Interminable búsqueda de cajeros automáticos en el Mundial reflejaría desconexión de la banca brasileña

Las dificultades que tendrán que enfrentar los aficionados al fútbol en el torneo que comienza el 12 de junio permite vislumbrar la brecha entre los bancos brasileños y sus pares globales en lo relativo a la referencia de conectividad financiera.




Quienes visiten Brasil con ocasión del Mundial de Fútbol en junio próximo y necesiten efectivo podrían tener que pasar por un cajero automático, luego por otro, y después por otro más.

El motivo es que el sistema bancario brasileño, que tiene más cajeros automáticos que cualquier otro, va a contramano de las prácticas de las economías más avanzadas del mundo porque no reúne sus cajeros automáticos en una red que permita transacciones fluídas.

Las dificultades que esperan a los aficionados al fútbol en el torneo que comienza el 12 de junio son más que una incomodidad. Permiten vislumbrar la brecha entre los bancos brasileños y sus pares globales en lo relativo a una referencia de conectividad financiera, consecuencia de decisiones que tomaron décadas atrás instituciones locales para diferenciarse mediante la oferta de su propio servicio de cajeros automáticos.

"Brasil es el único país que no tiene una red común", dijo Mike Urban, director de administración de cartera de la firma proveedora de información financiera Fisery, que tiene sede en Brookfield, Wisconsin.

Los turistas extranjeros que visiten Brasil durante el Mundial de Fútbol "se van a sentir frustrados si van a cajeros automáticos y esperan que todos funcionen", apuntó.

La ausencia de una red reduce la mayor parte de los cajeros automáticos brasileños a su función más básica: entregar dinero del banco cuyo nombre indica la máquina. Es probable que los turistas procedentes de los Estados Unidos o Europa, habituados a acceder a fondos en el sistema bancario internacional, se sientan decepcionados, además de indignados.

Basta con preguntarle a Mike Tevebaugh, de Denver, que tiene 29 años y es gerente de tecnología de la información de CapTech Consulting, que cuando visitó Río de Janeiro en marzo con dos amigos con motivo del carnaval, tuvo que recorrer el aeropuerto durante 30 minutos para encontrar un cajero automático compatible, probar cinco máquinas e intentar con tres tarjetas bancarias diferentes.


Una experiencia estresante


"Fue una experiencia estresante para algo que habitualmente es muy simple", dijo Tevebaugh.

Días después, el grupo visitó la ciudad turística colonial de Paraty y caminó 15 minutos hasta encontrar un banco. Ninguna de sus tarjetas sirvió. Les indicaron un pequeño comercio de alimentos a 15 minutos de distancia que tenía un solo cajero automático. Aceptó sólo una de sus tres tarjetas.

Nada de eso es un misterio para los brasileños, que están acostumbrados a que en centros comerciales y otros espacios públicos haya un solo cajero automático.

Mientras que la conectividad interbancaria caracterizó a los cajeros automáticos de los Estados Unidos a medida que cobraban popularidad en la década de 1970 –y es hoy lo habitual-, los bancos brasileños no adoptaron ese sistema porque desde el primer momento optaron por seguir cada uno su propio camino.

Tradicionalmente, los brasileños se trasladan menos que los estadounidenses, dado que no se alejan de su ciudad para asistir a la universidad y es menos probable que acepten empleos en otras ciudades. Eso ha eliminado la necesidad de un acceso expansivo a los cajeros automáticos. El uso de servicios bancarios formales también es algo relativamente nuevo para los 42 millones de brasileños que se han incorporado a la clase media en los últimos 10 años.

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