José García Abad, biógrafo de Adolfo Suárez: "El rey vio en él a un joven audaz que podía desmontar la dictadura"
¿Qué atributos cree que vio en él el rey Juan Carlos para que lo designara presidente con sólo 43 años?
Suárez se consideraba como "un chusquero de la política". Llamamos en España chusquero al soldado de reemplazo que se sabe todas las tretas del sobreviviente. Algo parecido a un pícaro. A veces se denominaba un guerrillero, marcando distancias con los prohombres del franquismo, coleccionistas de títulos universitarios. El rey vio en él a un joven audaz que podía desmontar la dictadura donde había hecho su carrera política valiéndose de astutas tretas.
Suárez fue un político que apeló al consenso, pero enfrentó dos intentos de golpe de Estado durante su gestión. ¿Cómo logra finalmente desmontar la estructura de la dictadura?
Conoce muy bien a su tropa y logra que los procuradores de las Cortes franquistas se hagan el harakiri prometiéndoles puestos en el nuevo régimen y el olvido de sus actuaciones en el pasado. Contó además con el general Gutiérrez Mellado que había apostado por la democracia, así como con la autoridad del rey al que los militares respetaban por haberlo coronado Franco. No obstante, ni el rey ni Suárez pudieron impedir el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. De hecho, Suárez se vio obligado a dimitir unos días antes al pensar el rey que su presidente irritaba a los militares, con lo que trataba de evitar el golpe.
El dejó su cargo atacado por todos. Incluso llegó a decir que se sentía "un hombre absolutamente desprestigiado". ¿Cree que su posterior enfermedad y el trágico final de su esposa e hija fueron determinantes para su "rehabilitación" como político o pesó más su rol como hombre clave de la Transición?
Suárez ganó en las urnas, pero fue crucificado por la clase política, sobre todo por los de su propio partido, fue reprobado por los poderes fácticos y por la prensa. No le perdonaron hasta que abandonó la política en 1982 cuando su nuevo partido, el CDS, sólo obtuvo dos escaños parlamentarios y Felipe González obtuvo la mayoría absoluta. A partir de entonces Suárez fue sacralizado y políticos y periodistas entonaron el mea culpa. Pero el primer presidente de la restauración democrática no pudo disfrutar mucho tiempo de su aureola, pues perdió la memoria. Una verdadera tragedia griega.
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