Enfermedad de Cristina K llega en un momento delicado para el oficialismo
La crisis se produce a tres semanas de elección legislativa, donde el kirchnerismo perdería escaños. Según el diario Clarín, existen dudas sobre el rol que tomará el vicepresidente Boudou.
La situación es alarmante y genera incertidumbre, porque se desató a sólo 22 días de las elecciones legislativas en las que se espera un mal resultado para el oficialismo tanto en la capital y en la provincia de Buenos Aires como en otros centros importantes del país.
La enfermedad de la Presidenta Cristina Fernández -quien sufre de una lesión cerebrovascular, producto de un traumatismo que sufrió el 12 de agosto y que la mantendrá alejada de la Casa Rosada durante un mes- se produce, además, en medio de la alarmante marcha de la economía, con altos índices de inflación y fuga de divisas, y con la pelea con los fondos especulativos que vienen ganándole una batalla judicial en EE.UU. a la posición argentina.
Además, el vicepresidente Amado Boudou no cuenta ni con mucha gente leal ni equipo dentro del peronismo. Además, tiene abiertas algunas causas judiciales.
Según dijo ayer a La Tercera un importante dirigente justicialista, puede ser que Carlos Zannini, el poderoso jefe de la Secretaría Legal y Técnica de la Presidencia, sea quien dirija sus pasos.
Incluso, según el diario argentino Clarín, aún no hay claridad sobre si Fernández delegará el liderazgo a Boudou o si continuará llevando, a pesar del reposo, una agenda política limitada. "Habrá que ver qué decisiones se toman", dijo ayer en la radio Mitre el gobernador bonaerense, Daniel Scioli. El destacado analista político argentino Joaquín Morales Solá se arriesgó a evaluar ayer, en su columna del diario La Nación, que el secretismo con que el gobierno manejó todo el sábado la internación de Cristina Fernández, hasta dar el parte médico, generó la desconfianza de estar ante una "enfermedad presidencial" que podría estar "siendo dramatizada con fines electorales".
La presidenta se había puesto al frente de la campaña buscando levantar los alicaídos números de su primer candidato a diputado en la provincia de Buenos Aires (el principal distrito electoral del país), el hasta entonces desconocido Martín Insaurralde. Así y todo, el elegido de Cristina Fernández para los comicios perdió en el crucial testeo que representaron las primarias del 11 de agosto. Entonces, descolló el alcalde de Tigre y ex jefe del gabinete cristinista, Sergio Massa, quien ganó con 34,9%, frente a un 29,6% de Insaurralde. Ahora, para las elecciones del 27 de octubre, Massa superaría el 40% de las intenciones de voto y tendría más de 10 puntos de ventaja sobre el candidato oficialista en la más importante de las elecciones de ese día.
La jefa de Estado empezó entonces un maratón de apariciones en actos de gobierno para inaugurar pequeñas obras y lanzar programas sociales, en los que hacía campaña para su candidato. Ante la derrota en las primarias e importantes errores en la gestión de gobierno, la organización La Cámpora fue apartada de un plumazo de la campaña por la mandataria. Lo decidió ella, madre política de esta agrupación que penetró organismos claves del gobierno. Cristina Fernández pasó a apoyarse entonces en el "viejo peronismo".
Y concedió una serie de entrevistas a los periodistas amigos del gobierno, en los que descollaban siempre detalles de su vida personal.
Más allá de la incertidumbre que genera el hecho de que, eventualmente, se tome un mes de reposo, como le indicó el médico, quien más sufrirá su ausencia es Insaurralde. Salvo que la salud presidencial juegue para el candidato y su jefa tan positivamente como le jugó a Cristina Fernández la tragedia que también conllevó la muerte repentina de Néstor Kirchner, un año antes de las presidenciales en las que la mandataria arrasó con el 54% de los votos.
Además, la discusión sobre su segunda reelección parece estar cerrada. Según dijo a La Tercera el analista político argentino Heriberto Muraro, "ya hasta el gobierno mismo ha dicho que es imposible la re-reelección. No hay manera de juntar el año que viene los votos necesarios para llamar a un referéndum constitucional. Además, aun en el caso de que lo llamaran, lo más probable es que Cristina Fernández lo perdiera".
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