La alta costura de París lucha por sobrevivir a la crisis

Todo parece indicar que los días están contados para este evento dirigido a unos pocos cientos de mujeres.




Muchos pelearían por un asiento en primera fila de los desfiles de alta costura en París. No es el caso de Mickey Rourke, que abandonó el suyo de forma voluntaria el miércoles en la muestra de Jean-Paul Gaultier y se quedó de pie detrás de una pared.

Pese a todo, el gesto fue tomado con calma en el mundo de la moda -que sufre ataques de histeria tan fácilmente- porque Rourke es una figura conocida de por sí porque muchas cosas le dan igual.

Gaultier tuvo a cambio a Kylie Minogue, que con un vestido de corset encarnó la publicidad que los desfiles Otoño-Invierno 2009-2010, que terminaron el miércoles después de tres días, necesitaban con urgencia.

DIFICULTADES
Todo parece indicar que los días están contados para este evento dirigido a unos pocos cientos de mujeres en el mundo que pueden y quieren pagar sumas de cinco y seis cifras por un vestido. Como contrapartida reciben modelos terminados de forma individual y a mano.

Para las casas de moda es cada vez más difícil mantener los talleres encargados de este trabajo. El hecho de que Christian Lacroix se haya declarado insolvente hace poco es una mala señal para todo el sector. Y si Chanel no hubiese comprado hace siete años cinco de las principales empresas de alta costura, como la famosa bordadora artística Lesage, la situación sería aún peor.

Gaultier tomó para su desfile de manera inteligente un tema en el que la alta costura sigue siendo fundamental: el cine y el mundo de las estrellas.

GAULTIER Y VALENTINO
Las actrices promocionan cada año la alta costura de París en la gala de los Oscar
y por eso el modisto las homenajeó con bodies de corset a lo Jane Fonda an "Barbarella", capas de chifón como las de las estrellas de los años 20, una gabardina plisada de cuero à la Brigitte Bardot o un hermoso vestido entre gris y marrón de capas de muselina con piel de marta que recordaba a Greta Garbo como Anna Karenina.

Con la casa Valentino hubo algunas chispas de esperanza. El dúo formado por Maria Grazia Chiuri y Pier Paolo Piccioli, que la temporada pasada fue muy moderado, se volvió más valiente esta vez. Las modelos mostraron minivestidos de seda negra cubiertos a menudo con tul color piel como túnicas o trajes tipo bailarina de ballet, vestidos de corset o como simple camiseta.

También hubo delicado encaje chantilly, flores, palillos lacados en negro y volantes como adorno. Un "look" joven y elegante.

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