Foo Fighters alista su retorno a Santiago para 2018 con el tour que muestra su nuevo disco
Las tratativas apuntan a que el grupo se presente en el país entre marzo y abril del próximo año. Su próximo título sale el 15 de septiembre y une el rock duro con la sensibilidad del pop.
Foo Fighters vuelve a lo suyo: la expectación mediática, los conciertos en grandes arenas, las frases con carne de titular, Dave Grohl hablando por todos lados. ¿Un ejemplo inmediato? "Será como Motörhead versionando Sgt. Pepper", aseguró el cantante del conjunto hace unas semanas a la BBC, adelantando el sonido de Concrete and gold, precisamente el disco que este 15 de septiembre los tendrá de vuelta.
Y que también los empujará a una nueva gira latinoamericana. Así al menos figura en los planes de varias productoras de la región, las que por estos días afinan detalles de un recorrido pactado para marzo y abril del próximo año. En el caso local, las tratativas ya están adelantadas y las coordenadas definitivas se deberían resolver en los próximos días.
En un principio se espera su espectáculo para un recinto de alta convocatoria, atendiendo no sólo al estatus que el grupo viene sacando brillo hace varios años -la de uno de los últimos baluartes del rock corporativo para las masas-, sino que también a sus visitas anteriores: en 2012 debutaron en la capital con su presentación en el festival Lollapalooza y tres años después estuvieron en la Pista Atlética del Estadio Nacional (aunque en un principio fueron anunciados para el coliseo central).
En Argentina, el concierto también es trabajado para un espacio de grandes dimensiones, con el Estadio Unico de La Plata como la opción más cierta. En los últimos días también se determina la ruta que seguirán por el continente, ya que también se estima que desembarcarán en países como Brasil y Colombia, justo en un período del año de altísima actividad de la cartelera, con el Lollapalooza que se replica en varias capitales como uno de los principales atractivos.
Eso sí, los estadounidenses ya empezaron el tour que promociona su próximo título, con arranque el pasado 16 de junio en Reykjavík, Islandia, para luego continuar en varias ciudades europeas y rematar hasta diciembre en Asia y Norteamérica. En todas las plazas, el diagnóstico de la crítica especializada ha sido el esperable: el sexteto se mantiene como un bien aceitado producto de rock visceral y atronador, rasgo amplificado por el histrionismo de su vocalista y por una batería de hits que ya supera las dos décadas.
En la actual gira, el repertorio ha balanceado los clásicos con el material más reciente: el inicio con Times like these, All my life y Learn to fly es un puñetazo para los seguidores de la vieja guardia, mientras que la segunda parte ofrece varias de las composiciones de su próxima entrega, como Arrows, Run, Dirty water, La Dee Da y Sunday rain.
Un álbum que, por lo demás, trabajaron entre diciembre de 2016 y mayo pasado, y producido por Greg Kurstin, uno de los nombres más cotizados del último tiempo en el rubro y más vinculado a las megaestrellas del pop. De hecho, en su currículum figuran apariciones en álbumes de Katy Perry y Adele, con quien hizo el éxito Hello. En el caso de los Fighters, Grohl quedó impresionado tras escuchar el trabajo del productor para la agrupación indie The Bird and the Bee.
Eso quizás explica otra de las frases lanzadas por el músico: "Es una mezcla de hard rock extremo con la sensibilidad de la música pop". Y es el retorno del omnipresente Grohl con una labia y un estilo que volverá a tener su capítulo chileno.
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