La batalla de los smartphones

Aunque Android lidera el mercado, el iOS de iPhone tiene más ganancias por ventas de aplicaciones, en una disputa sin treguas.




Entre quienes asistieron a la conferencia de desarrolladores WWDC, realizada por Apple a comienzos de junio, el consenso fue que la estrella del evento no fue ni el nuevo sistema operativo iOS 8 para dispositivos móviles ni la plataforma Yosemite para equipos Mac. El verdadero rey fue Swift, un nuevo lenguaje de programación que sacó múltiples ovaciones entre los miles de asistentes y que tiene un fin bastante claro: convertir el diseño de aplicaciones para celulares y tabletas en una labor más veloz, sencilla y eficiente. Su presentación y el comentario del presidente de Apple Tim Cook sobre los usuarios de celulares Android que se han pasado a iPhone ("Compraron un Android por error y luego buscaron una mejor experiencia. Una mejor vida") dejaron en claro que la venta de apps se ha vuelto un flanco vital de la guerra de los celulares.

Esta mayor agresividad por parte de Apple tiene varias aristas. A nivel global, el sistema Android diseñado por Google posee una participación de 78%, 72% si sólo se considera Chile (según datos de Movistar). En cambio, iPhone no supera el 17% de participación mundial y en Chile sólo alcanza el 9%, superado incluso por Windows Phone. Una posición que, sin embargo, contrasta con el liderazgo que ostenta su sistema operativo iOS, que ofrece el mayor número de aplicaciones pagadas y que además es el favorito de los desarrolladores, tal como quedó demostrado en la presentación del iOS 8 en San Francisco (EE.UU.), evento que tuvo el récord de participación de programadores en la historia de Apple.

De hecho, Alex Chung, cofundador del portal Giphy.com y diseñador de varias apps para iOS, explicó a TheVerge.com que la apuesta de Apple por Swift hará que el desarrollo de apps para iPhone y iPad sea más accesible y que "toda una nueva generación de programadores se integre a este mercado". Más allá del favoritismo que goza entre los desarrolladores, Apple tiene otra ventaja: en 2013 ganó 10 mil millones de dólares por venta de aplicaciones, mientras que las de Android llegaron sólo a 1.500 millones de dólares, aunque se pronostica que este año duplicarán sus ganancias.

Cristián Peña, analista de Dispositivos Móviles de IDC en Chile, dice que en el mercado de los teléfonos existen básicamente dos modelos de negocios: "Uno es por volumen, es decir, entregar a muchos usuarios la plataforma y éstos, aunque gasten poquito, generan ganancia y presencia en el mercado". Es la estrategia que tomó Google para Android, al ofrecer su sistema operativo como una plataforma abierta que cualquier fabricante puede usar. Claramente, hay marcas que venden más que otras, como Samsung, LG o Motorola.

Una muestra de la estrategia universal que ha adoptado Google es el reciente acuerdo entre Amazon y BlackBerry, mediante el cual más de 200.000 apps Android, provenientes de la tienda de la primera empresa, estarán disponibles en los equipos de la segunda compañía a fines de este año. Se trata de un intento de BlackBerry por usar apps Android tan populares como Candy Crush, Netflix y Pinterest para mantener viva su marca.

Además, se espera que durante la conferencia Google I/O de esta semana la empresa responda a Apple con la versión 4.5 de Android, que entre otras cosas ofrecerá aplicaciones más veloces.

Windows Phone tomó una ruta similar a la de Android, pero de una manera diferente, ya que durante todo este tiempo el equipo de desarrollo de celulares con Windows Phone fue exclusivamente para Nokia, pero lanzando varios modelos al año, apuntando a mercados muy diferentes: desde el Lumia 520 de muy bajo costo, hasta el Lumia 1520 con una cámara premium y pantalla grande, al estilo de los teléfonos de gama alta. De esta forma, la opción de Microsoft se convirtió en su propio ecosistema variado que le permitió entrar a mercados como el chileno, el que posee mayor cantidad de usuarios emergentes, lo que incide en la participación de Windows Phone.

El mercado de iPhone es diferente. "Otras empresas como iPhone, o en su momento Blackberry, cierran sus sistemas operativos y controlan todo, desde el hardware hasta sus tiendas de aplicaciones. Pero concentran usuarios que son muy activos y que gastan más", dice Peña. De hecho, la tienda de aplicaciones de iOS sigue generando mucho más dinero que la de Android, a pesar de su diferencia en participación del mercado. Esto sucede porque el usuario de Android busca más aplicaciones gratuitas, pero también porque el usuario de iPhone gasta mucho más en aplicaciones que, por lo demás, siempre terminan saliendo primero en la plataforma de iPhone.

Además, es un sistema mucho más controlado que Android. En iOS, el 89% de sus usuarios posee la última versión de su sistema operativo, mientras que en Android, sólo el 9% cuenta con Kit Kat, su última edición. Esto hace que sea mucho más fácil para un desarrollador lanzar primero la versión para iOS y luego adaptarla para las distintas versiones de Android.

A veces,el ser líder no es siempre lo mejor. Hoy, el 97% del malware para móviles está enfocado en Android, no sólo por ser el sistema más popular, sino también por su naturaleza abierta. ¿Cuáles son las estrategias que cada empresa está diseñando para aumentar su participación en el mercado? Durante la WWDC, Apple, por ejemplo, también anunció que su próxima versión de sistema operativo incluirá el servicio Home Kit, que permitirá hacerlo compatible a diferentes sistemas de domótica, y así controlar desde las luces de un hogar, hasta el equipo de sonido e, incluso, la chapa de la puerta utilizando solo el celular.

Algo similar al proyecto Google Wallet que posee Android y desde el cual los usuarios pueden realizar pagos directamente desde su equipo, habilitado como tarjeta de crédito. Y Windows Phone tiene también una carta llamada Cortana, una suerte de buscador y asistente virtual, que funciona con la voz y que permite usar el teléfono como agenda. Además, junto con Skype, trabaja en un traductor simultáneo de voz, que podría convertir al teléfono en un dispositivo indispensable para comunicarse en todo el mundo, sin importar los idiomas.

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