Heraldo Muñoz: "No podíamos permanecer silenciosos frente a la campaña comunicacional de Bolivia"

Ad portas de los alegatos en La Haya y ante difusión de postura paceña, canciller dice que "para la opinión pública, a veces, el que calla, otorga".




Ayer, el canciller Heraldo Muñoz llegó a La Haya, Holanda, para monitorear directamente los alegatos orales que se inician mañana en la Corte Internacional de Justicia.

Esta semana, Chile y Bolivia deberán argumentar exclusivamente sobre si el tribunal tiene competencia para revisar la demanda por un acceso soberano al mar presentada por la administración de Evo Morales. Y la resolución de esta etapa será clave para el principal argumento que ha defendido  el gobierno chileno, y que motivó que La Moneda impugnara la jurisdicción de la Corte en este caso: que los asuntos marítimos y de límites entre ambos países fueron zanjados en el Tratado de 1904.

Si los jueces deciden declararse competentes o si optan por postergar esa resolución, implicaría un triunfo parcial para La Paz, obligando a Chile a discutir el fondo del asunto, justamente lo que el gobierno de Michelle Bachelet quiere evitar.

Perú dio por superado el caso espionaje. Y la Cancillería chilena afirmó en un comunicado que se deploraban hechos como los que acusó ese país y que La Moneda nunca ha autorizado ninguna acción de ese tipo. Sin embargo, no queda claro si hubo espionaje o no. No queda despejado si las personas que Perú denunció espiaron o no a sus FF.AA.

Yo me atengo estrictamente al comunicado que emitimos. Lo que quisiera reiterar es la satisfacción que sentimos por el entendimiento que hemos alcanzado con Perú para superar esta situación.

Uno de los aspectos positivos que -se decía- tenía enfrentar un juicio con Perú en La Haya era que se terminarían los conflictos entre ambos países. Sin embargo, hechos como el caso espionaje demuestran que no fue así. ¿Teme que con Bolivia pase algo similar?

En primer lugar, no comparto las visiones fatalistas sobre nuestras relaciones vecinales. Las relaciones con Argentina son óptimas. Con Perú tenemos múltiples intereses comunes, y no hay que exagerar las desavenencias. Acabamos de superar un episodio que fue bastante complejo, en que, incluso, hubo quienes hablaron de retiros permanentes de embajadores o de una ruptura de relaciones. En cambio, ahora nos aprontamos a ir a Perú con la Presidenta para seguir profundizando la Alianza del Pacífico. En cuanto a Bolivia, efectivamente la relación enfrenta obstáculos mayores, producto de su demanda unilateral, pero confiamos en que un desenlace positivo para nosotros en La Haya provoque una profunda reflexión en el país vecino y lleve a posturas más razonables, que apunten a una relación constructiva y de futuro.

La Cancillería ha sido muy crítica del tenor comunicacional que le ha dado Bolivia a su caso. Incluso, han acusado a La Paz de no tener argumentos jurídicos y de sustentar en lo mediático su postura. ¿Chile no cae en lo mismo al realizar un video o al invitar a parlamentarios a Holanda, que no tienen ninguna posibilidad de intervenir en el juicio?

Está claro que Bolivia le ha dado un cariz profundamente político a su demanda, desplegando una gran ofensiva comunicacional, que se aparta de las prácticas del máximo tribunal. Hemos tenido que dar una respuesta a esa ofensiva, sin incurrir en excesos, ofensas o descalificaciones, manteniendo la sobriedad, que ha sido una característica de nuestra política exterior. No podíamos permanecer silenciosos frente a la campaña boliviana, pero hemos seguido siendo fieles a nuestro estilo. En cuanto a la presencia de las máximas autoridades de nuestro Congreso y de un grupo destacado de parlamentarios, quiero decir que la valoramos mucho y que envía un mensaje potente de unidad nacional en un momento clave.

¿Por qué dice que no podían permanecer silenciosos frente a la campaña boliviana? ¿Quiere decir que fue exitosa?

Nadie en Chile hubiera entendido que nos mantuviéramos en silencio. Ante la corte, ciertamente lo que importa son los escritos y los alegatos. Pero para la opinión pública, a veces, el que calla, otorga. Y quisimos despejar toda duda respecto a la ofensiva boliviana. Pero tampoco hay que exagerar los efectos de esa  campaña. Ella tiene impacto en Bolivia y en Chile. Más allá, es muy reducido su efecto.

