La maldición de Béla Guttman creció con siete técnicos

En 1962, el ex DT del Benfica lanzó una frase que hasta hoy se cumple:"Sin mí, nunca ganarán una copa europea". Hoy enfrentan a Sevilla.




La década de los 60 es la más importante del Benfica. En ella se adjudicó ocho títulos de liga y, además, dos trofeos de la antigua Copa de Europa (1960-1961 y 1961-1962), actual Liga de Campeones. El entrenador de ese histórico equipo era el húngaro Béla Guttman, quien al término de la última exitosa temporada fue despedido por solicitar más sueldo.

El problema es que se fue despotricando y con el paso de los años sus palabras se convirtieron en maldición: "En cien años, desde hoy, ningún club portugués se convertirá en campeón de Europa y el Benfica, sin mí, nunca ganará una copa europea". Con el tiempo, la primera parte de la frase no se cumplió. Porto fue campeón de la Champions en 1987 y 2004, por ejemplo. Sin embargo, Benfica nunca pudo repetir las exhibiciones que el elenco de Guttman realizó en el Viejo Continente.

Así, al otro año, los lusos perdieron la final de la Copa de Campeones de Europa. En el banco de las "Aguilas" estaba el chileno Fernando Riera, pero poco pudo hacer ante Milan. Los italianos se impusieron 2-1 en la definición y así el adiestrador Nereo Rocco se convertía en el primero de siete entrenadores que alimentaron, como rivales de los lisboetas, la maldición de Guttman.

Así, en 1965, Benfica volvió a pelear por el tercer trofeo, pero en la final tuvo que enfrentar al poderoso Inter del argentino Helenio Herrera. ¿El resultado? 1-0 en San Siro y un segundo fracaso tras las palabras del destituido DT.

El tercero que continuó con la leyenda fue Matt Busby, en 1968. El escocés condujo al Manchester United por 24 años y uno de sus mayores logros fue imponerse a los lisboetas en otra final de la Liga de Campeones. En el duelo cúlmine, en Wembley, el conjunto inglés triunfó por 4-1.

El cuarto en hacerlo, en tanto, fue Paul van Himst, con el Anderlecht belga, en 1983, por la Copa de la UEFA, actual Europa League.

En 1988, el quinto en hacer sufrir a los portugueses fue Guus Hiddink, cuando dirigía a PSV en la Liga de Campeones. En un recordado lance, los tulipanes vencieron 6-5 en penales, certificando aún más lo que había dicho Guttman 25 años antes. En 1990, los ibéricos volvieron a quedar con las manos vacías, ante el Milan de Arrigo Sacchi, que los venció 1-0. El último en estirar el anatema fue Rafael Benítez. Su Chelsea venció 2-1 a Benfica en la final de la Europa League 2013.

Hoy, Unai Emery, DT de Sevilla, intentará alargar esta maldición sobre los lusos. Eso sí, por plantel y rendimiento, Benfica debería imponerse, aunque el cliché más usado del fútbol en esta ocasión es preciso: "Los partidos hay que jugarlos".

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