La dura revelación de Érika Olivera: fue abusada por su padrastro por doce años
La atleta nacional, y abanderada en los próximos Juegos Olímpicos, comentó su cruda infancia.
Duras confesiones realizó Érika Olivera sobre su padrastro. La atleta nacional, que hace pocos días fue confirmada como la abanderada para los próximos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro por la Presidenta Michelle Bachelet, rompió su silencio y relató parte de su cruda infancia.
"Debo haber tenido 5 años la primera vez que me abusó en el campamento", confesó Olivera sobre su padrastro a revista Sábado. "El dormitorio estaba empapelado con un papel mural rojo tipo kraft, él mismo lo había forrado. Él empezó mostrándomelo como un juego, con caricias y después fue avanzando. Esa prrimera vez no entendí lo que pasó, era una niña, no cachaba nada. Él siempre decía que eso nadie lo tenía que saber. Pasó varias veces más y después nos fuimos a Puente Alto, Yo estaba feliz. Creía que al irnos a una casa sólida, con más vecinos, eso se iba a acabar", agregó.
Sin embargo, y apesar de su sentimiento de esperanza, los abusos continuaron. "Me acuerdo llegando hacia la puerta. Estaba sonada, nomás; tenía que pasarlo con él. Apenas tenía la oportunidad, era llegar y llevar para él. Mientras yo no me pude defender, él hacía lo que quería conmigo. A veces, en la noche, él iba al dormitorio nuestro y ahí molestaba un poco, me tocaba cuando estaban mis hermanos. Pero generalmente las cosas se daban en el día, cuando mi mamá no estaba", continuó narrando.
Cuando tenía 12 años, a la misma edad que comenzó con el atletismo, decidió contarle lo que sucedía a su madre, la que no le dio una buena respuesta. "Me dijo que ojalá que fuera mentira, porque si era verdad que él me abusaba, nadie me iba a querer; no iba a poder tener hijos ni familia", comentó.
Tanto fue el odio de Olivera a su padrastro, que se rumoreó que quiso quitarle la vida con unas semillas venenosas. "Este hombre tomaba mate y se las metí ahí, esperando que se muriera, pero obviamente no pasó nada", contó.
Con casi 18 años, Érika Olivera por fin pudo enfrentarse a su padrastro y evitar que siguiera con los abusos: "Me levantó la mano, yo se la sostuve y él me forzó más. Me puse chora, me defendí y le dije que no me volviera a hacer eso nunca más. De la calle le grité: viejo de mierda. Mi mamá vio todo esto. Para mí fue un gran paso. Él no volvió a violarme. Fue la última vez".
Respecto a su apellido, el que viene de su padrastro, Olivera dijo: "Le hago honor al apellido de un hombre que fue lo peor que pudo haberme tocado en la vida. El apellido es reconocido hoy como algo exitoso, pero me costó muy caro y todos mis hijos tienen que llevarlo".
Finalmente, la atleta decidió hacer una denuncia a la PDI, dos días después de haber estado en La Moneda junto a Michelle Bachelet. Ahora su mente debe estar preparada para los sus últimos Juegos Olímpicos.
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