Gobierno medirá ruido en Ruta 5 para estudio acústico

Ruta 5

El análisis durará un año y servirá para crear una norma nacional de este contaminante. Parques eólicos también serán controlados por los ministerios de Medio Ambiente y Energía.




El tráfico vehicular es la fuente clave para entender de dónde proviene el ruido más intenso en el país. Eso advierten los estudios del Ministerio del Medio Ambiente, los que muestran que en Santiago los mayores niveles de este contaminante se registran en el trazado de las avenidas Américo Vespucio, Vicuña Mackenna o Alameda (muy por sobre los 65 decibeles que, en promedio, se recomiendan en 24 horas). Esto es, precisamente, por el paso de automóviles, camiones y motocicletas.

Ante este escenario, la cartera prepara una serie de investigaciones y normas para poder mitigar los altos niveles de ruido, que producen desde la pérdida de la audición hasta afecciones cardíacas.

Un análisis clave que se espera iniciar este año es determinar los índices que hay en los diversos puntos de la Ruta 5 (vía de alrededor de tres mil kilómetros de extensión), la que tiene uno de los mayores flujos vehiculares del país.

El objetivo del estudio es realizar una evaluación del ruido en el entorno de esa carretera, pues en algunos tramos de esa vía hay áreas urbanizadas con alta población, o bien se están desarrollando proyectos inmobiliarios. "Si no generamos los antecedentes que permitan reconocer el problema y aplicar medidas de control, los efectos pueden crecer", explican desde el ministerio.

Se añadió, además, que se busca generar antecedentes que permitan definir un área de amortiguación en torno a vías de alto tránsito de vehículos, compatibilidad de usos de suelo y exigencias de aislamiento acústico. El análisis durará un año.

Regulación

Otra área que están trabajando los ministerios de Medio Ambiente y Energía, es en el diseño de una estrategia para el control del sonido proveniente de los parques eólicos.

Enrique Suárez, académico del área acústica de la U. Austral y autor de los mapas del ruido en las principales ciudades, dice que las torres "tienen un problema especial, pues generan un sonido de baja frecuencia muy molesto".

Igor Valdebenito, jefe de Departamento del Ruido del Ministerio del Medio Ambiente, agrega que se hará un diagnóstico sobre el impacto de estas fuentes. Además, se analizará la percepción de la comunidad respecto a este tipo de construcciones. A partir de ello, se podría trabajar en el ordenamiento territorial.

Hoy existen normas de emisión que ponen límite al sonido, por ejemplo, de buses, pero los expertos coinciden en que se requeriría una regulación más amplia que resguarde la calidad acústica. "La forma de medición, el indicador y los criterios (valores) deben discutirse, pero los elementos de juicio (diagnóstico, efectos en la salud y aspectos técnicos) están suficientemente maduros para llevar a cabo una discusión seria de este tema", señala Suárez. El debate se debe dar entre los ministerios con los expertos y luego publicar los resultados, para que la industria y la ciudadanía pueda dar su visión.

Al respecto, Valdebenito añade que la elaboración de este tipo de norma implica que se debe crear, en esta primera fase, un comité operativo "integrado por distintos servicios públicos con competencia en el tema, como es el caso del Ministerio de Salud, para definir los estándares que se establecerán".

Daños

La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió que el ruido excesivo genera un daño al medioambiente, pero en Chile no ha habido estudios en profundidad sobre el impacto en las personas. Sí se han realizado análisis sobre la marca que deja en los ecosistemas del norte del país.

Francisco Squeo, académico de la U. de La Serena e investigador Asociado del Instituto de Ecología y Biodiversidad, sostiene que se pudo observar que la presencia de grúas o de camiones en algunas vías (ligados a la minería) llevó a que "guanacos y aves nativas escapen por temor. Incluso, llegan a dejar su hábitat y a las crías, lo que afecta a las poblaciones".

Agrega que la fauna es afectada por explosiones, bocinazos o el tráfico excesivo. Por ello, indica que algunas industrias y en los parques nacionales se ha adoptado la medida de no tocar la bocina, o bien circular a una velocidad menor cuando ingresan a esas áreas.

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