Fernando González: "Nico me levantó cuando estaba cansado"
El otro protagonista de la gesta en Atenas, relata cómo superó en 24 horas la frustración de perder contra Mardy Fish, para ganar una medalla de bronce y otra de oro.
El nombre de Fernando González está inscrito, al igual que el de Nicolás Massú, en la historia grande del deporte chileno. El Bombardero de La Reina ha sido el único exponente que luce tres medallas olímpicas: el inolvidable oro en dobles, en Atenas 2004; el bronce también en la capital griega; y una presea de plata en Beijing, cuatro años más tarde.
A una década de la hazaña conseguida con Nico, el ex número cinco del mundo, que por estos días se alista para viajar al US Open como asesor técnico del colombiano Santiago Giraldo, se emociona al recordar una de las jornadas más especiales de su exitosa carrera. En pocas horas pasó de la decepción de dejar escapar una final olímpica en singles a la alegría, primero, por alcanzar un heroico tercer lugar frente al estadounidense Taylor Dent (6-4, 2-6 y 16-14, en tres horas y 25 minutos) y, luego, por ser protagonista del primer oro nacional, después de largos 108 años de frustraciones en los Juegos Olímpicos. Por supuesto que en otro épico y recordado encuentro, donde incluso levantaron cuatro puntos de partido en el tie break del cuarto set frente a los alemanes Nicolas Kiefer y Rainer Schüttler.
¿Qué siente a una década de este episodio?
Lo que ocurrió en Atenas es uno de los mejores recuerdos de mi carrera. Para mí fue muy importante y también lo fue para el deporte nacional.
¿En qué condiciones llegó a esa semana?
Uno siempre tiene que estar listo, porque puede ser la semana de tu vida. Sin embargo, al comienzo no me sentía jugando tan bien, aunque tan mal tampoco. Fui partido a partido. Empecé a ganar y a medida de que eso se fue dando, yo me sentí más a gusto. Lo importante para mí era ganar una medalla. Porque cada vez que fui a unos Juegos Olímpicos fue para ganar una medalla. Y, sobre todo, porque en nuestro país no había muchos éxitos deportivos.
Al ver el cuadro, sobre todo en dobles, ¿qué pensó?
Todos los partidos son duros, con el Nico les habíamos ganado a parejas buenas. Había que ganar en la cancha, los papeles sirven para especular... Las opciones eran reales, lo importante era el esfuerzo que íbamos a hacer para conseguirlo.
En singles usted estuvo a un paso de llegar a la final. Sin embargo, una torcedura de tobillo lo sacó del partido frente a Fish. ¿Qué sensaciones pasaron por su mente después de este episodio?
Fue lamentable, pero también es cierto que esto es parte del alto rendimiento. Uno puede estar jugando el mejor de tenis de su vida, pero a veces pasan otras cosas. Esa vez fue muy penoso, pero no terminó de una forma tan dramática. Por lejos, fue el momento más duro de mi carrera. No fue un fracaso, pero sí una decepción. Sabía que era una oportunidad única para intentar ganar una medalla de oro (después se me presentaría otra en Beijing, pero no lo sabía en ese momento). Había que salir adelante, y luego pude conseguir dos medallas que me dieron mucha alegría.
Podría haber jugado la final soñada ante Massú…
Sí, pero para qué hablar de algo hipotético…
¿Cómo logró superar tamaña decepción en singles, para enfocarse pocas horas después en la definición del bronce y en la final de dobles?
Lo que más valoro del alto rendimiento es que sabía manejarme en el triunfo y en la derrota. Pero también es cierto que no era fácil. Sin embargo, antes del partido contra Taylor Dent estábamos viendo con Horacio (de la Peña, su entrenador) la entrega de medallas de la equitación y una señora lloraba de alegría después de haber sacado bronce. A pesar de que sabía que era importante, ahí dimensioné realmente lo que significaba ganar una medalla y lo bueno que era luchar por ella.
Ese 21 de agosto de 2004 tendría muchas emociones para usted…
Fue un día muy bueno en mi carrera, muy desgastante, con mucho nervio... El desgaste físico fue importante, y en la final de dobles el Nico fue un gran apoyo, porque me levantó cuando estaba cansado, y luego pudimos ganar.
¿Fue el día más feliz para usted?
Fue más feliz el día que llegamos a Chile, porque me dio sensibilidad con la gente. No imaginamos tanto desborde. ¡Tanto! Y eso que llegamos varias semanas después y creíamos, quizás, que en ese tiempo la efervescencia se iba a disipar un poco.
¿Le tomó la importancia a lo que había conseguido cuando estaba en el podio?
Para mí fueron tantas sensaciones en un solo día que no disfruté tanto cuando gané la medalla de bronce. No pensé muchas cosas. Sin embargo, esto fue totalmente distinto en Beijing. Ahí sí lo disfruté, porque estaba mucho más preparado para un momento así.
Si tuviera que comparar lo vivido en Beijing con Atenas, ¿con qué se queda?
No me gusta comparar, son los dos momentos más importantes en mi carrera. En Atenas gané un oro y un bronce, y en Beijing jamás soñé con volver a un podio olímpico. Ambos logros son como mis hijos deportivos, entonces no puedo tener predilección por uno u otro.
¿Cree que algún día se pueda repetir algo así en Chile?
No lo sé, pero me encantaría que algún chileno repitiera esto, que fuera número uno, que ganara Grand Slam… Ojalá ocurriera.
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