La Nueva Mayoría en estado terminal

Nueva Mayoría

La votación del jueves por el reajuste al sector público fue un tiro de gracia para el bloque oficialista y probó que el "nuevo trato" que pactaron hace dos semanas no fue más que una declaración de intenciones, pues el desgaste del conglomerado parece ser irreversible.




La Presidenta Michelle Bachelet y sus ministros estaban acuartelados. La Moneda había tenido que cerrar sus puertas y enviar a la guardia de Palacio a reforzar el perímetro externo, donde también estaba apostado un carro lanza aguas. El objetivo era contener la molestia de los trabajadores del sector público que se manifestaba afuera, quienes ya habían logrado traspasar el cerco de vallas papales que rodeaba la casa de gobierno.

Era una reacción esperable luego de que el Ejecutivo decidiera no dar su brazo a torcer, y lograra aprobar el reajuste al sector público con los votos de la oposición. Y también eran esperables las consecuencias que le significaría esta decisión al bloque oficialista.

La votación del jueves coronó un proceso de desgaste sostenido que ha afectado a la Nueva Mayoría desde inicios de octubre, cuando se resintió la relación entre los senadores oficialistas y La Moneda durante la votación del proyecto sobre elección de intendentes, algo que se profundizó con la fallida ley corta para corregir el padrón y que estalló tras la dura derrota del sector en las municipales. Todo esto, provocando un escenario de desorden en el bloque que inquieta profundamente en Palacio por el devenir de los próximos proyectos de ley.

Pero fue hace casi un mes cuando esto tuvo un punto de inflexión: el día en que la Democracia Cristiana decidió congelar sus relaciones con el Ejecutivo, algo que se buscó frenar, sin éxito, con la promesa de un "nuevo trato".

Después de ese compromiso parlamentarios oficialistas votaron dos veces contra el gobierno en la negociación por el reajuste, y la DC y el PC entraron en una suerte de "guerra fría" por el mismo tema, lo que se ha traducido en que la comunicación entre ambos partidos ha sido prácticamente nula durante la última semana. Esto, desde que el lunes Carolina Goic, presidenta de la DC, acusó a su par del PC, Guillermo Teillier, de tergiversar el contenido de una reunión, lo que fue duramente respondido por el líder comunista.

Después del jueves, la polarización en el conglomerado llegó a un nuevo nivel. El Partido Comunista, que ya venía herido luego de que las otras seis colectividades se unieran en una declaración en su contra, optó por abstenerse en la última votación, en vez de rechazar como las veces anteriores. Como saldo, quedó en una posición incómoda frente a los trabajadores y frente a la coalición.

El propio presidente del PC, Guillermo Teillier, dijo ayer: "Al único partido al que se trató de cuestionar por su apoyo a los trabajadores y por haberse negado a aprobar el reajuste, fue al Partido Comunista. Es un tema que todavía no se esclarece entre los presidentes de los partidos. Espero que sí se esclarezca y que podamos continuar (...). El problema está en la relación nuestra, de la Nueva Mayoría, con el gobierno. Creo que aquí algo se resintió".

Además, sostuvo que "es lamentable que un proyecto de reajuste tenga que salir aprobado con los votos de la derecha más que con los de la Nueva Mayoría".

La decisión de La Moneda no había sido fácil. El martes, antes de embarcarse a Santiago desde Maruecos, la Presidenta Bachelet convocó a sus ministros del comité político a una reunión de trabajo en La Moneda para destrabar un conflicto que en ese momento parecía irresoluble. Pese a la negativa que ya habían recibido de parte de los trabajadores, asistentes a la cita afirman que la Mandataria respaldó la determinación de mantener el reajuste en 3,2%, por la situación económica del país, y visó la opción de aumentar los bonos. También le informó a sus ministros que, si no lograban asegurar los votos, no habría proyecto, y el reajuste sería 0%.

A juicio del jefe de bancada del PS, Juan Luis Castro, ir a buscar los votos a la derecha fue una acción desesperada".

Un diagnóstico similar expresó el diputado Daniel Núñez (PC), quien consideró que esto puede marcar un precedente negativo. "Quiere decir que estamos volviendo a la vieja política de los acuerdos de la Concertación, y si alguien cree que vamos a poder hacer una reforma a la educación negociando con la derecha, mejor no hagamos reforma( ...). Tuvimos debilidades en la Nueva Mayoría, no sintonizamos con el gobierno, particularmente con el equipo del ministro de Hacienda, y eso es una gran verdad. No tenemos que ocultarlo", acusó en 24 Horas.

Pese a las críticas comunistas, versiones de Palacio indican que valoraron el gesto de la bancada de abstenerse en vez de rechazar.

Y aunque las mismas versiones afirman que La Moneda vio esto como un "punto de inflexión" para coordinar las próximas cotaciones importantes, aseguran que hubo una mala evaluación de los sucedido con la DC, en la que se mantuvieron siete rechazos, aunque llegaron a ocho si se considera al independiente-DC Iván Fuentes. El mismo crítico diagnóstico tienen en el gobierno respecto al Partido Radical, colectividad que sólo entregó un voto a favor de la iniciativa del Ejecutivo.

El tema tampoco fue bien evaluado dentro de la misma DC, donde particularmente hubo molestia con el jefe de bancada, Fuad Chahín, quien, pese a encontrarse entre quienes respaldaban la propuesta del Ejecutivo, accedió a un pareo con el UDI Celso Morales.

El asunto fue criticado transversalmente, donde algunos, como el jefe de comité del PS, senador Carlos Montes, hablaron directamente de deslealtad. "Sería interesante conocer por qué la DC está haciendo esto. En el PPD y en el PS también hubo algunos que no fueron leales", dijo ayer a La Segunda.

Con todo, es precisamente en la DC donde hubo más respaldos al accionar del Ejecutivo, precisamente porque implicó buscar acuerdos con la oposición. "El ministro Valdés se la jugó por la responsabilidad fiscal y la gobernabilidad, dos de los pilares del Chile democrático de los últimos 25 años, tarea conjunta de gobierno y oposición", comentó el senador Ignacio Walker (DC).

El titular de Hacienda -que fue insultado a gritos por la presidenta de la CUT, Bárbara Figueroa, durante la segunda votación-fue el principal blanco de críticas en este conflicto, lo que puso en alerta a los sectores más conservadores de la Nueva Mayoría. Ayer, al ser consultado por el tema, se limitó a decir que "esta cosa de ver esto como un partido de fútbol o una lucha de box no tiene mucho sentido. Esta fue una instrucción de la Presidenta que nosotros seguimos, ciertamente entendemos bien las demandas, pero como gobierno tenemos que ser muy responsables y atender distintas prioridades".

Esta actitud fue valorada por el vicepresidente DC Sergio Espejo, quien comentó que "se cometieron muchos errores, pero al final del día el gobierno mostró, por primera vez en meses, capacidad de tomar una decisión, asumir los costos de ella y construir una mayoría para sacarla adelante. Lo hizo sin aceptar chantajes y sin temor a construir un acuerdo con la oposición. Es decir, el gobierno se atrevió a gobernar. Sólo queda decir que este es el inicio de la rectificación que tanto hemos demandado".

Menos optimista fue el también vicepresidente Matías Walker, quien añadió que, de todas maneras, le parece "lamentable que el gobierno, que cuenta con mayoría en el Congreso, tenga que recurrir a la oposición para aprobar el reajuste en la última instancia que tenía para ello". Y agregó: "Es habla de irresponsabilidad de los nuestros, que, confiados en que estaban los votos, se dieron el gusto de votar en contra y que otros asuman los costos".

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