La cruda confesión del futbolista de Maipo Quilicura dos semanas antes de su muerte
"Me da miedo que el corazón me juegue una mala pasada", le dijo a un amigo Carlos Barra, jugador de Maipo Quilicura que murió ayer.
Carlos Barra estaba dispuesto a realizar cualquier esfuerzo para concretar su sueño. Quería ser futbolista profesional y sabía que, a sus 24 años, Maipo Quilicura, de Buin, podría ser la última puerta que se le abriera para cumplirlo.
El destino lo devolvió al lugar donde comenzó todo. Antes del partido de entrenamiento con la escuadra que iba a defender en esta temporada, el volante devenido en lateral derecho saludó a varios conocidos. Fue especialmente cariñoso con quienes fueron sus profesores. En La Cisterna era uno más de la casa. Había realizado toda su formación en Palestino e, incluso, había aportado, hace algunos años, a la consecución de un título en las categorías inferiores.
En las dependencias del club árabe está el registro de la hazaña deportiva. Ahí también surge la primera pista respecto de los problemas cardíacos que pudieron desembocar, ayer, en su deceso. "Nos comentaron que el chico había estado en Palestino y que tenía un soplo al corazón. Le había salido mal el electrocardiograma. Se estaba probando en Quilicura", dice el carrilero palestinista Jorge Schwager, quien lo vio desplomarse sobre la cancha.
Coincide el técnico de Maipo Quilicura, Luis Saavedra. "Cuando niño, tenía problemas al corazón. Pero ya estaba todo superado. Era profesor de Educación Física. Era un joven sano, con toda la ilusión. Llevaba más de un mes con nosotros", dijo el conmocionado DT quien, tras el incidente, piensa en terminar su carrera. "Si me pregunta ahora, no quiero volver a una cancha de fútbol", enfatizó.
Ricardo Quilodrán, gerente del Fútbol Joven del club de colonia, desconoce la versión. "Acá, en las divisiones inferiores, les hacemos un electrocardiograma a nuestros jugadores todos los años. La exigencia la establece la ANFP, que obliga a adjuntarlo a la inscripción. Nos dolió mucho lo que pasó con Carlos. Él no llegó a la serie Juvenil, pero fue campeón con la Sub 15 en el Monumental".
La búsqueda de una oportunidad lo llevaría desde La Cisterna a Deportes Temuco. El equipo del Ñielol era dirigido por Sergio Bernabé Vargas. El lateral sólo disputó los amistosos de pretemporada. Superman no lo consideró en el plantel. Debió volver a Pudahuel Barrancas.
El malogrado deportista se había titulado de profesor de Educación Física en la Universidad Autómona. Ahí lo conoció Nicolás Núñez, quien lo incorporó al staff de SinAlitas.cl, empresa que se dedica a impartir clases de natación a domicilio en el sector oriente de la capital.
Se habían conocido en la entidad educacional, que no pide un examen de suficiencia física a los alumnos que ingresan a la carrera. Ahí surgió una relación de estrecha confianza. "Carlos fue uno de los profesores mejor evaluados de este año. Incluso, iba a darle una charla al resto del equipo. Tenía una gran relación con los clientes. Y era muy leal. Una vez, una clienta le ofreció contratarlo para que le realizara clases particulares. La rechazó y me lo informó", revela.
Ese nivel de cercanía le permitió a Núñez conocer el síntoma que ni el padre homónimo del futbolista dijo recordar ayer: "Supe hace poco que tenía un problema. Hace unos 15 días, me dijo 'tengo miedo; de repente, me da miedo que el corazón me juegue una mala pasada, que me juegue en contra'. Son repocas las personas que sabían de esto. Para él, nunca fue un impedimento. Nunca le tomó el peso".
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