José Koechlin: El creador del ecoturismo en Perú

<img style="padding-bottom: 0px; margin: 0px; padding-left: 0px; padding-right: 0px; padding-top: 0px" alt="" width="81" height="13" src="https://static-latercera-qa.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/sites/7/200910/550385.jpg" /> Este empresario peruano inició en los años 70 el concepto de ecoturismo en su país. Hoy, su cadena Inkaterra recibe 45 mil pasajeros al año y se preocupa de producir el menor impacto posible.




La primera vez que José Koechlin (64) visitó la selva amazónica fue a principios de los 70. Quedó asombrado por su biodiversidad, tanto así que, según comenta este empresario hotelero peruano al teléfono desde Lima, jamás olvidará la impresión que le generó. "Llegué en un avión DC-3 de la Segunda Guerra Mundial y toda la zona de Madre de Dios, en Puerto Maldonado -al sureste del país-, eran enormes extensiones, casi 84 mil km2 y sólo había 8 mil personas habitando esa inmensidad".

Desde entonces, no dejó de volver a la selva. Primero, como coordinador de producción en las filmaciones de la película Aguirre, la Ira de Dios, del alemán Werner Herzog, y que protagonizó Klaus Kinski en 1972, y luego también como parte de la producción de la cinta Fitzcarraldo, del mismo director y con el mismo protagonista. "Hacer películas es un buen medio para crear sensibilidad sobre un lugar", dice Koechlin con la perspectiva que le da el  tiempo.

Paralelamente, el empresario (casado, dos hijos) comenzó a realizar actividades junto a biólogos de la U. de Berkeley, Estados Unidos, en ámbitos como inventarios de fauna y flora para conocer de manera fehaciente la riqueza natural de la selva y evaluar su potencial como destino turístico: "Constatamos que teníamos una de las regiones de mayor biodiversidad en el mundo y que era imperativo conservarla".

Así nació su interés por desarrollar un proyecto hotelero en la selva peruana, en el que hoy trabaja junto a su familia. Pero cuando en los años 70 nadie hablaba de turismo sustentable ni de cuidados del medioambiente, este descendiente de franceses y austriacos tuvo siempre en mente que el proyecto debía preservar la naturaleza sobre la base de un término inexistente: el "ecoturismo".

Así, en 1975 surgió el primer albergue ecológico en la selva del sur de Perú -Inkaterra Reserva Amazónica-, que resultó ser un modelo empresarial de conservación y turismo rentable, ubicado a orillas del río Madre de Dios, a unos 300 kilómetros de Cusco. Hoy, sus pasajeros combinan actividades como el canopy y excursiones por la selva, con el encanto de cabañas decoradas por su esposa, Denise Guislain, quien es diseñadora de interiores. Así, entre camas queen con seis almohadas, mosquiteros, hamacas y un set completo de amenities ecológicos, que incluyen sales de baño, exfoliadores de arcilla, jabones hechos a mano y repelente natural de citronela, los pasajeros se sienten mimados.

LA ECOLOGIA Y EL LUJO
Este hotel fue la primera piedra -o madera- de lo que sería después la cadena de hoteles Inkaterra, todos de excelente nivel de confort, que se ha expandido por Perú, sin alejarse del propósito de educar a los viajeros acerca del ecosistema.

"Es preciso comprender que el turismo se basa en experiencias, en informacion válida, académica y cientifica. El  turista no solamente quiere apreciar valores subjetivos como lo bonito del paisaje, sino informarse con respecto al medio ambiente y la cultura", señala este empresario, convencido de que lo que atrae a la gente al Perú "es su diversidad, la mezcla muy compleja de intereses, que se combinan con una extraordinaria variedad de propuestas: culturas antiguas y modernas".

Koechlin -administrador de empresas de la Universidad del Pacífico en Lima- cree que el ecoturismo educa tanto a turistas como a los propios nativos. Por algo, desde hace 34 años, Inkaterra se ha preocupado de conservar y revalorizar los recursos naturales y culturales del Perú, además de proteger 17 mil hectáreas de  bosque tropical, ayudando a reducir más de  tres millones de toneladas de carbono. También protege indirectamente los bosques con la compensación de emisiones carbono.

Koechlin creó el 2001 la fundación Inkaterra Asociación, ONG que investiga, conserva y ayuda al desarrollo social de los pobladores locales.

Koechlin, quien a pesar de viajar constantemente no cambia Lima para vivir, dice que  "está probado que el ecoturismo es un medio de conservación de la selva primaria, así como genera empleos".

Pero para Koechlin ecoturismo no es antónimo de comodidad. Y eso lo ha sabido plasmar en sus proyectos. Por el contrario, en su más reciente hotel, La Casona de Cusco, el lujo está presente en cada detalle, con servicios de concierge, choferes y mayordomos para los pasajeros.

Hoteles Inkaterra

La cadena recibe 45 mil clientes al año. Está compuesta por Inkaterra Reserva Amazónica, a orillas del río Madre de Dios en Puerto Maldonado. Son 35 cabañas de madera con techos de paja. Hab. dobles por dos noches, desde US$ 542 p.p. (incluye traslado desde apto. Puerto Maldonado al hotel, en bote).

Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel en Cusco, es un hotel de lujo de 85 cabañas al estilo aldea andina, con la más grande colección de especies nativas de orquídeas del mundo. Hab. dobles desde US$ 299 p.p. El primer hotel boutique de lujo del Cusco, La Casona de Cusco, es una casa colonial del siglo XVI, de 11 suites, que se inauguró el año pasado. Es quizás la primera edificación española construida sobre un complejo inca. Hab. dobles, desde US$ 720 por noche. José Koechlin tiene planeado abrir dos hoteles el 2010: en Machu Picchu en enero y en la selva de Madre de Dios en junio, además de dos hoteles en el Valle Sagrado de Cusco. www.inkaterra.com

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