La nueva vida de Cristián Labbé
Ya no se levanta a las 6 am, sino tres o cuatro horas después. Ahora, a las cuatro de la tarde ya está de vuelta en su casa. El ex alcalde, que se alejó de la vida pública después de la derrota electoral, rompe su silencio y reconstruye estos ocho meses. El viaje íntimo con su familia en Santa Cruz, el bullying que dice sufrir en las universidades y las dificultades para lograr una plataforma económica sólida. Labbé descarta volver a la política. Pero será el generalísimo de la campaña a diputado de su hijo José por Ñuñoa-Providencia.
El ex alcalde de Providencia Cristián Labbé Galilea (64 años) va por su tercer café expreso en el hall del hotel Sheraton, el martes pasado, poco antes del mediodía, cuando una joven de tenida formal lo ve de lejos y, sorprendida, se le acerca.
-¡Alcalde! ¿Cómo está?- alcanza a decir, antes de abrazarlo.
-¡Hola! ¿Cómo estái? ¿Cómo anda la pega? ¿Bien?- contesta él, que se para de su asiento para corresponder el saludo.
Casualmente, la Municipalidad de Providencia en pleno ha llegado al hotel, a esta misma hora, a pocos metros de la cafetería, para asistir a una premiación de turismo. La mujer es la primera de las cinco funcionarias que abandonan la actividad para reencontrarse, emocionadas, con su ex jefe. Pese a que en octubre perdió las elecciones y hace seis meses debió dejar el municipio que dirigió durante 16 años, Labbé tiene un grupo de fieles en el Palacio Falabella que lo sigue llamando "alcalde". Algunos vistieron de luto en señal de repudio por la llegada de su sucesora, Josefa Errázurriz, que también está presente en la ceremonia.
El ex alcalde, visiblemente incómodo con la coincidencia del Sheraton, prefiere pasar inadvertido y apura las escenas de reencuentro: "Ya, ya, vaya a trabajar", aconseja con tono paternalista.
No viste terno ni corbata. Nunca más volvió a la municipalidad. No se ha reencontrado con la mujer que ganó en Providencia, a la que llamó "dueña de casa" poco antes de las elecciones. Si lo invitaran a algún acto, asegura que no aceptaría. "Estoy en proceso de reinvención. Yo estoy haciendo mi vida", dice después de seis meses de silencio.
-No le debe haber agradado que hayan sacado el comedor de Pinochet del edificio.
-El comedor del general está en la Fundación Pinochet. Pero no voy a opinar sobre eso.
-¿Qué le parece que le quieran cambiar el nombre a la avenida 11 de septiembre?
-No comments.
-Supongo que su candidato será el abanderado UDI, Pablo Longueira.
-Sí, pero no voy a opinar.
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La última vez que se vio a Labbé públicamente fue la noche de la derrota: 28 de octubre de 2012. En la puerta de su comando, reconoció el triunfo de Errázuriz. -"Aquí venció de nuevo la serpiente del paraíso"- y se negó a saludarla personalmente: "Yo no hago nada si no me nace y no digo ninguna cosa que no siento. No voy a ir a visitar a la contendora porque he visto el odio encarnado en una campaña", dijo, mientras sus partidarios lloraban.
En el hotel, sentado en un pequeño sillón, prefiere no recordar ese domingo.
-Usted estaba molesto, enojado.
-No quiero mirar para atrás. Ahora estoy mirando para adelante y estoy súper entretenido. Se me hace corto el día.
-En estos meses, ¿ha hecho un mea culpa?
-Mi única preocupación es el futuro. No tengo preocupaciones para atrás. Para atrás está todo hecho. Y de acuerdo con lo que yo creo, bien hecho. Yo para atrás no puedo cambiar nada. Todo lo que puedo cambiar es para adelante. Y ahí estoy concentrando todas mis energías y todas mis fuerzas.
El fracaso de Labbé -ex boina negra, ex guardaespaldas de Pinochet, su último vocero en La Moneda, militante UDI electo desde 1996 con altas mayorías en Providencia- fue el símbolo de la debacle del oficialismo. Dos días después de la derrota, "la pérdida" como le dice él, encabezó su último concejo municipal, invitó a unos 40 funcionarios a su casa de La Dehesa, pidió vacaciones y se alejó de la escena política. Hizo sus maletas y, a comienzos de noviembre se recluyó cinco días con su familia en el hotel Santa Cruz, en la VI Región.
"Ganara o perdiera, él tenía todo reservado y listo. Eramos 20, 25: la señora, todos los hijos, los nietos. Nos dedicamos a comer, bañarnos en la piscina, en la noche íbamos al casino… Fue como una terapia. Ahí sacamos todo. Veníamos de tres meses de tensión", dice José Labbé Martínez (32), el tercero de los cinco hijos de su primer matrimonio.
