Hacker ruso recibe la mayor sentencia de la historia por robo de datos
La corte federal de Seattle sentenció a 27 años de prisión a Roman Sleznev, quien obtuvo 170 millones de dólares robando tarjetas de crédito.
En junio del año 2014, en una guarida ubicada en las islas de Maldivas, Roman Seleznev, un hacker ruso conocido como Track2, fue detenido gracias a una orden de captura internacional emitida por el FBI. En su poder contaba con grandes fajos de billetes de 5 mil rublos, los de mayor denominación en Rusia, pero lo más importante, un computador portátil que contenía la información por la cual estaba siendo buscado.
En su interior, cerca de dos millones de números de tarjetas de crédito obtenidas al hackear directamente los computadores que procesan las compras en diferentes tiendas del retail en Estados Unidos. Estas cuentas luego eran ofrecidas en internet para realizar fraudes y compras ilegítimas sin que dejaran rastro. Una operación que le permitió contar con una vida llena de lujos y que reportó a la industria más de 170 millones de dólares en daños.
Seleznev fue llevado a la justicia norteamericana, donde se le pidió una condena de 30 años por los 38 delitos que se le adjudicaron, entre los que destacan fraude, daño intencional a un computador protegido y robo de identidad agravado. En total, se dice que el ataque de Track2 afectó a 3700 instituciones financieras y a 500 negocios alrededor del mundo.
De los 30 años finalmente se le concedieron 27, lo que sigue siendo considera como una victoria para la justicia de Estados Unidos, ya que se trata de la mayor sentencia dada para un hacker en toda su historia, superando la condena de 20 años que se le dio el año 2010 a Albert Gonzalez por un crimen similar.
Pero lo más interesante de esta historia son las repercusiones políticas que podría tener, ya que Roman, de 32 años, es hijo del miembro del parlamento ruso Valery Seleznev, quien ya ha señalado que su hijo fue "secuestrado" por el gobierno estadounidense y que su hijo fue torturado, víctima de una sentencia injusta, a pesar de toda la evidencia que Track2 contaba en su propio computador.
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