Gobierno peruano envía mediadores a Cajamarca para intentar contener el conflicto minero
El arzobispo Miguel Cabrejos y el sacerdote Gastón Garatealas se reunirán con autoridades locales para buscar una salida a las protestas contra el proyecto Conga, que dejaron cinco muertos la semana pasada.
Dos prelados de la iglesia católica intentarán desde este lunes contener el conflicto en Cajamarca, al norte de de Perú, y acercar posiciones entre el gobierno central y líderes locales que se oponen a un proyecto minero que, afirman, dejará a la región sin agua.
Designados como mediadores, el obispo Miguel Cabrejos y el sacerdote Gastón Garatea se reunirán con dirigentes del gobierno regional de Cajamarca, entre ellos su presidente, Gregorio Santos, líder prominente de las protestas en esa región norandina, tras registrarse graves enfrentamientos la semana pasada entre manifestantes y la policía que dejaron un saldo de cinco muertos.
El origen del conflicto es el proyecto minero Conga -de la companía estadounidense Newmont-, que contempla secar cuatro lagunas en las partes altas de Cajamarca, que se compensarían con la construcción de cuatro lagunas artificiales que, según la empresa, garantizarían el suministro de agua.
"Nuestro papel es el de facilitar que las partes se vuelvan a sentar a la mesa y que cada quien exponga sus posiciones y lentamente se vaya aflojando el nudo", dijo este hoy el obispo Cabrejos, arzobispo de Trujillo y ex presidente de la Conferencia Episcopal peruana.
"Se requiere moderación y que ninguna de las partes vaya a seguir tratando las cosas con violencia", dijo por su parte el padre Garatea.
Los dos prelados son figuras que gozan de prestigio entre los peruanos y tienen experiencias en la mediación de conflictos sociales.
En la reunión Santos pedirá que se levante el estado de emergencia, la suspensión del proyecto Conga, respeto a los derechos de los detenidos durante las protestas y su traslado inmediato a Cajamarca, según informó el gobierno regional.
Una buena parte de la población de Cajamarca, ciudad que hoy se encuentra en calma, se opone a la ejecución del proyecto Conga porque teme que puedan verse afectadas sus cabeceras de cuenca, de donde nacen cursos de agua que usan en sus labores agrícolas y ganaderas.
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