contemporáneo vecindario gris y homogéneo, una niña y su madre son las recién llegadas que pretenden sobresalir de cualquier forma posible. El exitismo de mamá parece ser contagioso y la niña está a punto de contraer aquellos materialistas males, todo siempre en un marco de impoluta animación digital. Hasta ahí la cinta es más o menos como cualquier otra del género, pero por lo menos tiene guardada la pequeña gran sorpresa del stop motion, el centenario método que aquí le da vida a un viejo y alfo cascarrabias aviador. Es el vecino de la niña. Claro, se trata de Saint-Exupéry en persona. No cayó en su aeroplano al Mediterráneo, sino que se perdió en una ciudad del montón y ahora es un vecino del que nadie sabe demasiado.
El piloto, con voz del actor Jeff Bridges, le irá contando a la muchacha de sus experiencias y, por supuesto, le narra el poético episodio de su encuentro con un muchachito de bufanda azul y cabello rubio rizado. Toda la fábula del pequeño príncipe está hecha en stop motion, lo que es la elección correcta: sólo esta técnica es capaz de darle encanto al zorro, la rosa y los habitantes de los planetas. También, por supuesto, al viejo aviador y al niño príncipe. Uno puede pensar que quizás la cinta debería haber sido solo ésta, olvidándose de la aparatosa introducción digital. Pero no hay que engañarse: es un producto de Hollywood y no se puede arriesgar a perder demasiado en las boleterías.
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