Durante ese viaje, por primera vez vivieron "sin la mochila del alcalde de Providencia", dice Cristián (33), otro de sus hijos. "Lo pasamos increíble. Nos reímos, tomamos unos tragos, hablamos y expusimos nuestros puntos de vista. Yo le hice una pregunta muy clara: 'Papá ¿por qué crees tú que se produjo la derrota?' Y él me nombró tres puntos: el asunto de 'la dueña de casa', el homenaje a Krassnoff y el problema con los estudiantes en paro", señala el ex participante de Mundos Opuestos 2, el reality de Canal 13.
En ese retiro intentaron curar la pena con humor. El padre daba órdenes -como pedir que le alcanzaran la bebida que estaba en la mesa- y los hijos respondían: "Pero si no eres alcalde, ya no mandas". Todos se reían de buena gana.
Los familiares, sin embargo, señalan que el batatazo fue fuerte y que todavía ven a Labbé decaído a ciertas horas del día. Pero el ex militar no reconoce el golpe y dice que el viaje al sur no tuvo como objetivo lamerse las heridas. "No, para nada. No hubo una etapa de duelo. Ni un minuto. Porque la última fase de la campaña fue muy desgastante. Entonces -mueve los brazos y exhala fuerte- la sensación fue de alivio. Al fin se acabó…".
-Pero no dirá que la derrota no le dolió...
-Lógico, decir lo contrario es no ser honesto. Pero así como de repente te duele una muela y tienes que ir al dentista. Nunca las cosas son fáciles, nunca mucho costó poco. No sé cuán difícil debe ser llegar a la punta del cerro, pero hay que llegar y cuando estás arriba dices: 'Está bien, llegué'. Hay que vencerse a sí mismo…
-Usted todavía piensa como militar.
-Probablemente.
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Desde que dejó la alcaldía, Labbé ya no se levanta a las seis de la mañana. Prefiere quedarse en la cama hasta las nueve o 10. Tiene una máquina de ejercicios donde procura caminar media hora después del desayuno. Siempre lee el diario. A mediodía visita el Centro de Coroneles del Ejército, que fundó y preside hace 10 años. "También tengo otras actividades misceláneas entretenidas. Voy al Club de la Unión, al restaurante Carrusel. Almuerzo todos los días en business. Me junto con amigos para mantener la red de contactos".
Diariamente visita a su madre, María Cristina, de 93 años, enferma de Alzheimer, que reside en un hogar. A las cuatro Labbé está de regreso en su casa y se instala a trabajar. Cuenta que ya casi no sale de noche.
Vive con su esposa, Bárbara Coombs, quien es su principal nexo con la UDI: militante del partido desde su fundación e integrante de su comisión política, hoy integra el comando de mujeres por Longueira.
-En el partido indican extraoficialmente que su señora podría ser candidata a alcaldesa por Providencia en 2016.
-Son escenarios que están abiertos, falta un tiempo. Yo voy a respaldar todas las iniciativas de mi familia.
Lejos de la municipalidad, Labbé se ha intentado reinventar en el sector privado. Tras la derrota lanzó la consultora Qualy, orientada a las asesorías en asuntos de gestión y administración. No tiene oficina -trabaja desde su casa- y su única colaboradora es una asistente que le ayuda vía online. El ex alcalde, en estos seis meses, ha viajado una vez a República Dominicana, donde impartió un curso. También ha visitado dos veces Bogotá: trabaja para el Servicio Nacional del Aprendizaje (SENA) -abre y cierra congresos de Calidad- e imparte clases en la Escuela Nacional de Administración Pública. "A eso vas por lo comido y lo servido. Con los gastos de pasaje y hotel, no hay un pago adicional", dice.
El ex alcalde, que presume de tener una inmensa biblioteca personal, sigue siendo un buen lector. "Estoy empezando a leer el último de Dan Brown, Inferno". Y dice estar concentrado en finalizar la escritura de un libro sobre teorías de dirección estratégica. Una especie de handbook -como los manuales que se usan en Harvard y en las escuelas de Negocios, explica- donde los alumnos pueden escribir en los bordes.
A fines de 2012 pretendía encabezar el relanzamiento de su libro Biografía política del Estado de Chile. Publicado originalmente en 2002, la nueva edición contempla un capítulo sobre el gobierno de Michelle Bachelet. La campaña municipal, la derrota y su salida de Providencia, sin embargo, impidieron que se realizara una ceremonia formal por la publicación que ya está en librerías.
-Como ve, me falta todavía una plataforma laboral un poquito más estable para hacer caja. Necesito más solidez en los gastos fijos.
-¿Dice que tiene problemas económicos?
- No, no estoy diciendo que tenga problemas económicos, pero uno puede estar más tranquilo en la medida de que tenga una plataforma más sólida, nada más.
