El fútbol que pretende Hoyos
El nuevo entrenador de la U privilegia conceptos como habilidad, control y velocidad. Los azules se ilusionan.
Trabajólico. A ratos, obsesivo. Dedicado. Estudioso. Son algunos de los conceptos que esgrimen quienes han tenido la oportunidad de trabajar con el argentino Ángel Guillermo Hoyos, el nuevo entrenador de Universidad de Chile. ¿Una apuesta? ¿Una carta segura? El tiempo lo dirá. Lo cierto es que los azules vieron en el transandino a su salvador. A quien pueda sacarlos del mal momento que desde la salida de Martín Lasarte están sumidos. No pudo Sebastián Beccacece. Tampoco la dupla de Castañeda y Musrri. Será, entonces, el turno del ex entrenador de la selección de Bolivia, quien como estratega se formó en el Barcelona, con todo lo que eso implica.
Amante de la posesión de pelota y del buen trato de esta, Hoyos ha ido amoldando su filosofía para adaptarla a los diversos planteles a los que ha llegado, aunque sin jamás renunciar a su idea fundamental: ser protagonista y tratar de apoderarse del esférico. Sin ser tan punzantes, los equipos del ex mediocampista se caracterizan por buscar el espacio hasta que se abra. Sin desesperarse. En Chipre, por ejemplo, en el Anorthosis Famagusta se le valoró justamente esa faceta. También en Grecia, donde estuvo en cuatro instituciones, siempre dando qué hablar.
"La U se lleva un gran entrenador, con ideas claras a la hora de jugar, que siempre le gusta ir adelante, pero que al mismo tiempo es inteligente si hay que cerrar un partido. A nosotros nos estaba haciendo ver mejor y por eso lamentamos tanto su partida", expone Marco Peredo, vicepresidente de la Federación Boliviana de Fútbol, el último sitio donde dirigió antes de ponerse el buzo estudiantil.
Sus equipos pueden presentar diversos dibujos tácticos, aunque privilegia los cuatro defensores, tal como el Barcelona. Su esquema preferido es el 4-3-3, aunque puede parar a sus elementos ofensivos de otra forma. Ahí generalmente se dedica a poblar la zona de volantes, con punteros que, dependiendo del rival, pueden estar más o menos cargados al área contraria. A ellos, eso sí, les pide descolgarse generalmente. Ser verdaderas flechas que junto a los laterales sean alternativa a los pases de los mediocampistas. O que al menos sean motivo de preocupación de las defensas a las que enfrenta. De todas formas, al entrenador con pasos por el fútbol de Colombia también se le ha visto plantear algunos encuentros con tres zagueros, aunque no es su tónica. El 10 clásico no es indispensable y entre los que jueguen como volantes pueden cumplir esa función.
La presión es otro de los aspectos que Hoyos no descuida. ¿Se perdió la pelota? De inmediato a recuperarla. El primer defensor es el delantero. Le gusta asfixiar en campo rival. Ser 'hiperagresivos' es uno de sus lemas. Ninguno descansa y si se puede doblar o incluso triplicar marcas para volver a tener la pelota, que así sea. La Universidad Católica ya lo sufrió en 2012, cuando Hoyos dirigía a Bolívar y la aplastó 3-0 en La Paz por Copa Libertadores. De hecho, tal es su afán por ganar, que en esa oportunidad el equipo local salió a ahogar a los cruzados, quienes vieron cómo su arco se veía vulnerado apenas 90 segundos después de iniciado el duelo. Semanas antes, en Santiago, los altiplánicos habían conseguido un 1-1. Ahí, su equipo jamás se refugió.
Amante de las charlas motivacionales previas a los partidos, quienes han sido dirigidos por él destacan ese hecho. Aún cuando ha estado en ligas en las que no domina el idioma, siempre se las arregla para dar su mensaje, incluso con traductores. En Chile, evidentemente, le será más fácil. "El profesor logra meterse en el sentimiento de cada uno", asegura escuetamente, por ejemplo, el boliviano Walter Flores, ex dirigido por el estratega.
"Me gusta el juego de combinación. Ahí tiene que haber una transición de velocidades y factor sorpresa. La belleza de los velocidades es la que marca diferencias en el fútbol. Habilidad, control, creatividad. Por eso el fútbol evoluciona", dijo Hoyos a La Tercera hace algunos meses. Y es que esa es su forma de sentir la actividad, misma que pretende plasmar en la U.
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