Jorge Medina: "Al Papa le escribí una carta larga contándole el país que se va a encontrar cuando llegue"

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Tras publicar una misiva criticando el proyecto para despenalizar el aborto, responde a las críticas de los sacerdotes Felipe Berríos y Percival Cowley.




"Me han dicho que hay algunas respuestas no muy favorables a mí, pero no las he visto ni tengo información al respecto", dijo, tranquilamente, el cardenal Jorge Medina Estévez, respecto de la polémica que se generó tras una misiva suya publicada en la sección Cartas de El Mercurio, en la cual abordó el tema del proyecto de despenalización del aborto en tres causales.

En específico, con aquellas "respuestas" el obispo emérito se refiere fundamentalmente a dos: la del sacerdote jesuita Felipe Berríos y a la del también presbítero y ex capellán de La Moneda Percival Cowley.

La cronología de esta reyerta partió con su propia carta. En ella, Medina, además de criticar el proyecto impulsado por el gobierno, señaló que, en razón de la coherencia, "quienes se hacen cómplices de tal atrocidad no deben recibir el voto de ningún cristiano", entre otras reflexiones.

Berríos catalogó el texto como "desalmado" y "una liturgia del terror". Y ayer, Percival Cowley también escribió a la misma sección, exponiendo varias críticas. Una de ellas fue: "¿Qué hizo y qué dijo el señor cardenal en Chile cuando se violaban sistemáticamente los DD.HH.?". Y otra: "Por qué no pensar primero en que la persona aludida (quien aborta) está actuando desde su propia conciencia?".

Según el cardenal Medina, "es natural recibir estos ataques. Por lo demás, no es verdad que no haya defendido los DD.HH. Hubo dos casos de la U. Católica, cuando yo era allí el gran canciller, y en ambos hice las correspondientes protestas ante el gobierno y la Santa Sede. Se falta a la verdad, pero qué le vamos a hacer. Paciencia, nomás.

¿Cuándo fueron esos casos?

A ver, uno me parece que era de un niño de apellido Ossa, que lo mataron y yo hice las protestas ante el gobierno del momento y también ante el Vaticano. Y el otro caso me parece que fue un cantautor. Lo mismo. En ambos, celebré la santa misa por sus almas e hice las protestas.

¿Debe ir la Iglesia al Tribunal Constitucional por este proyecto de ley?

Yo no puedo asumir la representación de la Iglesia, porque no soy obispo diocesano. Eso le corresponde, por ejemplo, en Santiago, al cardenal Ezzati. Yo soy emérito, o sea jubilado. No sé qué decisión se vaya a tomar y no quiero, tampoco, pronunciarme de lo que se debe hacer. Sería una falta de respeto.

Pero usted llamó a no votar por quienes apoyen el proyecto…

Exactamente. Las personas que han colaborado a un hecho que para la Iglesia es contrario a un derecho fundamental, como es la vida, no merecen el voto de los electores católicos.

Felipe Berríos dijo que eso era agresivo y desalmado.

No lo creo. No puede ser una liturgia del terror el tratar de salvar vidas. Eso es caridad y misericordia. Esta ley, que es una legalización, no una despenalización, y que la vamos a pagar todos los chilenos, con nuestros impuestos en los hospitales, sí es un acto de terror.

El Santo Padre lo ha llamado asesinato. Y si un asesinato es o no un acto de terror se lo dejo a la gente que tenga buen sentido para que lo juzgue.

El Papa viene en enero.

No sé lo que irá a decir sobre este tema. Yo, hace pocos días, al Sumo Pontífice le escribí una larga carta comentándole el país con el que se va a encontrar cuando llegue.

Cada vez parece haber dos posiciones más encontradas. ¿Cree que su carta contribuye al debate y futuro de cómo evolucione el tema?

No soy profeta para decir qué va a pasar mañana o pasado. Pero a mí hay cierta crítica que me honra y ciertas alabanzas que me deshonran.

¿Y en ese caso, con las de Berríos y Cowley?

Me honran.

¿Por qué?

Me confirman lo que yo pienso, en cuanto a que lo correcto de un católico es defender la vida y estar en contra del aborto. Muchas personas me han llamado para felicitarme. Supongo que habrá católicos que tienen mi postura y también habrá quienes se dicen católicos y creen que se pude ser católico e ir en contra de la palabra de la Iglesia. Pero bueno, paciencia.

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