Hungría, el país que impulsó la reforma democrática en el Este

Es una de las naciones que mejor afrontó el fin del bloque socialista. Acaba de vivir una revuelta contra un impuesto a internet.




El muro de Berlín no habría caído el 9 de noviembre de 1989 si antes el gobierno húngaro no hubiese decidido dar un paso hacia el fin del Telón de Acero y acordar con Austria la flexibilización de sus fronteras. Ese hito se produjo el 27 de junio de 1989 cuando los ministros de Asuntos Exteriores de esos países cortaron juntos la alambrada que separaba a los dos antiguos miembros del Imperio Austro-Húngaro.

Menos de dos meses después,  aprovechando el llamado "Picnic Paneuropeo" organizado en esa frontera, 600 ciudadanos de la República Democrática Alemana (RDA) huyeron a Occidente. Se valieron así de las tres horas que la frontera austro-húngara estuvo abierta. Esos fueron los primeros alemanes orientales que se animaron a pasar al otro lado, eso sí pasando por los puestos fronterizos húngaros mucho más permisivos. Una situación que forzó a tomar decisiones en la RDA que llevaron, en definitiva a la caída del muro.

De hecho, ese relajamiento en la frontera fue duramente criticado por varios líderes comunistas como el alemán Erich Honecker o el rumano Nicolae Ceausescu que incluso tacharon a los húngaros de "traidores".

No por nada Hungría fue considerado como el país más liberal dentro del bloque socialista. Basta recordar la revolución de 1956, dos décadas antes de la Primavera de Praga de 1968, que también fue aplastada por las tropas soviéticas. Así, los reformistas ganaron terreno y en 1988, Miklos Nemeth formó gobierno, puso a Gyula Horn como su canciller y empezó a introducir reformas de apertura política y económica.

Aparte del desmantelamiento de la alambrada eléctrica, junio de 1989 fue un mes clave en el proceso democratizador, con un hito particular: la exhumación y el entierro con honores de Imre Nagy, el líder de la revolución de 1956. De ahí en adelante el proceso de apertura fue imparable pese a las intenciones de los comunistas, tanto así que en abril de 1990 se realizaron las primeras elecciones democráticas.

Veinticinco años después de esos hechos, Hungría es parte de la OTAN (en 1999 llegó a la "alianza enemiga" del Pacto de Varsovia) y miembro de la Unión Europea (desde 2004). Fue el país que mejor afrontó el fin de la URSS y sus zonas de influencia en Europa Oriental, ya que el país había ido acercándose paulatinamente al sistema de libre mercado hacia los últimos años del régimen socialista.

En todo caso, recién en 2011 se aprobó una nueva Constitución, ya que antes de esa fecha había seguido funcionando la de 1949, aunque con varias enmiendas, como la de 1989, cuando se cambió el nombre de "república popular" ´por el de "república a secas.

En la actualidad el gobierno es controlado por los conservadores de la Fidesz (Alianza de Jóvenes Demócratas) que encabezaron una revuelta en 2006 (que produjo los mayores disturbios desde el fin del comunismo) contra el Ejecutivo de entonces por sus manejos económicos. Así, la Fidesz logró más de dos tercios de los votos en los comicios de 2010.

Gracias a ese clima de libertad, una nueva revuelta, que se prolongó por dos semanas, con grandes manifestaciones callejeras, hizo retroceder al primer ministro Viktor Orban en sus planes de introducir un impuesto al consumo de internet. El gobierno pretendía recaudar unos 60 millones de euros anuales, al imponer un gravamen de 50 céntimos de euro por gigabyte consumido, con un máximo mensual de 2,2 euros para los particulares y 16 euros para las empresas. Sin embargo, aún son muchos los que recuerdan con nostalgia los años del socialismo. Golpeados por la crisis económica, un sondeo aseguró que el 40% de los húngaros piensa hoy que la transición democrática no valió la pena.

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