El último churqui crece en San Miguel
El prosopis burkartii es un arbusto nativo de Tarapacá, donde sólo quedan 23 ejemplares. El 24 vive en un patio trasero en la capital.
HOMERO Altamirano apaga la manguera que ha estado corriendo en su jardín durante horas. El sol pega fuerte y las plantas necesitan bastante agua, sobre todo aquí, donde crecen muchos árboles: quillay, pimiento, palma chilena, algarrobo, olivo, belloto, peumo y pittosporum, entre otros.
Un pequeño arbusto podría pasar inadvertido, pero es en realidad el más importante: un prosopis burkartii, especie endémica de la Pampa del Tamarugal que se encuentra en serio peligro de extinción. Según el Ministerio del Medio Ambiente, hay registro de la existencia de solo 23 ejemplares. Este sería el número 24.
Homero Altamirano es ingeniero forestal y trabajó en la Reserva Nacional Pampa del Tamarugal, en la región de Tarapacá. Ahí se enteró de que, además del prosopis tamarugo, el más conocido árbol originario del sector, existía el prosopis burkartii, llamado comúnmente churqui y descubierto en 1971.
Ahí se enteró también del mito que dice que es imposible reproducir esta especie y, por lo tanto, está destinada a desaparecer.
Cuando volvió a Santiago, a vivir en calle Monja Alférez, San Miguel, trajo unas semillas y en 2008 se propuso hacerlas germinar. Para eso, les hizo un tratamiento de frío y calor: las metió al refrigerador durante 24 horas y después les echó agua caliente, para romper la cáscara que envuelve las pequeñas semillas de esta especie y les dificulta la germinación. Luego las metió en un vaso y las tapó con un algodón húmedo. Crecieron varias, pero al ser trasplantadas a la tierra todas murieron, menos una.
El churqui número 24 es un arbusto con espinas, de un metro de altura. Aún no ha dado flores ni frutos, pero cuando lo haga los primeros serán de color café y las últimas amarillas, redondas, pequeñas y peludas.
"Me motiva el desafío de mantener vivas a estas plantas que la naturaleza pareciera querer eliminar", dice Altamirano mientras jardinea.
En enero de 2011, como miembro de la Conaf, mandó un informe al Ministerio del Medio Ambiente (MMA), en el que les planteaba la situación de vulnerabilidad en que se encuentra esta especie. El ministerio encargó un estudio y se identificaron los 23 individuos que figuran en la "clasificación de especies según su estado de conservación" de la página del MMA. Ahí se califica al churqui como "en peligro crítico".
Altamirano va entregar el ejemplar que crece en su patio trasero al vivero que tiene la Conaf en la Reserva Nacional Río Clarillo, en Pirque. Pero tiene más semillas que piensa sembrar.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.