Fundador de movimiento Dogma: "La moda acaba con el buen arte"

A diez años de iniciar con el filme La celebración la polémica "escuela", Thomas Vinterberg reniega de sus efectos.




El cineasta danés Thomas Vinterberg, uno de los cofundadores del movimiento Dogma junto a Lars Von Trier, afirmó que "la rebelión que supuso esta corriente murió al convertirse en convención", al tiempo que insistió en que "la moda acaba con el buen arte".

El director, estuvo en Valencia para presentar When a man comes home, la película que clausurará la 24 edición del festival Cinema Jove, y en la que se reencuentra con sus orígenes "previos al cine Dogma", según matizó el director del certamen, Rafael Maluenda.

Vinterberg explicó que tras el éxito de su película La Celebración, la primera en su filmografía que seguía las directivas de la corriente Dogma, "me sentí confuso porque de repente tenía la oportunidad de trabajar con grandes estrellas y altos presupuestos, de modo que intenté alejarme del movimiento todo lo que pude".

No obstante, manifestó que después del "trabajo de exploración" que realizó con sus anteriores largometrajes, su nueva cinta, When a man comes home, supone el "reencuentro" con su trabajo. "Con cómo era yo y con las cosas que forman parte de las historias que quiero contar, como grandes comidas bulliciosas, gente gritándose y rodar con mi mejor amigo", en referencia al actor Thomas Bo Larsen, que repite con el cineasta diez años después de protagonizar La Celebración.

A su juicio, el éxito del cine Dogma le "explotó" en las manos y le "descarrió del camino". En esta línea, indicó que lo que "comenzó como una reacción arrogante y lúdica contra las convenciones cinematográficas se convirtió en un éxito comercial y artístico que debía morir".

El filme que cierra el certamen "es un intento de hacer una película ligera de una forma muy tranquila". Asimismo, avanzó que los dos personajes protagonistas, "una persona joven, guapa, inocente y tímida y otra vieja, alcohólica, calentorra, corrupta y escandalosa", representan lo que el propio director fue una vez y en lo que se va convirtiendo con el paso del tiempo.

El cineasta reconoció que en sus películas abundan los personajes "un poco locos y obsesionados con ellos mismos, como un reflejo del mundo en el que me muevo e incluso de mí mismo". Además aludió a una "posible relación" entre algunas escenas del filme y determinados pasajes de su infancia ya que se crió en una comuna hippie, de manera que desde los 6 hasta los 19 años, su típica comida familiar, "eran 15 personas alrededor de una mesa que, o bien acababan discutiendo, o bien tocando la guitarra juntos".

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