En septiembre de 2012, según la página web de Providencia, Labbé recibió un sueldo bruto de unos $ 5.000.000 como alcalde. El ex edil, sin embargo, reconoce que no tuvo capacidad de ahorro en los 16 años de la alcaldía.
Como sea, se ha dejado ver en Santiago con un juguetito nuevo -como él llama a sus autos- descapotable y de dos puertas. Hasta antes de la derrota tenía tres: un Beetle Volkswagen, un BMW Z4 y un Mazda 5. Pero los vendió, dice, para quedarse con plata: "Por eso me compré uno chiquitito: Mercedes, dos puertas, SLK. Pero es viejo. De dos letras y cuatro números en la patente, con eso digo todo. Es un juguetito bonito que tiene más presencia que valor".
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En su cuarto café expreso en el Sheraton, que combina con sorbos de agua mineral con gas, Labbé reflexiona sobre el poder:
"No voy a volver a la política. Creo que todo tiene su tiempo y en la vida uno tiene ciclos. Yo he tenido varios ciclos y creo que estoy como en la curva final. Ahora quiero reiventarme en el mundo de la academia y lograr una plataforma laboral estable. Y si me invento y reinvento, en seis u ocho meses más no me puedo dedicar a una cosa distinta. No quiero estar de arriba para abajo. Me gusta el orden, la estabilidad, la armonía y no la especulación. Siempre he tenido ciclos largos: 13 años en el gobierno militar, dieciséis en la municipalidad. Mi estabilidad está en proceso, todavía no la he conseguido".
"Giulio Andreotti, siete veces primer ministro de Italia, dijo que el poder desgasta al que no lo tiene. Pero depende. Si tú tienes un apego al poder, si sientes que el poder es el que te da la fuerza, indudablemente que perderlo debe ser traumático. Pero no para quienes estuvimos en el servicio público con otra percepción de la política. Perder el poder para mí no significa nada. No hay una sensación de pérdida. No. A mí nada de eso me genera dependencia, al contrario. Creo que cuando uno termina obtiene un grado de independencia mucho más fuerte. Puede ser más uno".
"Yo tengo los mejores recuerdos de la alcaldía. Me entregué en cuerpo y alma, lo hicimos bien, pero es una etapa de mi vida. Rescato lo bueno, trato de dejar de lado lo malo, y lo paso regio, porque estoy mirando para adelante. Cuando las cosas se hacen bien, uno se va tranquilo. Puede no gustarles mi estilo, mi forma de pensar, pero mi gestión no tiene ningún cuestionamiento ético, ni valórico, ni administrativo. Lo mismo que cuando terminamos el gobierno militar: nos fuimos tranquilos para la casa y felices de haber cumplido. Dijimos vamos a hacer esto, lo cumplimos y se entregó el país como Dios manda".
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El 20 de marzo, en el patio de la Universidad Finis Terrae (UFT), en la sede de Pedro de Valdivia con Pocuro, estudiantes desplegaron lienzos en una improvisada manifestación en contra del nuevo profesor de Evolución del Pensamiento Político en Chile, de la Facultad de Derecho.
"Un pueblo sin historia es un pueblo sin memoria". "Vuelve a tu cuartel".
Labbé dicta clases universitarias hace 30 años y, desde que salió del municipio, apuesta a instalarse en el mundo académico. Hoy da cátedras en tres casas de estudios. En la Escuela de Negocios española Iede enseña dirección estratégica en diversos magísteres: "Eso me da un sustento y me tiene entretenido". También hace clases de habilidades directivas en la sede del Llano Subercaseaux de la Universidad Autónoma de Chile.
Pero convertirse en profesor ha sido complejo para Labbé: la contramanifestación de la Finis Terrae no fue un hecho aislado y -según explica- se ha repetido en la misma universidad y en la Autónoma. Dice que el hostigamiento se produce a diario -"Yo creo que eso es bullying, pero nadie lo pondera"- aunque nunca las expresiones en su contra son directas. Los estudiantes pegan carteles en el casino con mensajes como: "Fuera Labbé". El profesor considera que son "cobardotes que demuestran que en Chile hay todavía mucha odiosidad e intolerancia".
El ex alcalde se pregunta: "¿Por qué la gente de izquierda se puede reciclar, se transforman en filósofos, y nosotros no tenemos ninguna posibilidad?". Dice que se siente víctima de una operación de sus adversarios políticos que quieren dejarlo fuera del circuito: "Si te arman una funa, por ejemplo, cualquier empleador va a decir que es mejor evitarse el problema y no contratar a este gallo".
-¿Y le ha pasado eso?
-No, y esperemos que no me pase.
Labbé reconoce que esta situación lo afecta, pero que él tiene el cuero duro y siempre se domina para no contestar: "Templanza, templanza, las virtudes cardinales de Aristóteles, de Platón. Hay que tener templanza".