Otra crítica chilena ha sido que Bolivia insiste en mulitilateralizar el conflicto, llevando el tema a instancias internacionales. ¿No cayó en lo mismo usted al exponer su postura ante la jefa de la diplomacia de la Unión Europea?

Sabemos que Bolivia ha desplegado una fuerte campaña internacional, designando incluso a un vocero de la demanda, el ex presidente Carlos Mesa, quien ha informado profusamente, vía entrevistas, Twitter y todos los medios a su alcance, sobre sus entrevistas con interlocutores de otros países. Frente a ello, consideramos un deber explicar la posición chilena, dejando siempre en claro que las relaciones con Bolivia son un tema exclusivamente bilateral entre nuestros países y que no hay cuestiones que sean susceptibles de tratamiento multilateral, algo que nuestros interlocutores comprenden y que varios de ellos han destacado públicamente.

El tema ha sido llevado por Chile no sólo a representantes de la Unión Europea, sino que a varios foros. Además, hay parlamentarios chilenos, coordinados con Cancillería, que se han desplegado por el mundo difundiendo la posición de La Moneda.

Nosotros no llevamos el tema a los foros internacionales. A lo que vamos es a defender los tratados que existen entre los dos países y la postura de Chile de que la aspiración marítima boliviana es un asunto que le incumbe exclusivamente a los dos países.

La corte tiene tres alternativas: aceptar la impugnación de Chile a su competencia, rechazarla o postergar esa decisión, obligando a nuestro país a discutir el fondo del asunto. Sólo la primera de esas tres opciones significa un triunfo claro para Chile. ¿Qué escenarios se manejan ante la posibilidad de que la corte se incline por las otras dos alternativas?

No sería oportuno ni procedente de mi parte que especule sobre los posibles resultados. Sólo me cabe reiterar mi confianza en el equipo que nos defiende y en los argumentos que expondremos.

Perú tiene que autorizar cualquier cesión de terreno chileno a Bolivia, que haya sido parte de Perú antes de la Guerra del Pacífico. De hecho, hubo negociaciones con La Paz, y Lima se interpuso. ¿Por qué Chile no ha decidido "pasarle la pelota" a Perú?

La objeción preliminar de Chile se basa, esencialmente, en el artículo sexto del Pacto de Bogotá. Es decir: los asuntos de soberanía entre Bolivia y Chile quedaron zanjados en el Tratado de 1904, y por lo tanto la Corte no es competente para conocer un asunto que ya fue resuelto por un tratado que ha estado vigente por más de 110 años. Ese es el argumento fundamental, porque lo que pretende Bolivia es que la corte obligue a Chile a negociar una cesión de soberanía territorial y marítima. Y eso, evidentemente, quedó zanjado por el Tratado de 1904. Respecto a lo que pudiera desear Bolivia, de una franja territorial soberana en la frontera con Perú, bueno, esa es una cuestión que puede desearlo Bolivia, pero la respuesta de Chile ha sido categórica: tenemos que atenernos al Tratado de 1904.

¿Si Chile dice que Perú es el obstáculo, sería admitir, implícitamente, que hay algo pendiente con Bolivia?

No voy a apartarme de los argumentos que ustedes van a escuchar a partir del lunes.

¿Pero no cree que ha habido contradicción en Chile? Hubo algunas negociaciones en el pasado con Bolivia, una de ellas la que llevó adelante Augusto Pinochet, y declaraciones de autoridades de algunos gobiernos chilenos reconociendo que la mediterraneidad boliviana es un problema.

Bueno, eso es lo que Bolivia quisiera que nosotros argumentáramos: que empezáramos a responderle sobre esos diversos momentos históricos. No lo haremos, porque sería entrar en el fondo, y lo que Chile está argumentando ahora es una objeción preliminar que tiene que ver con el artículo sexto del Pacto de Bogotá. No vamos a entrar en argumentaciones que tienen que ver con el fondo, que es lo que pretende Bolivia para tratar de soslayar el hecho de que lo que pretende es una manera encubierta de desconocer el Tratado de 1904.

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