El ex alcalde conserva en su casa una colección de bustos de grandes personajes de la Historia, que acaba de incrementar con una figura de Richard Wagner. En los estantes están las esculturas de Aristóteles y Platón.
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El hombre sigue teniendo una personalidad desbordante en público. En el Sheraton, uno de sus centros de operaciones, los empleados lo conocen y él avanza por los pasillos repartiendo saludos. Un gerente se acerca y el ex alcalde, al verle su corbata morada, le lanza una broma: "Y eso, ¿es de hombre?". La víctima se ríe. Labbé también.
Pese a que presume de un discurso duro -no hace autocríticas ni reconoce duelo tras su fracaso electoral-, hoy transmite el aire de susceptibilidad de un sujeto que ha perdido una batalla grande. Labbé, finalmente, sigue sin comprender lo que le pasó el 28 de octubre pasado. "No me logro explicar qué generó esa odiosidad", dice pensativo, con voz más baja.
-¿Alguna vez ha ido al sicólogo?
-No y jamás iría. Espero que no me lleven cuando esté rayado. No, no, no.
Labbé -pelo más largo que lo habitual, pero igual de engominado- se ha refugiado en su círculo íntimo. En noviembre, luego del retiro familiar, viajó a Toltén junto a un grupo de 17 amigos con lo que sale a pescar una vez al año. El agua lo relaja. Por eso en su casa de La Dehesa tiene instaladas varias piletas.
En quien más se ha refugiado es en su esposa -"ella ha jugado un papel absoluto"- y en sus cinco hijos y 14 nietos. Los asados de los domingos comienzan a las 14 horas y no a media tarde, como antes, cuando Labbé se desocupaba de las actividades en el municipio. Los sábados, ahora que él tiene tiempo, también hay parrilladas familiares en la casa de La Dehesa.
El lunes pasado, José Labbé Martínez, cientista político de la Universidad del Desarrollo, tuvo una conversación importante con su padre. La UDI había sellado su candidatura a diputado por el distrito 21 -Ñuñoa y Providencia- y fue a pedirle su compromiso para la campaña. El ex alcalde -que hace meses sabía de las ambiciones políticas de su hijo- le dijo que lo ayudaría. Labbé -a quien su hijo llama "guatón"- será el samurái de la campaña: no sabe si hará puerta a puerta ni si saldrá a terreno, pero su imagen aparecerá en los afiches junto a José. El candidato UDI dice su padre será el generalísimo, pero aclara que tienen perfiles diferentes: "Soy de otra generación y tengo otro estilo".
-¿Usted cree que hay viudos de su padre en Providencia?
-Por supuesto: la comuna tiene un sentimiento de viudez de liderazgo y de política sensata. En mi campaña, lógicamente, voy a apuntar a mi gente. Estoy orgulloso de mi apellido, es un aporte al 100%.
El ex alcalde, en un comienzo, tuvo aprensiones con la carrera política de José. "Mi experiencia final fue poco confortable y no tengo ganas de que mis hijos vivan lo mismo. No quiero que se repita", dice.
Un temor similar le manifestó a su hijo Cristián, el mayor de los hombres, cuando almorzaron en diciembre en un restaurante de Isidora Goyenechea. El treintañero -casado, dos hijos- le contó que tenía una buena nueva: una tremenda oportunidad de negocio. La mala noticia era que se trataba de su ingreso a un reality de Canal 13. El ex alcalde no lo podía creer: le dijo que era una locura, que no era su perfil y que por ser Labbé lo iban a molestar. El hijo igual ingresó a Mundos Opuestos 2. Durante los cuatro meses de encierro, el ex militar vio cada uno de los capítulos y, aunque dice que no le gusta la farándula, se entretuvo. En abril, cuando el joven fue eliminado del programa, lo recibió con un asado familiar. "Me tapaste la boca", le dijo.
El padre quedó tan orgulloso con la participación de su hijo en el reality que lo está ayudando a escribir un libro donde mezclará su vivencia en el encierro con técnicas de liderazgo y trabajo en equipo. Además, le está echando una mano para montar una empresa de producciones y capacitaciones.
Cristián Labbé siente que, a estas alturas, ya "es hora del traspaso y el retiro". De alguna forma, explica José, su padre se negó a reciclarse en la política cuando el 28 de octubre reconoció la victoria de la independiente Josefa Errázuriz y habló del triunfo de la serpiente del paraíso: "Con eso dijo: 'Olvídense de mí'". El ex alcalde -cuenta su hijo- vive como lee: "La historia cuenta que Napoleón vivió en el ostracismo y que lo sacaron por ser como era y murió en otra isla, solo y pobre. Mi papá cree que la vida es así".
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